Capítulo XVII: Pequeña familia disfuncional.

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Me sentía demasiado aliviada después de la presentación, a los jueces les había encantado, a los profesores, alumnos y a mi equipo de trabajo.

Había ido a a la torre este para cambiarme de ropa por algo mas cómodo. Me puse un top lila con la falda negra de los ensayos y una chaqueta de mezclilla negra.

Ya no quería saber de tacones por un tiempo así que me puse unos botines negros.

Tomé unas cosas y fuí a pasear por el bosque esperando encontrar algo.

Más bien a alguien, corazón.

También para ya por fin liberar las competencias de hoy.

Llegué hasta el árbol al que se hacía ya costumbre llegar y me senté.

— Hola- lo miré con una sonrisa.

— Creí que no me ibas a querer hablar más- me miró mientras acomodo su brazo sobre su otro brazo sobre sus piernas.

— Yo creí lo mismo de ti.

— ¿Y por qué me saludaste entonces?

— Tenía que intentarlo al menos.

Me tomé unos segundos antes de volver hablar.

— Te quería pedir perdón, Val. Sé que no fue correcto que ninguna haya entrado a tu estudio y mucho menos que me fuera de ahí sin explicarte nada. A pesar de que no pasaran las cosas como te las imaginas, no te expliqué nada.

Él me miró y me dió una pequeña sonrisa.

— Y estos días estuve un poco ocupada como para hablarte.

— Si, me dí cuenta- se rió.

— Pero a lo que quiero llegar es que... De verdad lo siento, Valentino.

— De hecho, soy yo el que te debe una disculpa- se rascó la nuca un poco avergonzado- te grité cosas horribles sin oportunidad de hablar antes, la única que había hablado era Jinx. No te dí la oportunidad y te metí dentro del saco cuando no hiciste nada.

No iba a negarlo, estaba sorprendida.

— Tú hermana hablo hoy en la mañana conmigo antes del examen de Brown sobre eso y me explico lo que sucedió. Tú habías entrado a decirle que te ibas a ensayar para la competencia y fue justo cuando entré. Creí que las voces que escuchaba cuando iba a abrir eran alucinaciones o algo por el estilo.

Dió una pausa.

— Es por eso que creí que no me hablarías nunca más- había bajado la cabeza- también me dijo que la invitación al baile no era por salvarte ni nada, sinó que era genuina, a pesar de que la encontraste ahí. Otra cosa en la cuál te fallé. Leia casi me mata contándome que te ibas a poner un vestido precioso no negro ese día por el cual tú hermana también estaba sorprendida y qué esperaba que me arrepintiera por el resto de mis días de haberte cancelado.

Me miró algo apenado y vi como tenía una lagrima.

— ¿Crees poder perdonarme?

— Por supuesto que sí.

Le sonreí para tranquilizarlo y no se sintiera mal, también le limpie la lágrima que le cayó. Después de eso le hice un poco de cariño con el mismo dedo que le limpie la lágrima.

De verdad parecía estar arrepentido de todo.

Él sonrió con una sonrisa tan grande mientras miraba al cielo que pareciera que le pusieran esas cosas de tortura antigua.

Pero quién soy yo para juzgar.

— Y... ¿Es cierto?

— ¿Que cosa?

Le Chante de la MortDonde viven las historias. Descúbrelo ahora