Capítulo XXXI: No hay culpables en una situación de inocentes.

185 11 0
                                    

— Hay una última cosa.

— Tienes mi atención, guapa, soy todo oídos- Val me había acostado en sus piernas mientras me hacía caricias en el pelo.

— El día donde te invité al baile, y más tarde me cancelaras por el malentendidos que hubo, fue la primera vez que esto ocurrió.

>> En el momento en el que me estabas gritando empecé a entrar en un ataque de ansiedad, es por eso que me costaba hablarte y salí de ahí tan rápido. Que Dedos salió tan rápido.

— Acaso fue por...

— Por supuesto que no. En ese momento, antes de que comience, entré en uno de los bucles analíticos que había tenido a lo largo del día. Al día siguiente, cuando hablabas con Lina y me vieron apoyada en el pilar...

— Tenías otra.

— Ya era la 4ta en un periodo de 2 días. Por lo general me suelen ir llegando de a poco los tiritones, los mareos, la falta de aire y el resto. Ese fue diferente porque me cayó literalmente de golpe, entonces para no caerme me recosté en el pilar que tenía al lado. Ahora, como mi cuerpo se vuelve un peso muerto, el ruido del impacto de mi cuerpo con el pilar fue lo que sonó.

— Recuerdo que Lina y yo volteamos y pensamos que estabas escuchando o algo así. Cuando te fuiste rápido no sabíamos que ocurría, porqué te veías tan agitada respirando.

— Después obviamente tuve más, creo que 2 más. El día de la competencia fue la última. Tiempo después, para el cumpleaños de Jinx, fuí a ver a Rigsby, había escuchado de los ataques de ansiedad; investigué sobre ellos pero aún así fuí con ella para saber si eran o no. Es importante no darse un auto diagnóstico e ir con un especialista.

— Y te dijo que sí eran.

— Dijo que la base de los ataques era la cantidad de estrés que me sometí ese día, y que debía trabajar la carga de las cosas que hago. Le expliqué que era lo que ocurrió y mis métodos de relajación y los aprobó, pero que cuando tuviera un nuevo ataque debía saber cómo calmarlo. Y que no debía reprimirlo para calmarlo sinó que solamente hacer que dure menos. Ese es el motivo por el que ese día me fuí tan rápido y no te expliqué nada.

— Está bien, no te preocupes. Es una situación difícil y lo entiendo. Estoy completamente seguro de que lo mejor en ese momento fuera salir de ahí y pudieras tratar de calmarte en el aire libre.

— También dijo que si no hay alguien que sepa controlarlos, es mejor que no ayude.

— Ahora me siento identificado con eso.

Reí un poco.

— Gracias.

— ¿Por qué?

— Por abrirte conmigo. Debe haber sido difícil.

— La verdad es que lo difícil fue encontrar las palabras correctas. La confianza para decírtelo no entro nunca en cuestionamiento.

— ¿De verdad?

— Te debo una... Nosé si disculpa pero reconocer esto. Debí escucharte cuando me advertiste de Thiago, creo que me cegó el café.

— ¿De sus ojos?- bromeó.

— De tomar. Si te sirve de algo, le dí una buena patada tú sabes dónde como para que no tenga descendencia. A pesar de que era el cambiaformas.

— Dime que fue con tacones de aguja, por favor que hayas traído tacones de aguja.

— Fue justamente el día que retome por completo los tacones de aguja.

— ¡Sí! Que bien se siente tener razón y además que se lleven su buen merecido.

Le Chante de la MortDonde viven las historias. Descúbrelo ahora