Capítulo XXXVII: El fin de una era.

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Después de la competencia, nos quedamos varios días en Canadá de vacaciones, casi una semana.

Val había comprado un pasaje en el mismo avión que íbamos de vuelta a casa y casualmente quedó atrás mío.

Lo es bastante curioso porque él no tenía ni idea de que salía en ese vuelo.

Luego de llegar al aeropuerto, y como bien me había contado, madre y padre lo habían invitado a pasar unos días con nosotros. Dante comenzaba a llevarse mejor con su cuñado y la única rivalidad que tenían, según mi hermano, era quién de los dos era mi chico favorito.

Xavier le otorgó el puesto de fan número 01 a mi hermano sin problema, lo que le dió un punto extra con mi pequeño Dante. Además parecía concederle cada cosa, como si fuera uno más de los adoptados.

Pero no me puedo negar a eso, yo igual lo malcrío.

Por otro lado, Jinx parecía querer fastidiar la instancia de mi novio cuando se lo cruzaba fuera de las comidas. Ahora, ambos por lo menos sabían que era un "tipo juego" y mi hermana no sobrepasa los límites.

Otra más a la que debemos malcriar cuando salimos los dos.

Hoy era la última noche de Val en mi casa antes de volar a Inglaterra, ya que su vuelo sale mañana a medio día.

Estábamos los dos en mi habitación escuchando música bajo las luces led, yo acostada a lo largo desde la cabecera hacia abajo y él por la parte de los pies en horizontal.

— Te vez muy linda desde aquí.

— Basta con eso- apoye mi cabeza en la almohada para que no notara mi sonrojo.

— Pero es que eres bella, y debo decírtelo. O si quieres le puedo gritar textualmente a los 4 vientos que mi novia es la chica más linda que existe en este mundo.

Le tiré una almohada que no alcanzó a esquivar.

— Hay veces que me encanta tu lenguaje de amor. Y otras que me causa gracia- la almohada se la quitó de la cara y la dejó en sus piernas mientras se sentaba.

Iba a hablar cuando tocaron mi puerta.

— Pasa- cuando abrí la puerta pude entender porque es que Dante llegó hasta acá.

— Iré por una manta extra y un cojín, por mientras acuéstate.

Mi hermanito menor parecía un zombie porque venía más dormido que despierto, así que no noto al chico que me acompaña.

Tomé dos mantas abrigadoras y una almohada y fuí a la ventana. Dante se había acostado y dormido de inmediato abrazo a un oso de peluche.

— Chiquitito- levanté su cabeza con cuidado y puse la segunda almohada.

Lo arrope mejor y arriba de su manta puse las otras dos que le traje y le dejé un beso en la cabeza.

— Eres como una madre.

— No, solamente creo que cuido mucho a mis hermanos porque me importan y los quiero.

— Así como yo te cuido a ti porque te quiero demasiado- cuando me iba acercando a la cama me tomo de la cintura y estábamos casi a la misma altura.

Él estaba sentado sobre sus rodillas pero aún seguía siendo más alto que yo por unos escasos centímetros.

Pasé mis brazos por detrás de su cuello y cuando nos íbamos a besar volvieron a tocar la puerta.

— ¿Debo adivinar?

— Tranquilo, no creo que moleste tanto. Solo serán un par de minutos.

Mis sospechas eran ciertas, Jinx llegó y solamente la hice pasar.

Le Chante de la MortDonde viven las historias. Descúbrelo ahora