Capítulo VIII: Las monstruo olimpiadas del horror mágico.

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Habíamos despertado temprano para poder hacer todo lo que nos faltaba para las olimpiadas y dejar todo ordenado para las vacaciones.

El término de las celebraciones era el inicio de las 2 semanas de merecido descanso.

Había decidido tomar un café helado de los preparados que era mi última opción siempre pero hoy era completo necesario café en mi sistema.

— Todo listo.

— Bien. Annibal ya está posición y sabe que debe hacer.

— Yo tengo aquí la pócima y las hierbas.

— Ahora deben de cambiarse. El vestuario está en las carpas.

— ¿Vestuario?- la vió Jinx.

— Leia, como llegué a...- suspiré- te juro que si es desagradable te voy a colgar del árbol más grande que encuentre.

~~~

— Detesto lo corto.

— Al menos es negro.

Acomodé la falda en el espejo.

— Menos mal tenía mis botas para no matarme en el intento.

Cuando iba a empezar la competencia note a Amex y Leia sonriéndose mutuamente.

— Leia, concéntrate- le susurré- Él es el enemigo en este momento. Los cazadores son nuestros enemigos.

Sentí una mirada sobre mi. Miré a esa dirección y vi que era Valentino.

— Que tenemos aquí. Miss humildad y miss simpatía.

— Para qué sepas, yo no me creo mejor que los demás. Sólo soy mejor que tú. Y si consideras que el resto es inferior a ti ese ya no es mi problema.

Miré de arriba a bajo por última vez a Lina, ahora molesta por mis palabras.

Se le había tensado el cuerpo.

La directora dio el discurso de inicio y el disparo al aire para comenzar.

Primero tendría que avanzar en lianas, hasta poder recoger la bandera del ítem y seguir al siguiente.

Una vez dejé el aire atrás, una enredadera de espinas nos obligó a Leia y otra chica del equipo avanzar en punta y codo. Pero no encontramos la bandera sinó en un árbol.

Entre las dos chicas me subieron al árbol y la tomé. Aproveché de dejar la bandera de los hechiceros y la de las pegazos más arriba.

Lamentablemente los cazadores la sacaron junto conmigo.

Con dos banderas en mano llegamos al bote donde Jinx y otra chica nos esperaba.

Comenzamos a remar

— Con su permiso.

— Que hijo de puta- susurré mientras veía a Valentino y remaba con más fuerza.

— Les aviso que su personalidad sale a la luz en la competencia, así que más les vale no prestarle completa atención para no distraerse.

Nos iba a pasar a dejar el bote de los hechiceros. Poco más adelante desviaron el bote y se terminó hundiendo.

— Sirenas- Jinx y yo vimos a lo lejos- llego a enterarme quién es y mañana no amanece vivo.

Le Chante de la MortDonde viven las historias. Descúbrelo ahora