- P..por favor, t..tocame. - me miró con los ojos brillantes
- Sabes que no puedo Lola, soltame. - dije severo.
- P...por favor, una sola vez.
- No es correcto, sos mi sobrina, no podés pedirme eso, es la última vez que lo digo, soltame.
- P..por favor t..te lo pido. Nadie va a enterarse, no estamos haciendo nada malo, quiero que lo hagas.
- Es demasiado malo, sos mi sobrina y tengo novia.
- Olvidate de eso por un segundo, por favor, una sola vez solamente, y no vuelvo a pedirte más nada ni molestarte. Lo juro. - dijo sosteniendo mi brazo.
- No, dejá de hacer esto.
- Te juro que es la última vez, no va a volver a pasar nada.
- Acordate de tus palabras.
Sonrió y se acomodó más sobre mi, jamás la vi tan feliz.
Tomó mi mano y la colocó nuevamente en su pecho, mientras pasaba sus yemas de los dedos por mis brazos. Luego comenzó a bajar mi mano más y más, hasta llegar a su corpiño.
Por mi cabeza pasaban miles de cosas a la vez, unas de ellas, la atrocidad que estaba cometiendo, y la suavidad y calidez de su piel.
Hizo meter mi mano dentro de su sostén, sentí su pezón, también me hizo tomar su seno entero con mi mano, que encajaban perfectamente.
- Acariciame vos. - soltó mis manos y colocó las suyas en mi brazos.
Seguí ya que la situación no podria empeorar más de lo que ya estaba.
Apreté ligeramente su pecho luego de acariciar lentamente su pezón.
- A...ahhm.. - gimió apretando mis brazos.
Levanté la mirada y tenía puesta la misma pollera que compramos en el shopping, tenía las piernas flexionadas y abiertas, se había quitado sus zapatillas y estaba descalza, podía ver como sus pies se contraían sobre el asiento.
Ya era suficiente, cumplí lo que pidió con tanto ruego, sentí que le debía algo por lo que pasó en la fiesta, pero ya está. Debo admitir que me gustó, y soy un hijo de puta por eso, me gusta ver a una mujer disfrutar, pero no a ella, en este punto, mi erección ya era más que notable, y seguramente la notó.
- Ya. - quité mi mano de ella y la separé de mi.
- Gracias. - sonrió y rápidamente se acercó nuevamente a mi, para colocar un beso en mi boca. Éste era el tercero, y uno duraba más que el anterior.
- La tomé del torso y la empujé hacia atrás. Luego me pasé hacia el asiento del conductor.
- Quedate ahí atrás. - encendí el auto.
- ¿Por qué? Quiero ir adelante.
- Porque lo digo yo, quedate ahí y ponete las zapatillas. - ordené.
Resopló.
En el medio del camino, noté que me miraba por el espejo retrovisor.
- Te voy a decir una cosa y vas a tener que obedecer. Nunca más a volver a pasar esto. Nunca, ni besos, ni abrazos, ni nada.
- Estás siendo exagerado.
- No lo estoy siendo. No es normal.
Por un momento, empecé a sentir como todo me daba vueltas, el vino y el champagne empezaron a hacer efecto en mi, por suerte, ya había llegado a su casa. Ahora que lo pienso, acepté hacer eso porque estoy borracho.
La dejé en su casa, esperé a que entrara y volví con Juliett, esperaba que esté durmiendo y pelear mañana.
Entré, cerré detrás mío, y estaban todas las luces apagadas, qué suerte.
Fui hacia el baño y me miré en el gran espejo iluminado, tenía una mancha de vino en la campera, y mi erección aún seguía, y ya me dolía.
Juliett duerme, no puedo tener sexo con ella, así que solamente me queda una opción: mi mano.
Me desvestí y entré a la ducha helada, que aún así, no bajaba mi calentura.
Tomé mi miembro con mi mano y empecé a moverla de atrás para adelante con énfasis, cerré mis ojos para motivarme.
Juliett, pensá en Juliett desnuda.
Y me aparece en mi mente la imagen de ella con mi mano en su pecho, gimiendo, con las piernas abiertas, retorciendo los pies del placer. Su boca abierta y sus ojos cerrados emitiendo sonidos que hacían eco en el auto, sus pezones duros y sus pechos que dan ganas de apretarlos todo el día y dormir sobre ellos.
Cuando me percaté, gruní despacio y eyaculé todo lo que tenía acumulado hace días sobre el piso de la ducha.
Soy un maldito enfermo.
Limpié, me vestí y fui hacia la habitación, donde me dormí al instante del sueño que tenía.- ¿Dónde estabas anoche? ¡¿Dónde estabas anoche?! - sentí un almohadón golpear contra mi cabeza.
Levanté mi torso y me senté sobre la cama, en frente estaba Juliett, al pie de la cama.
- Juliett ¿Hace falta que me despiertes así? Me duele muchísimo la cabeza. - coloqué las manos en mi cara.
- ¿Dónde estabas anoche? ¿Pensas que soy tonta? Anoche te escuché llegar, a las 04:30 a.m. ¿Que estuviste haciendo tanto tiempo con tus amigos?
- Bebimos demasiado, jugamos al póker, hablamos mucho tiempo, solamente eso.
- No quiero que te juntes más con Nethan.
- ¿Estás jodiendo, no? - reí.
- No. Sé como es ése Nethan.
- Yo jamás te prohibiría que te relaciones con nadie. - me puse de pie y caminé hacia la cocina para tomar algo para el dolor.
- Él va a hacer que me engañes.
- No es así.
¿Ya la estoy engañando a Juliett? Como sea, no voy a volver a tocar a otra mujer que no sea mi novia.La semana pasó, no hice nada más que estar en el hotel, mi única diversión es la piscina y por casualidad, últimamente veo muchas chicas pelirrojas, la mayoría teñidas, pero pelirrojas al fin.
Siempre me las encuentro al horario de la tarde, cuando el sol está en su máxima puesta, tomando sol o nadando. No sé si es casualidad o si el universo quiere torturarme, o darme una señal.
Como sea, es mi única diversión, y los viernes que me junto con mis amigos, fuera de eso, me aburro todo el día.
Comenzó el viernes y por fin iba a ver a mis amigos, Juliett como siempre, se enojó.
Llegué a la casa de Nethan, me recibió y con los demás, nos encontrábamos alrededor de la mesa.
- ¿Y? ¿Pensaron lo que les sugerí? - rió.
- Yo ya conseguí dos. - dijo Lucas orgulloso.
- Yo una, es hermosa. - expresó Jinx sonriendo.
- Bien chicos, ¿Y vos Andy? - preguntó Nethan sirviendo vinos en nuestras copas.
- No se, estoy pensando en terminar con mi novia, ayer quiso prohibirme salir con ustedes. - reí tomando un sorbo de vino.
- Está loca, dejala y buscate otra. ¿Llevan mucho?
- Cinco años ya.
- Mucho tiempo, uno se aburre. Hay que cambiarlas cada tanto. - rió.
Suspiré, luego lo pensaría seriamente.
- Les tengo una sorpresa chicos. - se recargó en su sofá y hizo una seña hacia otro lado.
Todos miramos hacia dónde señaló. Nos quedamos perplejos ante tal escena.
Seis chicas entraron caminando hacia nosotros, una de ellas, la novia de Nethan, que apenas se acercó se sentó sobre él.
- Elijan sin miedo, las chicas están más que dispuestas. - sonrió y cada uno de mis amigos llamó a una. En frente mío quedó una sola. Una chica de baja estatura, pelirroja, era increíble la similitud que tenía con Lola. Sin embargo, no era igual.
Cabizbaja se acercó a mi y me miró a los ojos, preguntándome con la mirada, solamente asentí y se sentó a mi lado.
Desvié la mirada pero ella seguía mirándome.
- ¿Qué querés hacer? - preguntó en voz baja.
- Nada, no quiero hacer nada, podés irte. - negué.
- ¿Ni hablar?
- ¿De qué hablaríamos? - pregunté confundido.
- Tus problemas, alguna inquietud, soy una prostituta pero escucho. - rió.
Reí y por alguna razón, confié.
Le conté sobre Lola, que era mi sobrina, todo lo que pasó, hasta lo más reciente.
- Que difícil situación, pero si yo fuera vos, aprovecharía. Dijiste que ella quiere, tenés su consentimiento, decís que es una chica linda, es mayor de edad, mientras que lo hagan con cuidado y nadie se entere, está todo bien. Lo mejor es que te separes de tu novia, pero si no, no te preocupes, todos los hombres son infieles, teniendo sexo o no, así que disfrutalo mientras dure. - sonrió.
De cierta manera, tenía razón.
- Gracias, sos la primera persona a la que se lo cuento. - sonreí.
- Me halaga mucho. Entiendo a tu sobrina, sos un hombre hermoso.
- Gracias. - sonreí. - Por favor no le cuentes a Nethan, ya demasiado me molesta con ella.
- No te preocupes, queda entre nosotros. Te doy mi número por si necesitas algo. - escribió en un papel y me lo guardó en el bolsillo, su nombre era Yolanda.
- Te agendo, nos vemos.
Ya era hora de irme, era muy tarde, no me despedí de mis amigos ya que todos estaban en acción.
Me dirigí a mi auto, lo encendí y tomé el camino más rápido, pero en medio de la ruta, hubo un inconveniente.- Pare por favor.