Capitulo 27

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Domingo, 10:30 a.m

Abrí mis ojos, el sábado había dormido el día entero, la noche del viernes me había dejado muerto, inmóvil en la cama.
Tomé fuerzas y levanté mi torso, preparé café, mi desayuno por unos días será una taza de café y un cigarrillo si no salgo a comprar comida urgente. La costumbre de tener alguien que me otorgara todo en mano me resultará difícil de quitar. Además, tendré que aprender a cocinar algo para no vivir de comida rápida, con lo mucho que detesto cocinar, aunque sé hacer papas fritas. De cualquier manera, no es sano comer todos los días papas fritas.
Tomé una ducha de agua fría, afuera hacían unos 33°, un calor infernal, y raramente, había mucha circulación de gente por la calle siendo domingo y encima la temperatura. Lavé mis dientes, me coloqué ropa liviana y salí camino al único super que se encontraba abierto. Si hay algo que me gusta de Buenos Aires es su gente, la gran mayoría son personas muy simpáticas, desde el primer día recibí un muy buen trato a pesar de no ser nativo y encima ser estadounidense, aunque me siento más Argentino que el anterior.

Compré verduras que no sabía cómo cocinarlas, frutas que posiblemente se pudrirían ya que no me gustan, pero debo obligarme a comer más sano. Compré carne, pero no evadí comprar whisky, la noche anterior había tomado el fondo de la botella, y el mejor vino que siempre compro estaba en oferta, así que también se fue junto a mi. Llevé las demás cosas de higiene personal, no tenía idea de cuál shampoo comprar ya que Juliett se encargaba de eso, ella es la que sabía sobre eso. No la llamaría para preguntarle tal estupidez, así que tomé el de botella más llamativa, pagué y regresé.

Me situaba en la cocina, buscando en Internet alguna receta que no fuera de mucha técnica, y encontré una: carne con papas, no se leía tan difícil, iba a intentarlo. Comencé lavando las malditas papas antes de pelarlas, y mi celular sonó, una llamada entrante.

¿Quién carajos es? ¿Quién llama un domingo al mediodía?

Lavé rápidamente mis manos, y atendí.

- ¿Quién es? - pregunté secando mi otra mano con un trapo.

- Tu hermano, Andy. ¿Estás en algo?

- Ah Jake, estaba cocinando.

- ¿Vos cocinando? - echó una carcajada.

- Si, tendré que aprender ahora, no puedo vivir a comida rápida. Ya no vivo en el hotel.

- Cierto... ¿No querés venir a almorzar? Vamos a estar solos con Jane y Lola, vení y hablamos un rato, pasas el día y te alejas un poco de esa ciudad, además con el calor que hace. Como los viejos tiempos.

Viejos tiempos, de cuando estaba con Juliett, no había mentiras entre nosotros. Viejos tiempos, de cuando su hija era una niña, y teníamos una relación normal, de tío y sobrina. Viejos tiempos, daría lo que fuera por su regreso.

- Te agradezco Jake, pero debo estar solo y pensar. Es todo muy pronto. - objeté.

- Andy, te conozco. Sólo querés estar solo y hundirte más. No vas a salir de esto de esa manera, tenés que distraerte y mantenerte ocupado en otras cosas. Vení, hablamos, comemos algo rico, además limpié la pileta, vamos dale. - propuso con motivación.

Si, me conoce y demasiado. Pero las cosas serían diferentes si no fuera un maldito degenerado y no me llamara la atención tu hija, y si no hubiera hecho las cosas que hice.

- Está bien, en una hora aproximadamente estoy ahí. - acepté rendido.

- Perfecto, te espero. Ah, lo olvidaba, no dejes el auto afuera, entra y estacionalo adentro del garage, así está en la sombra.

- Okey, nos vemos y gracias.

- Nos vemos Andy. - cortó.

Solamente será una tarde, iré y volveré lo más pronto posible.

mi tíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora