Miércoles, 08:38 a.m
Me despertó el sol irradiando en mi cara, me quedé dormido en el sillón del balcón. Por suerte el sol de la mañana no es tan fuerte, y mi piel no se había quemado.
Me levanté y caminé hacia mi cama, oí el ruido de la ducha, se estaba bañando.
Tenía mucha hambre, pero todavía no era el horario del desayuno por lo que no había nada, así que fui a la máquina expendedora, saqué dos jugos de naranja y dos paquetes de oreos.
Entré nuevamente y estaba peinando su largo cabello al rayo del sol.
- Todavía no sirven el desayuno así que traje esto. - tiré el jugo y las galletitas en su cama.
- Muchas gracias, las oreos son veganas. - sonrió.
- Si, lo sé, por eso te las traje. - me senté en mi cama mientras bebía el jugo.
- Me moría por algo dulce. - las abrió y empezó a comer con desesperación.
Por suerte desayunamos en silencio y por la tarde todos salimos a pasear, fuimos a unos museos de arte, y a una exposición de autos.
Jake caminaba junto a mi, Jane se había alejado con Lola.
- ¿Y cómo están conviviendo con Lola? - preguntó viendo los autos de colección.
Bien, perfecto, de hecho, nos besamos.
- Bien, es un poco desordenada pero bien. - fingí una sonrisa.
- Si, es muy desordenada. - rió.
- Pero fuera de eso, bien. - mentí.
- Me alegro mucho. - dijo y seguimos caminando.
Solamente quedaban un día para volver, no quería volver, esto es el paraíso en su máximo esplendor, quiero vivir acá, pero no puedo estar cerca de ella, es un peligro para mi, y yo para ella.
Ambos días pasaron, no hablamos nada prácticamente, solamente lo justo y necesario.
Regresamos en avión, y el viernes por la mañana estaba abriendo la puerta de mi departamento.
Entré y todo estaba hecho un desorden, había muchos papeles de comida por el piso, y polvo en los muebles.
- Juliett, ¿Estás? - pregunté en voz alta dejando mi valija a un costado.
- Si. - dijo caminando hacia mi, regresaba de la habitación.
- ¿Cómo estás?
- Bien.
Algo le pasa.
- ¿Y por qué tanto desorden? - miré alrededor.
- Yo no limpio.
- Bueno, yo lo hago entonces, voy a desarmar mi valija. - la tomé, caminé hacia la habitación y abrí mis cajones para guardar.
Abrí el cajón en el que había dejado la bufanda que olvidó Lola hace bastante tiempo acá, pero no estaba.
Quizá se cayó detrás. - pensé mientras me agaché sacando un cajón y mirando hacia dentro, pero no había nada.
- ¿Buscas esto? - preguntó con la bufanda rosa en la mano.
Por qué carajos no se la devolví, lo olvidé.
- No, otra cosa. - fingí buscar.
- ¿Ah si? ¿Entonces que es esto? Es lo único que dejaste en tus cajones ¿Te olvidaste de llevarla? Ah no, cierto que en México hace calor.Qué digo, pensá, pensá.
- ¿De quién es esto Andy? - preguntó enojada. Que yo sepa, no te gusta el rosa, y tampoco usas perfume de mujer, porque huele a perfume y de mujer.
No se me venía nada a la cabeza, me había encerrado.- Juliett, es de otra persona, hace no mucho la encontré acá y decidí guardarla, nada más.
- ¿Y por qué no me la mostraste?
- No lo sé.
- Conozco este perfume, ya lo sentí antes. - la tomó y acercó a su nariz.
- Juliett, solamente la encontré acá y la guardé, no sé a quién le pertenece, tampoco me importa, si querés tirala.
Me tiró una mirada fulminante, quizá no me creía una palabra, pero si hay algo que no puede volver a ocurrir, es que Juliett y Lola se acerquen.
No soy un maldito pervertido, no pretendía dejarme la bufanda para masturbarme o algo similar con ella, olvidé devolverla.
Cada vez miento más y me encierro más por ella. Según yo creo, que las mujeres cuando creen que sus novios las engañan, con la primera persona que lo hablan, son sus amigas, y su mejor amiga, es Beck, quien me "descubrió" en el pasillo del baño a centímetros de la boca de Lola, me prometió no decir una palabra, con la condición de que no lo siga haciendo, pero si Juliett le cuenta que encontró una bufanda perteneciente a una mujer en mi cajón, quizá le diga. Y si se la describe, es obvio que sabrá que es ella, hay muy pocas mujeres coloradas, y era la única en el cumpleaños.