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x - su majestad, hemos llegado. por favor, vaya con cuidado. su hermano, el emperador, seguramente me matará si se entera que vino a la fiesta. cuide su identidad.
sanzu - no te preocupes, sé cómo cuidarme.
sanzu colocó su máscara, la cual cubría gran parte de su cara. entró a la gran mansión en la cual se desarrollaba la fiesta observando las distintas máscaras. habían de todo tipo, grandes, pequeñas, simples y aparatosas. algunas se repetían, otras eran únicas, pero ninguna se comparaba con la de sanzu. el dorado combinaba con el blanco de su cabello y destacaban las pequeñas perlas rojas. un sirviente le ofreció un trago y aceptó gustosamente. extrañaba a su hermana, no le gustaba ir de fiesta solo.
aún cuando sanzu tenía su máscara, no podía evitar tener un aura intimidante. creía que el ir de traje completamente de negro frente a trajes y vestidos de muchos colores, más su máscara de medusa, no permitía que la gente se le acercara. mejor para él, en cierta parte, no se enterarían que el príncipe está presente.
fue a sentarse en una de las mesas vacías, no las usaban porque todos estaban bailando, conversando o en el gran jardín. le faltaba algo, además de su hermana. pensó que le gustaría tener habilidades para ir y juntarse con más personas. mantener el perfil bajo era propio de la monarquía, por lo que no puede faltarle el respeto a sus principios. se paró y fue a buscar un poco de comida. en un plato, colocó alguna comida que nunca había probado, ya que nunca comía algo que no haya preparado su chef personal.
x - los de camarón son mis favoritos, saben mejor con salsa blanca. - sanzu se asustó - diculpa, no quería asustarte.
sanzu - está bien.
sanzu se retiraba pero el chico lo seguía.
sanzu - ¿por qué me sigue?
x - solo quiero hablar, soy haitani, ran haitani. a su servicio, ¿y tú?
