Celos

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Era un nuevo día en la horripilante casa de Gran Hermano, o al menos así era para Agustín, quien aunque le pusiera una sonrisa a todo, estaba harto de los comentarios despectivos que le hacían a diario. Temía terminar colapsando, aún más, por esas miradas juzgadoras o aquellos comentarios poco apropiados que le hacían sus compañeros. Agus trataba de ignorar como Lucila y Cata lo miraban entrar a la cocina, y aún más sus "susurros" dirigidos con odio hacia el de ojos cielo.
"Uy, cagamos..." "Ya se viene a comer todo de nuevo..." "Para mí que en cualquier momento le tira la boca a Salta y queda en ridículo el cagón éste..."
Esas idioteces salidas de sus bocas le afectaban, no iba a demostrarlo, claro que no, pero sí le afectaban, y mucho. El único en quien podía confiar ciegamente era en Marcos, "Salta" como le decían las víboras despectivamente. Él era un ángel, un chico bueno, amable, dulce y muy cariñoso con Agus, por eso es que ésta semana había decidio alejarse de él, no quería que el menor terminara hundido por su culpa. Pero el de ojos verdes lo sabía todo, notaba a su amigo con el brillo de sus ojos apagado, notaba que su amigo no estaba comiendo prácticamente nada, lo veía adelgazar, temía por su salud, sin dudas, pero más temía que su pequeño de gran temperamento sufriera por esa gente asquerosa.
Mientras el de ojos celestes se estaba preparando un té, Marcos no dudó en caminar hacia él con una sonrisa, intentando ignorar a las dos lechuzas que estaban tomando mate cerca de ellos, siempre buscando algo para molestar.

-Primooo, ¿Cómo ha dormido? -indagó el salteño con una amplia sonrisa-. ¿Quiere que le haga algo de comer?

El más bajo sonrió de forma inconsciente, él conocía sus gustos a la perfección, y estaba comenzando a sentir cosas por aquel chico del interior de sonrisa brillante y cuerpo perfecto, pero claro que no diría nada, no quería alimentar a los buitres.

-Dormí bien, ¿Y vos, primo? -ignoró sutilmente la segunda pregunta, moría de hambre, pero no quería comer nada.

-Muy bien, pero no me contestó. ¿Piensa desayunar un té solo? ¡Tiene que comer algo! -soltó con preocupación Marcos, Agustín se sentía horrible por hacer sentir mal a su amigo, pero no quería que le dijeran, aún más, que él comía demasiado.

"Vive comiendo..." "Sí, no le va a hacer mal no comer algo ahora..." Murmuraban las dos víboras a unos pasos de ellos. Marcos notó rápidamente lo que estaba pasando y no dudó en arremeter contra ellas.

-Creo que ayer les dejé muy en claro lo que pienso, si quieren decir algo, pueden hacerlo en voz alta, y sino, hablen en otro lado.

Escupió el de ojos verdes con evidente enojo, logrando que ambas chicas se fueran rápido de ahí, consiguiendo que el mayor se sienta aún peor, no quería ser una carga para su amigo, y mucho menos que él tenga que defenderlo siempre. No necesitaba defensa, él podía solo, o eso quería creer. Sin embargo el menor no iba a dejarlo sólo, ya estaba harto de oír aquellos comentarios estúpidos y que nadie haga nada, no le gustaba ver mal al de rulos, quería verlo siempre alegre y con una sonrisa, como cuando le hablaba sobre Valorant o El Señor De Los Anillos, que aunque el salteño no comprendiera absolutamente nada, lo escuchaba y preguntaba con tal de ver al mayor sonreír.

-Primo, ya te dije que no es necesario que me defiendas, puedo solo... -murmuró en voz baja Agustín con una sonrisa triste en su rostro.

-Lo sé, pero también sé lo que está haciendo, primo... Uste' está alejándose de mí, se está aislando para que nadie más quede en medio. Pero, ¿Sabe qué, primo? Mientras yo esté, no va a estar nunca más solo...

Aquellas palabras salidas de la boca de su amigo lo habían enternecido, le dió un pequeño, pero fugaz, abrazo para luego sentarse en la mesa a beber su té. Aunque el tacto entre ellos fue rápido, Marcos sintió como todo a su alrededor daba vueltas, su estómago tenía una extraña pero hermosa sensación, por un momento se olvidó del gran enojo que cargaba dentro por lo que le estaban haciendo a su amigo. Tomó un paquete de galletitas dulces para sentarse junto al mayor, las abrió y comió una para luego mirarlo.

-Agus... Coma algunas, tres al menos, eso le va a hacer bien.

Murmuró el de ojos verdes con un leve puchero en sus labios, su debilidad por el salteño le iba a terminar jugando en contra algún día. Frodo accedió con una pequeña sonrisa.

"No puede ser tan perfecto..." Pensó el de ojos azules mientras se comía una galletita.

El resto del día fue muy tranquilo, sorprendentemente, luego de la cena la gran mayoría se quedaron en la cocina o en el patio. Agustín estaba hablando con Coti, Daniela, Thiago y Marcos, hasta que se les acercó Nacho con una pequeña sonrisa. En silencio se sentó junto a Agustín, cosa que a Marcos le revolvió el estómago. ¿Qué estaba tramando ese intento de Paulo Londra? Y, ¿Por qué estaba tan cerca de Agustín? Antes de que alguno pudiera preguntarle algo, el rubio se le acercó, un poco de más para el gusto de Marcos, al mayor para poner su cabeza en su hombro. Todos los presentes estaban en silencio, incluído el propio Agustín, él no se esperaba aquello se ninguna manera.

-¿Qué haces Nacho?

Preguntó con cautela el de ojos celestes, tratando de ser lo más amable posible, ya que el chico en su hombro nunca le había hecho nada malo, en realidad se llevaban "bien", pero él se juntaba con la Tora y Cata, nada bueno podría salir de ese acercamiento.

-Nada, sólo quería estar un rato así, ¿Te molesta? -contestó con simpleza el rubio y una pequeña sonrisa en su rostro dirigiendo su mirada hacia el mayor.

-No, pero...

Antes de poder terminar de hablar, Marcos se levantó con la cara roja de ira y alejó, de forma muy sutil, al rubio. Nadie iba a acercarse así a Agustín mientras él siguiera en la casa.

-Agu' vamo' a dormir. Tengo sueño...

Mintió levemente el salteño con una pequeña sonrisa mientras extendía su mano al mayor. Frodo asintió algo confundido, aceptando gratamente la ayuda que su amigo le ofrecía para pararse. Una vez ambos estaban parados, vieron de reojo como Nacho se levantó también, todo ésto era raro para el salteño, ese rubio tramaba algo, estaba seguro. O quizás sólo eran sus celos hablando por él, pero tampoco le molestaba mucho aquello.

-Voy con ustedes, yo también tengo sueño -soltó con leve enojo el rubio.

-Ay Nachi, déjalos solos un poco, ¿No ves que el primo le quiere entrar a Agus?

Bromeó Daniela entre risas, siendo seguida por Coti y Thiago. El rubio sólo soltó un pequeño bufido pero no volvió a sentarse, sólo miró mal a Marcos para luego soltar lo que para el salteño fue una bomba atómica.

-Con mayor razón no los voy a dejar solos, Agus es mío.

Al principio fue tomado como una broma por todos los presentes, excluyendo al de ojos verdes que en ese momento quería ver al rubio a unos tres metros bajo tierra como mínimo, pero al ver la cara de seriedad deo rubio se dieron cuenta de que no estaba bromeando. Marcos, sin soltar la mano de Agustín, se encaminó hacia el cuarto casi arrastrando a su amigo, el cuál aún seguía sin palabras, era mucho drama en muy poco tiempo. Una vez entraron al cuarto, el salteño soltó suavemente la mano de su amigo, ambos revisaron que el rubio había sido retenido en el patio por Daniela, Coti y Thiago, los cuales al parecer lo estaban sometiendo a un breve interrogatorio.

MARGUS // ONE-SHOTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora