Tercero en discordia I

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-Y bueno, ¿Ya era hora de que lo conozcas no? Digo, es el supuesto mejor amigo de tu novio -comentó la correntina con una sonrisa mientras bebía un poco de su café.

-Supongo... Pero que sé yo... Es raro, Nacho vive hablando de él y después de como cinco meses lo voy a conocer -suspiró el de ojos celestes copiando el acto de su amiga.

-Ay Agus, no seas exagerado. Capaz el pibe estaba ocupado o Nacho se quería asegurar de que te quiere como para presentártelo -intentó calmar la rubia a su amigo con una sonrisa.

-¿Y eso tendría que hacerme sentir mejor? -preguntó el platense riendo-. Posta Coti, sos la peor para consolar a alguien.

-Sí, lo sé. Vos sos igual -acusó soltando una pequeña carcajada.

-Y por eso somos mejores amigos...

Siguieron la charla entre bromas tontas y chismes, lo normal en ellos. Todo iba bien hasta que un hombre alto, de cabello castaño con reflejos rubios, ojos esmeralda, cuerpo perfecto y una amplia sonrisa entró a la cafetería, traía puesta una remera blanca con las mangas y el cuello de un rosado pálido, jeans azules y zapatillas negras. El hombre se sentó a dos mesas de ellos, y Agustín quedó embobado al ver a ese hermoso ser humano. Constanza tuvo que darle un ligero golpe en el brazo para que éste volviera a la realidad..

-¿Mhm? -preguntó el enano apenado.

-Te estaba preguntando como era el nombre del pibe -dijo la correntina con una pícara sonrisa en su rostro, claramente había notado que su amigo se había quedado viendo a aquel hombre.

-¿De quién? -interrogó confundido haciendo reír a su amiga, por culpa de su escandalosa risa, el hombre perfecto volteó a verlos-. Coti, bajá la voz, ¡Loca! -susurró apenado el de ojos celestes al ver que el castaño los veía de lejos con una sonrisa.

-¿Pero de quien voy a estar hablando, tarado? No es mi culpa que te hayas quedado viendo a aquel flaco. Te estoy hablando del amigo de tu novio, boludo -contestó la rubia sin parar de reír, pero bajando el tono de voz para que la gente deje de verlos.

-Bueno perdón, no es mi culpa... -suspiró bajo viendo a su amiga-. Creo que se llama Marcos.

Ambos siguieron hablando como media hora más, hasta que Guardis notó que se le estaba haciendo algo tarde. Saludó a su amiga con una sonrisa y se fue del lugar, no sin antes cruzar miradas con el, que probablemente era, hombre más hermoso del mundo, el cual le guiñó un ojo con una sonrisa. Agustín tenía un gran sonrojo en sus mejillas, aunque estaba mal, ese acto por parte del desconocido le había subido el ego. Llegó a la casa de su novio y tocó el timbre con una sonrisa. El rubio le abrió para recibirlo con un dulce beso, el enano no se sentía como siempre, sentía que ese beso era algo vacío, pero intentaba no darle importancia. Entró a la casa con una sonrisa fingida en su rostro.

-¿Tu amigo ya llegó? -preguntó el enano sentándose cómodamente en el sillón seguido por su pareja.

-No, el boludo se quedó en una cafetería hablando con la amiga de un chico que lo dejó tarado. Al parecer no es asexual como yo pensaba, sólo no había encontrado alguien que le llamara la atención. Pero parece que el pibe tiene novio y el otro bobo se quiere matar -comentó entre risas el rubio.

-No deberías reírte, capaz a él le dolió boludo... -comentó Agustín sin mucha gracia.

-No te podés enamorar así de una, todo tiene un proceso, amor -explicó el de barba sonriente.

-¿Por eso no conozco a tus amigos y cada vez que vengo jugamos a la play o vemos películas como si fuéramos amigos? -preguntó irritado el enano, intentaba que aquello no le molestara, pero era imposible.

-Ay amor, no hagas drama por algo tan pelotudo -bufó cansado el rubio.

-Bueno...

Agustín se sentía como un idiota a veces, Juan Ignacio lo trataba como si fuera su amigo, no su novio, y aunque Guardis intentaba tenerle paciencia, era muy difícil. Tal vez hubiera sido mejor quedar como amigos y no pasar a algo más cuando el otro no estaba listo, porque aunque dijera que lo estaba, era claro que no era así. El timbre sonó por fin, haciendo que Castañares se levantara a abrir la puerta mientras Frodo se quedaba en silencio, conteniendo nuevamente sus lágrimas. A los pocos minutos entró su novio seguido del hombre al que Agustín se le había quedado viendo en la cafetería, ¿A caso ese bombón era el tal Marcos? Definitivamente ese no era un buen día para el enano. Al parecer el castaño más alto lo había reconocido, ya que se había quedado viendo al de ojos celestes con cara de sorpresa totalmente petrificado.

-¿Él es Agustín? -preguntó en shock el más alto.

-Sí. Agus, él es Marcos, mi mejor amigo -comentó el rubio sonriente-. Voy a buscar algo para tomar, los dejo solos para que se conozcan un poco, intenten no matarse. Frodo es algo tímido pero dale un poco de charla y después no se calla.

Advirtió Nacho antes de irse del living dejando a ambos chicos solos. Marcos se sentó junto a él algo incómodo, ya que se había quedado hablando un poco con la amiga del chico creyendo que no iba a volver a verlo, pero ahí estaba, sentado junto a él y sin poder hablar.

-Así que vos sos Marcos... Un gusto, soy Agustín. Me podés decir Agus o Frodo, me dicen Frodo por el personaje...

Mientras el más bajo hablaba sin cesar, el salteño admiraba en silencio las facciones del chico. No creyó que podría tenerlo tan cerca y sin esfuerzo alguno. Cuando llegó a los ojos del chico, notó que estaban levemente rojos y cristalizados, como si estuviera al borde de llorar. Intentó tranquilizarse y contener su curiosidad, pero no lo logró, Marcos era muy sobreprotector cuando alguien le gustaba, y aunque estuviera mal, quería proteger al novio de su amigo.

MARGUS // ONE-SHOTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora