No quiero perderte I

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Agustín iba caminando tranquilamente por las calles de su ciudad natal, hacía mucho tiempo que no iba. Se había puesto en pareja con un hermoso salteño de cabello castaño, pero últimamente las cosas no estaban muy bien, discutían mucho y luego se ignoraban un par de días, ya no era lo mismo. El platense sentía que su pareja ya no lo quería, así que tomó la deliberada decisión de irse una semana a su viejo hogar para poder pensar mejor las cosas. Le dejó una nota a su novio en la puerta de la heladera, para asegurarse de que éste la vería sin dudas. Una vez que llegó a su viejo departamento, dejó su teléfono en silencio y se fue, sin rumbo fijo, a caminar un poco para despejar su mente. Luego de unas cinco horas de sin rumbo su estómago comenzó a rugir, así que creyó que ya era hora de volver a su departamento. El enano tenía el brillo de sus ojos apagado, en su mente pasaban los mejores recuerdos que tenía con su pareja. El día en que se conocieron...

 Bienvenido a Salta, primo comentó con alegría un muchacho alto, de cabello lacio castaño y ojos verdes como las hojas en primavera. 

 Ho-hola... ¿Vos sos Marcos? indagó el más bajo, totalmente embobado con la belleza de su contrario.

 Sí, e' un guto. ¿Puedo decirle algo? 

 Obvio... -murmuró al de ojos celestes con un leve rubor en las mejillas.

— Me alegra que uste' sea mi nuevo compañero de cuarto, espero que no se ofenda, pero es muy hermoso...

Luego de eso, llegó otro recuerdo, aún más doloroso que el anterior. Su primera cita. Agustín había llegado del trabajo y el chico que lo volvía loco le había preparado una cena romántica para confesarse, cosa que al enano le sorprendió gratamente. Lo mejor vino después de la cena, esa charla que cambiaría su historia.

— Agu', tengo algo re importante que decirle... —murmuró el salteño con evidente nerviosismo.

— ¿Qué pasa, Mar? Sabés que podés decirme cualquier cosa, yo no te voy a juzgar por nada —tranquilizó el mayor en edad.

— Me enamoré... —susurró el más alto con la voz temblorosa, el ojiceleste sintió como su corazón se estrujó en su pecho, sólo devolvió una leve mueca que intentaba simular una sonrisa—. Me enamoré de uste', Agu'... 

— ¿De mí? —farfulló el chico con emoción y sorpresa, luego de varios minutos de silencio.

— Sí Agu', e' que uste' e' el único que me entiende, el que con sólo una mirada sabe lo que quiero deci', al que veo y me quedo to' tonto, esa sonrisa suya algún día me va a mata', y ya no me podía seguir callando esto que siento por uste'... Si lo incomodo yo... 

Antes de que el más alto pudiera seguir hablando, Guardis lo calló con un dulce beso en los labios. Algo que ambos habían anhelado desde el primer momento que se vieron. Una oportunidad única que el enano no iba a desaprovechar.

— También estoy enamorado de vos, Marquitos... —murmuró el enano en los labios del otro.

Seguido a eso, llegó un recuerdo no tan bueno, su primera pelea. Agustín la recordaba a la perfección. 

— Ay Marcos, no te podés enojar por algo así —bufó con leve cansancio el mayor, ya harto de discutir sin  sentido. 

— Sí me vo' a enoja', ese tipo te baboseó a dos mano' y vo' me decí' "Es un amigo" "Jode así", bueno, a mí no me gusta que "joda así" —expresó con enojo el más alto mientras se cruzaba de brazos. 

— ¿Pero por qué? Es mi amigo hace una bocha, no quiero dejar de hablarle...

— ¿Eh? No, me está entendiendo mal. No quiero que deje de hablarle, quiero que su amigo se ubique un poco, na' má' —explicó el de ojos verdes con una pequeña sonrisa al notar que su novio no le había entendido muy bien.

— Ahh... Flasheé, mala mía —murmuró apenado el enano sentándose junto a su pareja mientras dejaba salir una pequeña risita nerviosa.

— No te preocupé' Agu', fue un malentendido. Sólo te digo que no me gusta que tu amigo te haga esos chistes, al menos no adelante mío, no es una situación muy cómoda que otro hombre piropeé a mi pareja adelante mío, ni siquiera en joda —el más alto tenía eso, cuando quería se hacía entender a la perfección, pero a veces no era lo suficientemente claro. 

— Bueno, voy a hablar con él, te lo prometo —aseguró el enano con una sonrisa. El resto de esa noche fue paz, tranquilidad y reconciliación. 

Y así, poco a poco cada recuerdo, bueno y malo, lo atormentaba en el camino hacia su departamento. Estaba tan absorto en sus pensamientos, que ni siquiera notó cuando comenzó la lluvia, al menos no hasta que ya estaba empapado, cosa que tampoco le importó mucho. Por último, su mente lo llevó a la última discusión que había tenido con su pareja, la más dolorosa y la que le hizo tomar la decisión de irse unos días lo más lejos que pudo. 

MARGUS // ONE-SHOTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora