Relación Falsa I

874 83 3
                                    


-Por favor -pidió el platense por quinta vez en cinco minutos.

-No -volvió a responder el salteño.

-Por favorcito... -murmuró otra vez.

-No.

-Porfiiiiiis -rogó el más bajo haciendo un tierno puchero-. Te juro que nunca más en toda mi vida te pido un favor...

-Agu' e' mucho lo que me está pidiendo... -dijo con suavidad el ojiverde.

-Lo sé, por eso te digo que nunca más te pido nada... -se arrodilló adelante de su mejor amigo abrazándose a sus piernas-. ¡Te juro que es lo último, Marquitos!

-Primooou -bufó bajo el chico con una sonrisa-. ¿Va a poder besarme sin enamorarse de mí? -bromeó el más alto con una sonrisa.

-¿Que? ¡No vamos a darnos ningún beso! -aseguró el más bajo sonrojado ante las palabras del contrario.

-¿Y cómo vamo' a fingir ser pareja si no nos besamo'? Ni Nacho ni nadie no' va a creer, primo -murmuró entre risas el salteño.

-Bueno, tenés razón... -admitió el ojiceleste sentándose en la cama de Marcos-. Igual, yo puedo darte un beso y no sentir nada, ni que pudieras enamorarme como haces con todos, amigo.

-Ta bien, primo... -accedió con una leve sonrisa-. Entonce', su gran plan es fingir que estamos saliendo para que Nacho se ponga celoso, ¿No? -indagó el ojiverde, para ver si su amigo realmente estaba pensando con claridad o desistía de la idea.

-Exacto. Estoy muy seguro de que va a salir bien, lo prometo -asintió el enano sonriente, dándole a su amigo la confianza que éste quería oír, aunque no estuviera tan seguro de su propia idea.

-¿Empezamo' mañana? -indagó el salteño sentándose junto a si amigo.

-Mañana.

Aseguró Agustín con una amplia sonrisa. Luego de idear bien la estrategia, los detalles de su ficticia relación y demás tonterías que podían llegar a preguntar, el más bajo se dirigió a su cuarto para poder dormir. Ambos vivían en un departamento cerca de su universidad, Marcos estudia Psicología y Agustín estudia Abogacía, así que había algunas materias que compartían. Junto a ellos estudiaban varios chicos que se habían vuelto sus amigos, pero había uno en especial que llamaba la atención del enano, Juan Ignacio Castañares, estudiante de Psicología, compañero de Marcos y un chico muy dulce, amoroso y lindo a los ojos de Agustín.
Al día siguiente, en la primera clase, Ginocchio comenzó a hablar con su amigo, animadamente, sobre que estaba saliendo con alguien.

-¿Posta amigo? Eu, re bien. ¡Te felicito! -chilló el rubio con alegría-. ¿Quién es el afortunado? ¿Lo conozco? -interrogó el chico con curiosidad.

-Em... Sí, uste' lo conoce primo -comentó con una amplia sonrisa. No puedo creer que estoy haciendo ésto... Cómo lo tengo que querer, Agu'...

-Bueno, ¡Necesito saber ya el nombre! -murmuró alegre el ojiceleste.

-Le digo en el almuerzo, primo...

El salteño no estaba muy cómodo con la situación, odiaba mentir, y mucho menos a sus amigos, además, no veía feo a Agustín, de hecho el chico le resultaba extremadamente lindo desde el momento en que lo conoció, pero él sabía perfectamente que el platense no podría verlo como más que a un amigo. Por fin llegó la hora de almorzar con sus amigos, mientras que Nacho estaba ansioso por saber quien estaba en el corazón del salteño, el segundo quería cavar un agujero y meterse dentro de éste por varios años, estaba nervioso, demasiado para su gusto. La voz del rubio lo sacó de su mente.

-Ahí está Agus -comentó sonriente haciéndole señas para que éste se acercara, lo cual claramente hizo.

-Hola bombón -dejó salir el de ojos verdes con una sonrisa, tomando de la cintura a su amigo, para depositar un suave beso en su cachete-. ¿Cómo le fue en sus primeras clases, amor?

Bueno, no es tan malo... Puedo demostrarle lo que siento por él, sé que él si va a estar fingiendo, pero al menos yo no tengo que hacerlo por un tiempo...

Pensó Marcos con una amplia sonrisa, comenzando a acariciar suavemente la cintura del más bajo, el cual sólo sonreía, permitiendo que un leve sonrojo se exparsa por sus pálidas mejillas.

-Bien, todo tranquilo por suerte... ¿Y vos, mi amor? -devolvió la pregunta el enano apoyando sus manos en el pecho del mayor.

-Paren... ¿Estás saliendo con Agus? ¿En serio? -indagó Nacho totalmente sorprendido.

-Le dije que le decía en el almuerzo, primo... -murmuró sonriente el salteño apoyando su cabeza en la del más bajo con ternura-. ¿Qué decirle, primo? Éste hombre me tiene loquito... -sentenció el más alto con alegría, sintiendo como la opresión que hacía rato tenía en el pecho, comenzaba a desvanecerse.

-¿Te gusta Marcos, Agus? -interrogó confundido el rubio.

-Obvio, ¿Cómo no me va a gustar? ¿Lo viste?

Contestó volteando a ver al más alto a los ojos con una amplia sonrisa. El enano sintió un escalofrío recorrer por todo su cuerpo, era la primera vez que podía ver al ojiverde tan de cerca y a detalle, y para ser honestos, Marquitos era extremadamente guapo. Ahora entendía porque todos en la universidad lo invitaban a salir a diario, pero no comprendía porque rechazaba a todo el universo.

-Así que por eso rechazas a todo el mundo, Salta. Vos lo querías al enano sólo para vos, muy bien jugado amigo.

Bromeó con ternura y sarcasmo. Se notaba a la distancia que el chico no les creía. A los pocos segundos llegó Constanza, estudiante de Medicina, y Alexis, estudiante de Abogacía, sólo que era un año mayor que Agustín. Ambos, al ver esa escena, festejaron sonrientes.

-Ya era hora que active, primo -bromeó riendo la correntina con una amplia sonrisa.

-Ay Coti, por favor -murmuró Nacho entre risas-. Están jodiendo, boluda... No son novios ni nada.

-¿Celoso, amigo? -rió el Conejo.

-No estoy celoso, es sólo que sé que es mentira. Agus siempre me coquetea, no saldría con Marcos y me tiraría onda a mí. Sino es alto garca -contestó el rubio con leve molestia.

-¿Posta pensaste que te tiraba onda? Amigo, era para llamar la atención de Marquitos, y parece que funcionó... -contraatacó el enano sonriente volteándose para ver a su supuesto novio.

-Sí, sigue pareciéndome una idea absurda, pero le funcionó -aseguró el más alto con leves celos.

-¿Ah sí? Bueno, dense un beso y ahí les creo...

Desafió Juan Ignacio con una amplia sonrisa victoriosa. Si eso sólo era una absurda mentira, no se besarían y él tendría razón. Si lo hacían, lo más probable es que le cerraran la boca, pero sería algo muy tonto ya que podrían arruinar la amistad que tenían.

¿Y ahora? ¿Qué hago?... Pensó Marcos aterrado.

MARGUS // ONE-SHOTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora