XLV. Tom Beckham [2]

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CAPÍTULO

XLV

Tom Beckham [2]

27 de noviembre de 1983

DOMINGO

11:52 a.m.

Itchy

Abrí los ojos en cuanto sentí que el agua inundó mi nariz y garganta obligándome a sentarme y toser hasta sentir que pude respirar correctamente; y me giré al notar a mi padre con una cubeta en su mano y a mi madre mirándome desde detrás de él. La cama a mi alrededor estaba empapada como yo y, entrando en razón después de haber sido tan repentinamente, limpié mi rostro con mi camiseta empapada mirándolos a ambos sin entender qué pasaba.

—No despertabas, idiota —me dijo papá, y mamá, ignorándolo, fue hasta donde me encontraba para tomar mi rostro entre sus manos mirándome con una preocupación que no parecía realmente sincera—. Estoy llamándote desde las nueve de la mañana para irnos y estuviste dormido todo el día de ayer.

—¿Te sientes mal? —preguntó mamá llamando mi atención y negué con la cabeza.

—¿Qué hora es? —pregunté a papá que no lucía nada contento.

—Casi medio día. —Sorprendido, giré hacia mi despertador y me pregunté si acaso había sonado.

—Ya voy a levantarme —dije incómodo moviéndome de las sábanas y papá solo me dedicó una última mirada antes de irse de mi habitación azotando la puerta al salir.

Suspiré sintiendo como si el demonio que me atormentó toda la noche se hubiera por fin alejado de ahí y me dejé caer en la cama con mamá observándome desde su posición. Cerré los ojos unos segundos cargados de sueño y pensé que había tenido un pésimo sueño, pero ya lo había olvidado por el susto justo al despertar. Aunque podía recordar a Todd y ligeramente a Toka.

—¿Tuviste pesadillas? —preguntó mamá y le miré asintiendo solo un poco. Ella, dedicándome una leve sonrisa, dio dos pequeños golpes en mi rodilla y tuve que sentarme antes de que cayera dormido nuevamente, aunque miré incómodo mi cama mojada sabiendo que tendría que arreglar eso antes de irme —. No parecía que estuvieras teniendo un buen sueño.

—Anoche no podía dormir, así que tomé algunas pastillas —le confesé. Ella no se molestó en reaccionar a eso.

—¿Por qué? —preguntó rodeando mis hombros en un acto cariñoso, así que me atreví a recostar mi cabeza sobre su hombro—. ¿Hay algo que te esté preocupando? —Negué, porque obviamente no quería contarle lo que pasó con Todd, además de que todo tenía que ver con Toka—. Déjame adivinar, hiciste algo que no debías hacer y te carcome la conciencia. —Me reí y negué separándome de ella para verle de frente.

—No es nada —mentí y mamá me sonrió dándome un pequeño golpe en la mejilla.

—Duermes casi todo el tiempo que estás en casa, cariño —me dijo levantándose de la cama y acomodando su largo vestido—. La preocupación te delata y nosotros siempre nos damos cuenta cuando algo te molesta. —Inclinándose para depositar un beso sobre mi cabeza, agité mi mano restándole importancia y, levantándome junto con ella, me apresuré a ir en dirección a mi armario—. Ten cuidado —dijo ella llamando mi atención, aunque solo le vi un segundo antes de tomar una simple camiseta negra y unos jeans.

—Mamá, solo no podía dormir —le dije sin más—. No es gran cosa tener insomnio. Y te aseguro que no estoy haciendo algo malo. ¿O deduces algo así solo porque tuve que tomar pastillas para poder cerrar los ojos? —pregunté girando en su dirección después de cerrar la puerta del armario. Ella, mirándome con una sonrisa, se encogió de hombros y se cruzó de brazos.

El chico de los ojos violetasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora