CAPÍTULO
XIV
27 de septiembre de 1983
Caminé hasta la enfermería después de la clase de física. Aún quedaba dos horas para que terminara el horario escolar y pudiera regresar a casa, pero el aspecto de Mao y su fiebre me tenía tan preocupado que no pude poner atención en las últimas clases como me gustaría. Eso, y que Orson no se veía de buen humor por lo sucedido en la hora del almuerzo.
Me asomé por la puerta esperando ver al médico en turno de la escuela, pero no había nadie detrás del escritorio. Miré en ambas direcciones del pasillo antes de entrar, como si fuera a hacer algo prohibido, y di un pequeño paso en dirección a la mesa donde estaba una carpeta de registro. El único nombre en la lista era "Pinefield" con corazones escritos en las i. Supuse que Todd lo escribiría y sonreí un poco divertido.
Caminé hasta la entrada que daba a las camillas y me asomé, viendo al chico que buscaba recostado en una de ellas, con un libro de la biblioteca en su mano. Le miré, pensando que su mente se veía más aclarada en ese momento, como si hubiera descansado lo suficiente para poder levantarse. Aunque las ojeras marcadas debajo de sus ojos no se borraban aún. Sonreí, seguro de estar un poco sonrojado, y pensé en retirarme justo cuando levantó su vista, notando mi presencia.
-Ah... hola. -Me saludó. La sonrisa en mi rostro desapareció, pero la de él de repente se asomó. Avergonzado, miré hacia otro lado, pensando en una excusa como decir que estaba enfermo o algo parecido, pero él volvió a hablar antes de que las ideas llegaran a mi cabeza. -Pasa.
Hice caso a lo que me pidió sin saber qué esperarme después de unos segundos de indecisión. Caminé hasta la camilla donde estaba, esta vez sin desviar mis ojos de los suyos. El violeta de ellos, mezclado con leves tonalidades de azul y negro, combinado con el oscuro cabello que caía sobre su frente y su blanca piel sonrojada por la fiebre, le hacía ver como alguien de actitud fría, como si fuera alguna criatura que solo vivía en el invierno, pero la forma de su mirada me decía todo lo contrario.
Sus ojos, como si estuvieran absorbiendo mi alma, me llevaron a él, quería tomar la mano que sostenían ese libro y entrelazar mis dedos con los suyos; y sonreírle como si no estuviéramos apenas conociéndonos, literalmente. Ambos estábamos en silencio, solamente mirándonos uno al otro. La lluvia fuera del edificio volvió a soltarse como la semana pasada. Dura, agobiante, abundante. Rompiendo el abismo silencioso entre ambos, pero a la vez acompañándolo como si fuera parte de nosotros.
-¿Qué haces aquí? -Inhalé como si hubiera estado en pausa todo ese tiempo. Parpadeé y agaché mi mirada, guardando mis manos en los bolsillos de mis pantalones y mirando en aburrido patrón del suelo. Apenado, busqué una silla detrás de mí, y la jalé para sentarme, quedando justo a la altura del delgado colchón.
-Yo solo... creí verte muy enfermo. -Le miré de nuevo; no era mentira. -Me preocupé.
-¿Por qué? -Preguntó. "Porque me gustas", pensé, y que, obviamente, no diría. -¿Eres mi admirador? -Sonrió. -¿Un fan? -Parecía querer bromear, pero no tenía ideas que vinieran rápido a mi cabeza, porque quizás sí era alguna especie de admirador muy extraño, así que negué y bajé de nuevo mi cabeza haciéndome, seguramente, ver aburrido. -Vamos, no lo niegues. Estabas viéndome el otro día en la cafetería.
-Lo... lo siento. -Como si hubiera cometido un crimen, contesté con una voz rota. Volvimos a estar en silencio, a excepción de la lluvia y el viento sacudiendo los árboles fuera del edificio, y me puse de pie para retirarme, dándome cuenta de que él se había acercado a mí cuando tenía la cabeza baja. Se enderezó, y cerró el libro que tenía en su regazo, éste cubierto por una sábana. Los movimientos de su cuerpo eran tan continuos, y parecían tan delicados, que era adictivo verle. -Tú... eh, ¿cómo estás? -Pregunté sin saber cómo continuar la conversación.

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El chico de los ojos violetas
Teen FictionKarl desconoce la identidad del chico que siempre ha llamado su atención. Sólo tiene dos ideas sobre él. Uno, que su apellido es Pinefield, y dos, que es hijo del hombre con la peor fama en toda la cuadra. Pero él no está dispuesto a quedarse sin co...