XXXVIII. 19 de noviembre de 1983 「2」

1K 72 443
                                    

Capítulo

XXXVIII

19 de noviembre de 1983

Encuéntrame. Esta mierda no deja de salir.

—Itchy

Charlie

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Charlie

—Sinceramente, no sé si sea correcto ayudarte. —Dijo Todd llamando nuestra atención una vez cada uno tomó un vaso con algo de beber y salimos al pasillo para ir a donde se encontraba toda la gente aunque nos detuvimos porque allá sería imposible hablar por lo alto de la música. —No sé si le gustes a Mao o no, pero tampoco veo razones de que no sea así. 

—Uh,.. no te preocupes por eso. —Dijo Karl bebiendo de su vaso y guardado su mano restante dentro del bolsillo de su pantalón. —Tampoco es como que quiera apresurar las cosas con él, aún nos estamos conociendo después de todo.

—Bueno, eso es cierto. —Aceptó Todd cruzándose de brazos. Él había obtado por llevar una cerveza nada más. —Pero, ¿no sería lindo que ambos fueran comenzando algo lentamente? Digo, ahora Mao tiene la mente llena de cosas seguramente, pero... no veo por qué serías una mala opción para él. —Dijo Todd. Karl pareció sonreír, aunque se notaba que no quería hacerlo tan evidentemente. —Sin embargo. —Dijo llamando de nuevo la atención del mayor. —Debes de tomártelo en serio. No haré que Mao se ilusione con algo que no tiene futuro.

—Ah... yo. —Karl parecía bastante reacio a hablar sobre el tema.

—Se lo tomará en serio. —Le dije a Todd y Karl volteó a verme abriendo la boca sorprendiéndose de que opinara algo por él, pero sinceramente Karl parecía bastante motivado en seguir conociendo a Mao que dudaba que no fuera a tomárselo en serio.

—Bien. —Sonrió Todd convencido de ello.

—¡No me lo putas van a creer! —Gritó el inconfundible Orson llegándo hasta donde estábamos con un beso pintado en su mejilla y las manos extendidas delante de él. Los tres volteamos a verlo con cierta sorpresa porque precisamente nos había agarrado con la guardia baja y Karl lució asustado, como si la persona menos indicada hubiera descubierto su peor secreto. —¿Qué? ¿Mataron a alguien? —Preguntó. Orson ya olía a tremendo alcohol.

—¿Quién te dio ese beso? —Pregunté para cambiarle el tema antes de que el segundo comenzara a tartamudear de los nervios y terminara diciendo sus sentimientos a otra persona por accidente, aunque técnicamente lo último fue mi culpa. Orson abrió su boca en forma de O, y se cruzó de brazos poniendo un gesto de cretino.

—Una chica con un enorme trasero. —Orson suspiró como un enamorado y, en pequeños brinquitos como los de una niña juguetona, entró en la cocina para sentarse sobre uno de los asientos de la barra. —Era universitaria, de cabello rojo y pronunciadas caderas. —Unió sus manos y sonrió como un idiota. —Sus pezones saltaban de su vestido como dos tapones de cocacola. ¡Plup, plup! —Orson abrió y cerró sus manos dos veces conforme hizo los ruidos y entorné los ojos por su estupidez. —Le dije que si me daba un beso, haría lo que quisiera.

El chico de los ojos violetasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora