XXXV. 14 de noviembre de 1983

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 CAPÍTULO

XXXV

14 de noviembre de 1983

53°47'59'' N, 1°32'57''W.

XX

 Juicy

Mi frase favorita en todo el cine era "Leave the gun, take the canolli". ¿Por qué? Me parecía realmente curiosa, la verdad. Fue algo espontaneo, porque el guion solo mencionaba "Leave the gun", sin embargo, el actor no podía dejar los preciosos canollis detrás una vez asesinaron a Paulie Gatto, el conductor personal de Vito Corleone tras traicionar la lealtad de la familia. Yo tampoco hubiera dejado los canollis atrás, aunque sí hubiera dejado vivo a Paulie.

Así como los canollis, Jyushiko, mi hermana menor, era alguien a quien no podía dejar atrás. ¿Qué? ¿No estaba bien comparar a una persona con comida? Bueno, en realidad no le veía nada de malo. Los canollis eran deliciosos. Mi hermana... no sabía si era deliciosa, no era un zombi como en Dawn of the dead donde se comían a sus víctimas, pero era una persona preciosa. Algo lunática... demasiado enamoradiza, pero preciosa. Fuera como fuera, la adoraba.

Era por eso por lo que creía simpatizar con los sentimientos de Itchy en cuanto le mencionábamos que debía de huir de su casa y él se negaba rotundamente solo por el hecho de querer sacar a su madre de ahí también. Era complicado, por supuesto, pero lo que no entendía era cómo podía ser tan ciego a pesar de que las cosas eran muy obvias frente a él.

¿Cómo podía explicar la personalidad de la señora Ichiko? ¿Amable? ¿Seria? ¿Adorable? ¿Psicópata? Dependía del día que llegaras a la casa, pero suponía que esos cambios de actitud eran culpa del hombre con el que estaba casada. Aunque no estaba tan seguro. La primera vez que llegamos a comer Todd y yo, ella nos sirvió un plato de crema de calabaza y también una pechuga de pollo con ensalada y puré de patata. Itchy apenas y tocó su plato; pero Todd y yo comimos bastante puesto que la comida era deliciosa. Al finalizar la comida, ella le dio una medicina.

Itchy dijo que su madre le contó que eran simples vitaminas, y por lo poco que comía, no dudamos de ello. Sin embargo, al comenzar a ir seguido a su casa, al menos una vez al mes, comenzamos a notar que antes de cada comida dejaba caer una pastilla más en sus bebidas que se disolvían rápidamente en los líquidos.

Fue en las vacaciones de verano cuando Todd y yo comenzamos a sospechar que algo no estaba del todo bien. Quizás aquellas pastillas no eran solo vitaminas. Itchy no quiso beber la bebida que su madre le dio y, después de varias insistencias en que lo tomara, agarró el vaso lanzando todo el líquido en el rostro de Mao justo delante de nosotros. Todos nos quedamos serios, y Mao no sabía ni como mirarnos, porque avergonzado solo agachó la mirada justo cuando ella se marchó de la mesa.

La excusa, esa vez, fue que su padre y ella habían peleado en la mañana, y ella estaba sensible. Así, suceso raro tras suceso raro, Itchy siempre tenía una justificación. Cuando ella le soltó un "Puto bastardo" después de que la hizo enojar por no haber limpiado el baño correctamente, y la excusa fue que él había sido grosero con ella una noche antes. Cuando ella le dio una bofetada solo por no comerse toda una sopa, fue que sus rosas se habían secado hacía dos días.

Sin embargo, casi de un momento para otro, la señora Ichiko podía ser una mujer muy diferente. Porque a veces solo nos miraba desde la cocina, protegida por la barra que nos separaba del comedor. Y en otras ocasiones era una mujer cariñosa que abrazaba y besuqueaba la mejilla de Itchy hasta hacerlo reír. A veces, era tan sumisa que se agachaba con los ruidos fuertes. Y, pocas, pero presentes ocasiones, podía ser tan violenta como el hombre con el que estaba casada.

El chico de los ojos violetasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora