XXXVII. 19 de noviembre de 1983「1」

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*Hay algunas notas importantes al final, por favor, leéanlas*

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Capítulo

XXXVII

19 de noviembre de 1983 「1」

Le disparé a mi padre, y fue tan satisfactorio que solo deseo probar su sangre. Ah, ¡quiero dispararle de nuevo! Quiero dispararle tanto que deseo deformar su asqueroso rostro. Aunque haya sido solo un sueño.

—XX

Karl

—¡Sal ya, zorra! —Escuché gritar a Todd fuera de mi casa y miré incrédulo en dirección a la ventana desde el pasillo. El menor del grupo, empezó a sonar el claxon una tras otra vez sin molestarse en pensar en mis pobres vecinos, y solo me apliqué un poco de loción en el cuello para llevar un olor agradable, no sin antes apagar todas las luces y asegurarme de que las almohadas que simulaban una figura humana en mi cama estuvieran bien acomodadas. Todo en caso de que llegara mi mamá y descubriera que no estaba ahí. —¡Karl! —Escuché gritar a Todd.

Refunfuñé por última vez pensando en que mis amigos en serio amaban llamar la atención, y solo aseguré bien mi ropa una vez más frente el espejo antes de salir. Me vestí con lo mejor que creía que tenía en mi armario, aunque la mayoría de lo que me había puesto era de color negro con excepción de la camisa azul y salí de mi cuarto asegurando todas las puertas en mi camino.

El día de ayer, una vez que Toka se fue de mi casa, no pude evitar entrar en pánico y correr a cerrar todo con llave cuando mis piernas volvieron a funcionar correctamente y dejaron de temblar por el miedo que se apoderó de mi cuerpo, sin embargo, incluso si cerraba con seguro, no podía sentirme realmente protegido dentro de mi casa.

Él había entrado por la puerta de la cocina tan fácilmente que era como si yo le hubiera entregado la llave de mi hogar. Sentí pánico, no solo por mí, sino por mi hermana y mi madre, quienes en ocasiones se quedaban solas. ¿Qué me aseguraba que un hombre como Toka no podría regresar y amenazarme con su seguridad? Me había quedado tan preocupado que no pude pegar ojo en toda la noche por el hecho de que mi hermana aún no llegaba, y no fue sino hasta las tres de la mañana que por fin se mostró, que pude ir a dormir al menos sabiendo que nada malo le había pasado.

Pude descansar el resto del día de hoy, y terminé levantándome bruscamente después de haber vivido una pesadilla viendo una y otra vez la imagen de ese hombre mirándome directamente de la oscuridad listo para plantar una bala en mi cabeza. El solo pensarlo me causaba escalofríos. ¿Cómo era posible que Mao se fijara en alguien como él si era completamente terrorífico? Él debía de tener sus razones, por supuesto, pero dentro de mi cabeza ninguna razón parecía ser lo suficientemente lógica.

Saliendo de mis malos pensamientos de una buena vez por todas, me apresuré hasta llegar al auto de Todd quien tenía Edge of seventeen en la radio. Podía escucharlo hasta afuera y me sonrió cuando me fui acercando a la vez que miraba a los lados esperando que ninguno de mis vecinos haya salido a verificar que estaba escapándome de mi madre. Me aproximé hasta el lado del acompañante, y abrí la puerta justo cuando Todd le bajó un poco el volumen.

—¿Listo? —Preguntó y asentí guardando mi cartera en mi bolsillo trasero y mis llaves en el delantero. —Recogeremos también a Charlie y Juicy, ¿de acuerdo? —Preguntó dando reversa y tirando un bote de basura de mi vecino sin cuidado, aunque poco le importó porque avanzó sin molestarse si quiera en ver qué golpeó y dio vuelta en U para salir de la cuadra.

El chico de los ojos violetasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora