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Murmullos de la brisa.

— Así que lo recordás. — dijo Soobin, en su semblante cruzando por un instante una mueca llena de ironía. 

Yeonjun se quedó estático por algunos segundos, procesando la situación. Una expresión extraña en una cara familiar era suficiente para confundir a su cerebro en esos momentos, lo que lo dejó con la leve sensación de que estaba parado frente a un desconocido. Pero no lo estaba, aquel no era nada más ni nada menos que la persona que más cercana a él era. Quería responderle, quería disculparse, pero nada aparecía en su cerebro para hacerlo. Lo único que pudo hacer fue asentirle al aire, sin siquiera ser capaz de devolverle la mirada a los ojos de su... de Soobin.

Sin embargo, él también permanecía en silencio, sin darle ningún atajo en su misión de romper la tensión que había entre los dos. Podía sentir sus pupilas clavadas en su cara, e incluso que la piel se le erizaba por causa de lo que aquellas cargaban al verlo; enojo. El que Soobin fuera tan pacífico, tan calmo, lo convertía en el peor miedo de Yeonjun. Una persona que al estar molesta se mantenía tranquila no podía ser otra cosa que atemorizante. Él podía lidiar con diálogos y discusiones, podía disculparse si lo empujaban a ello; pero no podía, por mucho que lo estuviera intentando, obligar a su propia mente a que lo hiciera en medio de tal quietud.

— ¿Y bien? — presionó el pelirrojo, habiéndose cansado de su falta de acción en esos momentos. — ¿No vas a decir nada?

— Es que no sé qué decir. — admitió Yeonjun, aplanando la ropa que cubría sus piernas. Mantenerse sentado frente a su altísima figura en una situación así lo hacía sentir diminuto y comprimido, por lo que lentamente se levantó del colchón de su cama para nivelar la diferencia que había entre ellos en esos momentos.

— ¿No sabés qué decir? Sí, ya sé que te falta ese criterio, anoche lo dejaste bien en claro. — recriminó Soobin, y en su voz había ironía de la más pura, lo que hizo que inmediatamente se arrepintiera de haberse parado, porque sintió el golpe seco de sus palabras darle de lleno en el pecho. El pelinegro no pudo creer que su mejor amigo estuviera usando un tono así con él, no porque lo considerara injustificado, sino porque simplemente no lo podría haber anticipado de él, de aquel chico de modos suaves que pocas veces realmente se enojaba.

Y ahora estaba enojado con él, con él, que se suponía que era su persona especial.

— Perdón, Bin. — soltó luego de carraspear, en apenas un hilo de voz. El menor se mantuvo sin siquiera hacer sonar su respiración en lo que esperaba a que continuara, quietísimo en su posición. Yeonjun no podía ver su expresión, su cara inclinada en dirección a sus pies desnudos, pero tenía la pequeña sospecha de que debía ser una llena de paciencia, lo cual hacía que su garganta se secara aún más. — No tenía ningún derecho a exponerte de esa manera. — agregó.

— No, no lo tenías. — respondió inmediatamente el más alto, logrando que su cuerpo reaccionara por instinto, levantando su vista hasta la suya. Sus ojos llenos de nada eran algo que jamás pensó ver; lucían como los orbes vacíos de una muñeca, o como la mirada de una persona que ya no espera nada de la vida. Alguien tan brillante como Soobin no debía verse de esa manera.

— No, uh... Yo... Sé lo que se siente que te outeen a la fuerza, y también que todavía no estás del todo cómodo con tu sexualidad, y sin embargo... — empezó, tomando todo lo que su cerebro pudiera darle en esos momentos. Recuerdos y palabras que no supo que tenía vinieron a él al comenzar a pronunciarse, avanzando poco a poco pero con más impulso una vez comenzado su discurso. Sin embargo, no llegó muy lejos antes de que el otro lo interrumpiera.

— ¿Qué? — cortó Soobin, tan calmo como antes, pero igual de seco, lo que causó que Yeonjun tartamudeara la última palabra que abandonó su boca.  

pienso en vos ¦ yeonbin •°∘ ✧ ·Donde viven las historias. Descúbrelo ahora