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Un chico no tan heterosexual en Hoengseong (parte dos).

— ¿No pasamos ya por acá? — preguntó Beomgyu, mirando hacia los costados al inclinarse para ver mejor a través de las ventanillas.

— No, estoy seguro. — respondió el rubio mayor, mirando entre los asientos delanteros. — Deberíamos intentar a la derecha...

Cuatro de los cinco chicos se encontraban recorriendo el pequeño lugar en busca de alguna cafetería o tienda en donde pudieran conseguir cosas para desayunar, mientras el quinto seguía durmiendo cómodamente en la casa. Los otros habían hecho tanto ruido al levantarse que parecía imposible que el peliazul no hubiera despertado, sin embargo, nunca lo hizo. Entendieron entonces que estaba demasiado cansado; las ojeras marcadas debajo de sus ojos, su respiración profunda y el entrecejo fruncido siendo claros indicadores de eso. Por lo tanto, decidieron no molestarlo.

Si bien la localidad era pequeñita, también era lo más similar a un laberinto que uno pudiera imaginar, con sus callecitas y callejones que no tenían sentido alguno para quienes habían crecido en una ciudad. Habían dado tantas vueltas que ya ni siquiera sabían en dónde estaban, las edificaciones tan similares entre ellas que no les daban ni una sola pista para que pudieran hacer distinciones de por dónde habían pasado y por dónde no; todo lucía exactamente igual para forasteros como ellos. Incluso los dos menores, siendo los que mejor sentido de la orientación tenían, estaban sumamente mareados en ese momento.

— ¡Oh, miren! ¡Una cafetería! — dijo en un mini grito Huening Kai, inmediatamente señalándole la dirección al pelinegro para que pudiera frenar ahí. 

Yeonjun dio un volantazo, los ánimos de finalmente haber dado con lo que buscaban superando su sentido de la supervivencia. Por supuesto, lo único que hizo fue estacionar violentamente el auto, pero eso bastó para asustarse incluso a sí mismo. Todos bajaron del auto tambaleando y con sus extremidades temblando de punta a punta, aunque a salvo.

— Bien... Consigámosle algo de comer a Yeonjun-hyung. — dijo Beomgyu en un tono serio poco característico de él, sacudiendo sus piernas para intentar calmarlas.

— Perdón~ — se disculpó el mayor de todos, sonriendo como un angelito, como si así pudiera borrar lo hecho segundos antes. Sin embargo, todos estuvieron de acuerdo con la propuesta del castaño, apresurándose para ingresar a la cafetería.

Taehyun miró hacia arriba al sentir el sonido de una campana tan pronto como abrió la puerta, encontrándose con un reflejo metálico dorado. El lugar parecía sacado de un libro, se veía antiguo y tenía aquellos pequeños detalles que uno no ve normalmente en el día a día, como la campanita algo oxidada ya, o la alfombra de entrada de color beige, o las plantitas que contrastaban de manera linda con el color oscuro de la madera que predominaba por todo el lugar.

— Qué bonito. — exclamó, dándole paso al resto, aún mirando hacia todos lados para apreciarlo. Un ambiente como ese se le hacía perfecto para algo como una cita.

— Taehyunie, ¿te gustan este tipo de lugares? Puedo llevarte a uno muy lindo en Seúl. — le ofreció el castaño, parándose a su lado mientras los otros dos se adelantaban hasta el mostrador.

— Ah, seguro. — aceptó, volviendo sus grandes ojos hacia él. No pudo evitar que el calor subiera a sus mejillas, porque aunque no lo quisiera, ya había relacionado el lugar en su mente con algo más bien romántico, y la invitación lo tomó totalmente desprevenido.

— Accediste a una cita y ni siquiera te diste cuenta. — le dijo juguetonamente Beomgyu, cruzando su brazo por su espalda para tomar su cintura, logrando que Taehyun finalmente entrara en pánico.

pienso en vos ¦ yeonbin •°∘ ✧ ·Donde viven las historias. Descúbrelo ahora