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Los amigos de un chico no tan heterosexual.

— ¡Gyu-yah! — gritó Soobin desde su habitación. Salió de ella intentando entrar en los pantalones de jean sueltos nuevos que había comprado en una de sus salidas con Yeonjun, dando pequeños saltos mientras caminaba. — ¡Beomgyu! — lo volvió a llamar.

Aún sin conseguir respuesta de su compañero de piso, cerró su bragueta con enojo y recorrió la sala hasta la puerta de la otra habitación en aproximadamente tres largos pasos, algo que solamente alguien tan alto como él podría lograr. 

— Los chicos no paran de llamar, estamos llegando tarde ¿Qué estás haciendo? — preguntó, abriendo la puerta de par en par al no recibir más respuesta que el ruido de cajones que se abrían y cerraban.

La abertura de madera golpeó contra la pared por el envión, sorprendiendo al castaño que se encontraba entre una pila inmensa de ropa, a medio vestir. El chico le devolvió una mirada confundida y estresada, levantando sus manos para mostrarle las dos remeras que sostenía.

— Estoy intentando vestirme. — le dijo, volteando rápidamente a su espejo de medio cuerpo para seguir analizando las opciones. 

— ¿Todavía no lo hiciste? — preguntó Soobin, incrédulo. Beomgyu no era indeciso con sus atuendos, ni ponía demasiado tiempo en planificarlos, parecía que tenía buen estilo naturalmente. De no saber que estaban por ver a sus amigos hubiera creído que se estaba preparando para una ocasión especial. — Cualquiera está bien, apurate. 

— ¿Cualquiera? No lo sé. — continuó, poniéndose la remera negra que tenía en su mano derecha. Miró su reflejo una vez más. — No, mejor esta no. — dijo, sonando casi exasperado para luego arrojar esa prenda también a la pila de ropa descartada y tomar una remera blanca de las que había esparcidas en su cama.  

— Increíble. Simplemente increíble. — exclamó Soobin, sorprendido y al borde de su paciencia. — Vamos. — comenzó a caminar hacia la sala, tomando sus llaves y su teléfono, que tenía dos llamadas perdidas más que la última vez que lo chequeo. 

— ¡Ah! — dijo Beomgyu, para nuevamente salir corriendo hasta su habitación. 

Soobin lo miró con su boca abierta al notar que había vuelto sólo para ponerse perfume y tomar una de sus camperas más arregladas. Asustado de que volviera a correr a cambiarse lo tomó de su muñeca y lo arrastró fuera del departamento antes de que pudiera rechistar. Lo dejó en frente de los ascensores, esperando por el suyo, en lo que él cerraba la puerta.

Mientras bajaban en la mente del mayor se debatían dos opciones: ir caminando o tomar un taxi. Estaban lo suficientemente cerca del punto de encuentro como para caminar, pero les tomaría un tiempo y Soobin ya se sentía bastante ansioso por estar llegando tarde. Pero por el otro lado estaba el horario. Si bien no era en sí tarde, a esa hora no había demasiados taxis en la zona, si se arriesgaban a esperar por uno tal vez tardarían más aún.

— Gyu, ¿qué hacemos? ¿Vamos caminando o tomamos un taxi? — preguntó, viendo cómo las puertas metalizadas del elevador comenzaban a abrirse.

— Ya pedí uno, nos está esperando. — respondió el menor, para su sorpresa. Lo volvió a mirar como si estuviera contemplando a un unicornio. — ¿Qué? Lo pedí mientras me cambiaba, yo tampoco quiero llegar tarde. — dijo, haciendo un puchero herido.

— ¿Estás bien? ¿Te duele algo? — preguntó Soobin, mientras se sentaba en el coche y esperaba a que Beomgyu hiciera lo mismo. El castaño incluso le dio la dirección al conductor antes de cerrar la puerta del todo.

— Estoy perfecto, ¿por qué la pregunta? — cuestionó, haciéndose el tonto. Él sabía que estaba actuando extraño, pero no le importaba. Mucho menos se lo quería explicar a Soobin de todas las personas.

pienso en vos ¦ yeonbin •°∘ ✧ ·Donde viven las historias. Descúbrelo ahora