Marinette es la CEO de Miraculous, la casa de modas que diseña lencería fina. Está casada con el cantante compositor Luka Couffaine, con quien tiene una hija que está incursionando en la industria de la música.
La talentosa diseñadora jamás supero...
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Joséphine silbaba, avanzando por los lujosos pasillos del bloque de apartamentos. Tenía un propósito fijo: lograr la reconciliación entre madre e hija.
Durante la fiesta, la pelirroja notó a Suzette con los ánimos bajos; se acercó a la adolescente para saber que pasaba y, ella le confesó haber discutido con su madre. Joséphine entonces se ofreció a convencer a Marinette para que se presentará a la celebración y así madre e hija solucionarían su problema.
La pelirroja estaba determinada a conseguir tal cometido; así obtendría la plena y total confianza de Suzette, además, Marinette le tendría estima. Todo sería de acuerdo con su plan.
En cuanto llegó frente a la puerta indicada, sacó la tarjeta magnética que Suzette le prestó para tener acceso al apartamento. Joséphine entró a lobby, sus ojos aqua de inmediato se encontraron con la decoración de sirenas y piratas. Sus labios esbozaron una tierna sonrisa; ella pensó que de niña; siempre quiso una fiesta sorpresa, organizada por su madre. Pero las circunstancias nunca se lo permitieron.
—¡Buenas tardes! —saludó por lo alto, cerrando la puerta tras de sí—¿Señora Couffaine? Soy Joséphine, vengo de parte de Suzette—se identificó, sin recibir respuesta. Todo estaba en silencio, lo único que iluminaba el lugar, era la luz del ocaso de las cinco de la tarde—¿Señora Couffaine? ¿Hola?
Joséphine deambuló por cada rincón del apartamento, llamando a Marinette, incluso revisó las habitaciones, creyendo que estaba dormida en una de estas. Pero no había rastro de ella. Lo único extraño fue el walking closet de la habitación principal; que estaba abierto de par en par con varias prendas regadas por el piso. La pelirroja bajó a la primera planta; molesta por no dar con su objetivo, preguntándose dónde podría estar la jefa de su amigo.
Para su mala suerte, Damien no estaba en el trabajo y tampoco tenía teléfono, no existía manera de saber el paradero de Marinette. Su quebradero de cabeza fue interrumpido, por el sonido de la puerta desbloqueándose. Presa del miedo, Joséphine corrió de puntillas a esconderse al primer lugar que visualizó: un pequeño cuarto de aseo, que está entre la sala principal y la entrada.
Con el pánico aflorando en cada poro, se encerró y de inmediato sacó su celular, silenciando de este, todo. Sus manos estaban frías y su piel completamente erizada. No era para menos, pues su tía le había hablado de los asaltos y hurtos en New York; su mente anticipaba el ingresó de un ladrón.
Joséphine no lo pensó dos veces, activo la cámara para grabar. Si algo le pasaba, el video sería evidencia para dar con él causante. Con manos temblorosas, situó la lente frente a las ventilas de la puerta, apuntando hacia el lobby.
—¿Baby? —Jagged ingresó—¡Ven un momento al lobby, quiero que conversemos!
Joséphine sintió su alma volver al cuerpo al ver la figura conocida del veterano, sin embargo, aún se sentía insegura y negada a salir de su escondite. Desde su posición, vio a Jagged buscar por todo el lugar, obteniendo el mismo resultado que ella. Nada.
