Marinette es la CEO de Miraculous, la casa de modas que diseña lencería fina. Está casada con el cantante compositor Luka Couffaine, con quien tiene una hija que está incursionando en la industria de la música.
La talentosa diseñadora jamás supero...
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El reloj marcó las once de la mañana. A petición de Marlene, me quedé unas horas más en cama. Tenía unas horribles ojeras por quedarme dormida en ático.
Sumergirme en los eventos del pasado, me agotó mentalmente. No puedo darme el lujo de faltar al trabajo por esto, teniendo tantos pendientes acumulados.
Una mente ocupada, deja de pensar en boberías.
¡Exacto! Tenía que ocuparme en algo productivo, así no tendría pensamientos bobos, relacionados al pasado. Tengo una agenda a tope con: Prueba de vestuarios, checar y aprobar los diseños que ya estan avanzados en el atelier y revisar el progreso del personal en este.
¿Siento que estoy olvidando algo? ¡Por supuesto! El vestuario del videoclip de Suzette.
Con respecto a Damien...las cosas estarán bien, si no sale a colación lo que pasó la otra noche e incluyendo, el día de ayer. No quiero que ese chico se haga ideas que no son. Aunque esto pasó porque...
¡Kagami lo designó cómo mi asistente!
También fue mi culpa por entrometerme en la selección de pasantes.
En fin, apenas entré al edificio del atelier de Miraculous y ya me estoy llenado la cabeza de tonterias.
Las oficinas del atelier de la marca se encuentran cerca de los suburbios de Paris, porque los costos de arrendamiento son más bajos que en el centro.
Los empleados me saludaron a mi paso por los pasillos y, la recepcionista me informó que Kagami necesitaba hablar conmigo, que podía esperarla en su oficina, pues aún estaba haciendo el recorrido por las instalaciones, junto a los pasantes.
Para movilizarme más rapido, opté por unos jeans stretch negros, una blusa de hombros descubiertos con mangas estilo mariposa. Finalmente, unos botines despuntados beige. Até mi cabello en un pony tail.
—Por fin te dignas en aparecer—No esperaba que Kagami, ya se encontraba en su oficina. Estaba molesta, de brazos cruzados y mirada afilada.
¿Qué mosca le picó?
—Buen día para ti también—respondí, al tiempo que daba un vistazo a los alrededores sin ningún pasante presente.
—Tú—llamó a la joven que pasaba con un rollo de tull en brazos. La chica se señaló así misma—Si, a ti te estoy hablando—enfatizó Kagami—Llama al pasante Damien Kozlov—Me inquieté porque iba a verlo de nuevo tan pronto—Dile que venga a mi oficina.
—¿Damien? No conozco a nadie con ese nombre.
—Es un chico rubio, alto con un marcado acento ruso.
