Marinette es la CEO de Miraculous, la casa de modas que diseña lencería fina. Está casada con el cantante compositor Luka Couffaine, con quien tiene una hija que está incursionando en la industria de la música.
La talentosa diseñadora jamás supero...
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Luka iba a bordo del avión de regreso a New York. Ocultó sus ojos tras unas gafas de sol y se mantuvo recostado en la cama de su cubículo de primera clase.
Desde que subió al avión; el amargo llanto no cesó. La traición confesada por parte de Marinette envenenaba el corazón del musico. Cada minuto que pasaba, el recuerdo de su relación era opacado por la imagen de Marinette, siendo tomada por otro hombre. Los diálogos y frases de amor se transformaron en falsas palabras. Las llamadas y mensajes sin responder; sonaban a excusas que solaparon las escapadas de ella con ese otro.
Luka recordó las palabras de su padre: Que después del desastre en el apartamento y la incomunicación que se dio, solo él estaba angustiado por resolver la situación, mientras que a ella no le importaba. Los pensamientos del musico se centraron en Marinette viéndole la cara todo el tiempo. Incluso, cuando Suzette y él, estuvieron por una semana de visita en Paris, su esposa ya se estaba viendo con su amante, a juzgar por sus propias palabras.
¿A caso él no era suficiente? ¿Su esposa, lo amo alguna vez?
Para Luka, fue muy bajo de parte de ella, inventar padecer una enfermedad, para maquillar su traición ¿En qué punto creyó que su "enfermedad" haría que doliera menos su bajeza? Se preguntó el musico.
Su cabeza se pasó todo el viaje torturándose con el recuerdo. El odio poco a poco fue ganando terreno sobre el amor. Luka contaba los minutos para estar en casa y evaluar que haría primero. Era consiente que la parte más difícil cómo padre, sería explicarle a su hija la situación que se estaba dando. Con los animos por el piso, le preocupaba que su hija lo viera en ese deplorable estado.
Siete tortuosas horas duró el vuelo de París a New York. Luka pidió no ser molestado para intentar conciliar el sueño y desconectarse de sus pesares, pero le fue imposible conseguirlo. A penas pudo dormir dos horas, cuando los altavoces anunciaron que estaban llegando al aeropuerto Internacional John F, Kennedy.
Sin animos de otra cosa que dormitar, Luka se preparó para el aterrizaje.
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Joséphine mantenía la vista en las manecillas del reloj, que marcaba las ocho de la noche. El vaso de café frente a ella estaba frio. Hacia unas horas que ella había causado una gran conmoción, en el hospital tras enterarse que Suzette estaba en coma inducido. Joséphine sufrió un colapso nervioso, un llanto descontrolado y una agitación que no la dejaba respirar bien. Sus padres y hermano hicieron todo lo que las enfermeras le indicaron para estabilizarla. Para cuando lo consiguieron, la joven se mantuvo con animos apagados. El personal médico les indicó que no necesitaba hospitalización, pero que se mantendrían monitoreando sus niveles de presión.
La culpa y el cargo de conciencia colapsaron dentro de ella.
—Josy—Le habló Nathaniel, con voz queda—¿Podemos hablar? —Tomó asiento al lado de ella, le acerco un plato de cena, que ella rechazó—Este no es el mejor momento, pero, me di cuenta de que tras nuestra discusión aquel día, la has pasado muy mal por mi culpa.
