Marinette es la CEO de Miraculous, la casa de modas que diseña lencería fina. Está casada con el cantante compositor Luka Couffaine, con quien tiene una hija que está incursionando en la industria de la música.
La talentosa diseñadora jamás supero...
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Suzette y Joséphine, continúan afanadas con la tarea de descocer el atuendo.
—¡Esté horrendo vestido, tiene un millón de costuras! —Se quejó Suzette. Cansada, refregó su brazo sobre sus parpados.
—Recién comenzamos. No hay que perder el ritmo—Joséphine alienta. Sin embargo, se da cuenta que la menor está agotada—Toma una siesta de treinta minutos, te despertaré...
—Las siestas son para los bebés—Suzette se levantó de su asiento.
—Cómo sea, necesitas dormir. Tienes una cara de que te caes de sueño.
—Es porque tuve problemas para conciliar el sueño. La emoción de este día y otras cosas—Suzette abrió su mochila—No tienes que preocuparte por mí. Tengo todo bajo control—enunció confiada. Sacó el blíster de modafinilo, cogió dos comprimidos—Gracias a esto, me mantengo activa.
—¿Esas pastillas? Sigo creyendo que necesitas la siesta.
—Espera y verás—bebió los comprimidos—Mi abuelo las usa y me dijo que son muy efectivas y, con el tiempo que llevo con esto, puedo decir que son increíbles. Tú también te vez cansada, toma una—Suzette extendió el blíster a Joséphine.
—Paso—Apartó de manera educada la mano de su amiga—Dormi lo suficiente en el avión.
La conversación es interrumpida por unos toques en la puerta. Las dos jóvenes se apresuraron a esconder lo que estaban haciendo con el vestido.
—¿Zusu? ¿Puedo pasar?
—¡Si, Penny, pasa!
—Hola chicas—La morena entró, con la mirada fija en la lista de pendientes—Zusu, tienes ensayo, ve al escenario de inmediato.
—¿Ensayo? —Consternada, observó a su cómplice de travesura—Te equivocas, el ensayo está programado para las cuatro de la tarde. Con el vestuario y todo—Suzette hace cuentas y, no le cuadraron las horas para lograr modificar el atuendo, antes del anuncio.
—Este nuevo ensayo, fue programado para checar el sonido y la iluminación. El de las cuatro, es tema aparte.
—Si, pero...—Suzette buscó la aprobación de Joséphine, que de inmediato alzó los pulgares—Ok. No demoremos demasiado. Tengo mucho por hacer. Los cambios que mi abuelo propuso y otras cosas—Recalcó con fastidio.
Penny le prometió que todo estará en orden, que solo es una canción la que ensayaran. Es así como las tres caminan hasta el escenario del Radio City Hall.
Suzette estaba maravillada con la imponente fachada del escenario. Diseños geométricos de art decó, que simulaban la puesta de sol. El corazón de la adolescente palpitó con arritmia; pronto, un sudor frio, bajó por su frente. Suzette pensó que la emoción la superaba. No cualquier artista se presentaba en ese lugar, tan emblemático para la ciudad de New York.
