Marinette es la CEO de Miraculous, la casa de modas que diseña lencería fina. Está casada con el cantante compositor Luka Couffaine, con quien tiene una hija que está incursionando en la industria de la música.
La talentosa diseñadora jamás supero...
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Desperté tosiendo con fuerza en cuanto mis pulmones se llenaron de aire. Estaba asfixiándome otra vez, con esa extraña sensación de estar sumergida en agua. Froté mis ojos para poder apreciar donde estaba. Un relámpago iluminó la oscuridad y vi que está era mi antigua habitación...es la casa de mis padres.
¡Esto es imposible!
Me levanté de la cama con cuidado. Siento mucho frio, me abracé en busca de calor, pero fue inútil.
Debo salir de aquí.
La escotilla de la terraza se abrió, dejando entrar un cálido rayo de sol. Sin dudarlo decidí subir. Con precaución, salí por la escotilla, tuve que cubrir mis ojos con mi antebrazo cuando el sol iluminó mi rostro. En efecto, hacia un día maravilloso.
—Hola.
Tremendo susto me dio la voz a mi espalda. Rapido di la vuelta; me tranquilicé al ver una pequeña de más o menos cinco años; con dos coletas altas en su lacio cabello azabache, ojos azules.
—Esto es un sueño ¿Cierto?
—No lo sé—Se inclinó del lado derecho con inocencia—¿Quieres dar un paseo?
—¿Quién eres? ¿Tikki, Plagg? —Ella no dice nada—Eres Bridgette, la chica que me visitaba en el hospital.
—No lo sé—¡Me desespera su respuesta! —¿Quieres dar un paseo? —Se enderezó y extendió su mano. Invitándome a seguirla.
—¿Me harás daño?
—No lo sé.
—Tú jueguito de "No lo sé" me está fastidiando ¡Suficiente, me voy de aquí!
—¿A dónde vas?
—¡Yo...! No lo sé—Repetí su frase. Consternada la observo.
—Damos un paseo—Resignada, tomé su mano. La niña me ve y apretó mi mano con bastante fuerza, antes de poder hacer algo para liberarme, su rostro hizo una mueca horrenda.
—Estás lista para ver tu tormentoso pasado.
Ella me arrastró al vacio; cerré mis ojos y grité con pavor. El cálido viento golpeaba mi rostro, ambas en caída libre, esperaba el impacto contra el piso, pero esto, no pasó. En medio del silencio, escuché sollozos y llanto; abrí mis ojos, no entiendo por qué estaba de pie, en medio de la calle. Aun así, doy con el origen del llanto; del otro lado sobre la acera; hay una chica sentada llorando desconsolada.
Creo conocer a esa joven.
—Pobrecita chica ¿No? —Alguien, se sitúo a mi lado; giré para verla. Es otra chica idéntica a la quién está llorando—La persona que ama, se acaba de ir. Sus amigos le dieron la espalda. Ellos creen que llegó tarde, porque tuvo miedo.
