Marinette es la CEO de Miraculous, la casa de modas que diseña lencería fina. Está casada con el cantante compositor Luka Couffaine, con quien tiene una hija que está incursionando en la industria de la música.
La talentosa diseñadora jamás supero...
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Me despedí de Simon, al descender del auto, le prometí que llamaría en cuanto mi visita terminara. Esto porque mi abuelo se enfadó el día que fui a visitar a Joséphine, dado que intenté regresar a casa por mis medios, caminando por las calles de la ciudad de la luz, con el pretexto de meditar lo que hablamos con mi amiga. Para cuando me di cuenta estaba perdido entre los callejones de la ciudad, mi abuelo me reprendió porque Simon fue a traerme a un lugar cercano a las zonas rojas de Paris.
Me adentré al lobby del bloque de apartamentos y fui hacia el ascensor, donde presioné el piso donde vive mi amiga. Admito que fue muy ingenuo de mi parte darle el beneficio de la duda a Marinette; retrasé el cobrarme cuentas con ella y usarla para superar mi trauma. Teniendo presentes los tétricos escenarios desfavorables "ella podía acusarme de abuso" Darle ese tiempo me costó caro y de no haber sido por la interrupción de Bernardette...Di un fuerte puñetazo a la pared del ascensor.
Al menos ese hecho sirvió de algo.
Las puertas del elevador se abrieron, salí y deambulé por el largo pasillo, con mis manos dentro de los bolsillos de mi chaqueta. Mentalmente repasaba lo acontecido este día: mi trabajo y pasantía en Miraculous colgaba de un hilo. Marinette no avanzaba con la delegación y explicación de mis obligaciones y sus pendientes. Debía sumar el hecho que se ausentaría porque su familia estaba de visita, importándole poco mi capacitación para ser su asistente.
Mi abuelo tiene altas expectativas en mi persona. Él no me lo ha dicho, pero, estoy consciente que, si fallo, él va a decepcionarse de mí y es capaz de correrme de su casa si no le soy de provecho.
{No le conoces, no sabes lo que tu abuelo le hizo a tu padre. Que no haría contigo, que solo eres su nieto.}
Su advertencia me había resultado exagerada, aunque no estaba demás considerarla.
Deslicé la copia de la tarjeta al frente de la cerradura; al momento esta se abrió. El sonido de una escandalosa discusión me recibió. Cerré con cuidado la puerta y me adentré con pasos suaves; iba a cerciorarme si mi amiga necesitaba apoyo.
En la cocina se encontraba ella de espaldas, al frente, estaba su hermano mellizo, de brazos cruzados, dirigiéndole una mirada de pocos amigos.
—¿No te piensas aparecer a mi cena de despedida? —inquirió con enfado el rubio de mechón rojo del lado derecho. Joséphine negó, él en respuesta rodo sus ojos azules.
—Papá Nath lo dejó bien claro el día que me abofeteo—le recordó el lamentable hecho, uno que aún me molesta. ¡Cómo se atrevió a levantarle la mano a su propia hija! —él no quiere una "puta" en la familia.
—¿Y qué esperabas Joséphine? Vas y le dices que no te importa si te apoya o no. Que podías pagarte la carrera que quisieras al trabajar como dama de compañía.
—En Japón me fue muy bien, Elliot—contrataco ella.
—¡Válgame contigo! Haberte ido de vacaciones con Chloé acabo con tu sentido común.
