Marinette es la CEO de Miraculous, la casa de modas que diseña lencería fina. Está casada con el cantante compositor Luka Couffaine, con quien tiene una hija que está incursionando en la industria de la música.
La talentosa diseñadora jamás supero...
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Alya y yo nos quedamos en silencio, al saber el nombre de la extraña.
—¿Chloe? —inquirí con duda, sí que ha cambiado mucho físicamente: caderas anchas, cintura estrecha y abundante pecho.
—¡No tienen por qué poner esas caras de desagrado! —acomodó el nudo delantero de su blusa—por cierto, me encanta tu línea de corsé—señaló la prenda que el escote de su blusa deja ver—acentúan muy bien mis curvas.
—¿Te gusta? — .Si es físicamente Chloe, tiene rasgos que la caracterizan, lo que no termina de convencerme es su actitud, es de una persona completamente distinta.
—Marinette—Chloe resopló, moviendo el fleco de su cabello rubio—admito que actué como una imbécil en el pasado y me disculpo por ello ¿Puedo sentarme? —señaló la silla al frente nuestro. Alya le indicó que lo hiciera—gracias; muero de hambre. Detesto la comida de los aviones por eso no pedí nada.
Chloe ordenaba su comida al mesero que se acercó. Recuerdo que ella se fue de París tiempo después de terminar la secundaría; luego no supimos más de ella.
—¡Ustedes se ven increíbles! Puedo decir que los años nos sentaron de maravilla a nuestras vidas. ¿Por qué no dicen nada?
—Debes entender que hace mucho no sabemos de ti—me anime a comenzar un dialogo con ella—¿Cómo es que nos reconociste? No pareces sorprendida como nosotras.
—Investigué un poco antes de viajar a París, en especial cuando encontré tu tienda en línea. ¡Adoro toda tú lencería! ¡Marinette, haces magia!
—Gracias—era extraño recibir ese tipo de halagos de su parte.
—Luego están tus reportajes en La Mode—se dirigió a Alya—informas claro y puntual los aspectos relevantes.
—Gracias, Chloe—Alya respondió en tono neutral. Con la duda plantada en el rostro.
—Revisé todos los perfiles de ex compañeros del instituto. Así podía reconocerlos si los veía en algún lugar y henos aquí.
—Digamos que te compramos la idea—Alya estaba a la defensiva—¿Qué trae a una Bourgeois de vuelta a París?
—Vine a solventar unos temas respecto a los negocios de mi difunto padre—sus labios sonreían, pero sus ojos reflejaron tristeza—y también—Chloe borró su sonrisa—quiero hablar con los padres de mis hijos.
—¿¡Hijos!? —cuestioné—¿Padres?
—Cierto, ustedes—Chloe cortó el dialogó cuando el mesero trajo su orden—gracias—dio dos bocados y nosotras esperábamos ansiosas a que completara su respuesta—. Ustedes no saben lo que paso, supongo que nadie lo sabe. Eso es mi culpa.
—Ok, no estamos entendiendo—repliqué.
—Los padres de mis mellizos, son Marc y Nathaniel. Una larga historia—agregó y sin dejarnos opinar—no creo que tengan el tiempo para...
