Marinette es la CEO de Miraculous, la casa de modas que diseña lencería fina. Está casada con el cantante compositor Luka Couffaine, con quien tiene una hija que está incursionando en la industria de la música.
La talentosa diseñadora jamás supero...
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A pesar del silencio y la inactividad; no consigo estar en paz. Escuchó voces, murmullos que vienen y van. Tengo mucho frio, el agua está fría.
Todo está sumido en penumbras, soledad...tristeza y resentimiento.
De vez en cuando, una luz aparece sobre mi cabeza. Las oscuras aguas apenas dejan verla. Mis pies encadenados me impiden nadar en su dirección.
—¡No vayas! ¡No vale la pena! ¡Van a lastimarte! Quédate conmigo, yo te cuidaré.
La voz de Bridgette se deja oir. No puedo verla, aunque sé que está y abandoné todo intento de escape.
Nadie puede lastimarme aquí.
—¿Mami?
—Esa voz es nueva. No la había escuchado antes ¿Quién es? —Necesito verla. Quiero ver quién es.
La luz de antes comienza a ganar terreno a las penumbras. Veo mi alrededor, estoy dentro de una caja de cristal.
—Cariño, tú hija te necesita.
—Otra extraña voz invade el vacio.
El cristal, comienza a resquebrajarse. Al fin podré salir...Pero, si salgo de aquí, me harán daño.
—Hace mucho que no nos vemos.
—¿De qué está hablando? —Los murmullos invaden mi mente. Son molestos, no me dejan escuchar—¿Hay más personas fuera de la penumbra?
Con todas mis fuerzas, comienzo a golpear el cristal, agrietándolo más.
¡Necesito verlos! ¡Tengo que salir!
Cogí impulso dentro del agua y golpeé de costado el cristal, que finalmente se hace añicos. Caí al piso sobre los trozos de vidrio. Los cortes duelen y, cómo puedo me pongo de pie.
—¡No te atrevas a escapar! ¡Esas voces juegan con tu mente!
Bridgette se acerca, aún no puedo verla, pero escuchó sus pasos venir tras de mí. No lo pienso dos veces, comienzo a correr. Las laceraciones en mi cuerpo no son impedimento, estoy determinada a escapar de este sitio.
—¡Detente Marinette!
Su grito distorsionado, me erizó la piel. De ninguna manera detendré mi carrera. Sin importar el dolor de las cortadas ¡Tengo que salir!
Una puerta aparece de repente a unos metros de mí. Reconozco esa entrada, es la de mi habitación de joven.
—¡No cruces por esa puerta! ¡Es una trampa!
Alcanzó el pomo y consigo abrirla. Una luz enceguecedora inunda el espacio. Sin tiempo a reaccionar, una mano toma con fuerza mi muñeca. Intento liberarme, pero apresa mi otra mano, eleva mis brazos y me contramina con la pared y su cuerpo. Aterrada abrí mis ojos, la luz se ha disipado y puedo notar a mi atacante.
