Marinette es la CEO de Miraculous, la casa de modas que diseña lencería fina. Está casada con el cantante compositor Luka Couffaine, con quien tiene una hija que está incursionando en la industria de la música.
La talentosa diseñadora jamás supero...
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El trafico de lunes por la mañana, es un caos. Kim hace uso de atajos para librarnos de las calles atascadas de vehículos. Aunque afuera la gente discute por avanzar, en mi rostro, hay una enorme sonrisa. Este fin de semana compartí una exquisita parrillada en compañía de Anarka, Juleka, su esposa Rosita y mis padres, estos últimos pasaron la noche en mi casa. Disfruté mucho de su compañía. A tal grado que hice una videollamada con mi zarzamora, con quién antes hablé en privado para explicarle porque le reté aquella ocasión. Sin Jagged entrometiéndose, gracias a la presencia de Anarka, pude hablar sin interrupciones con mi hija.
Lo que me fue imposible de hacer, fue hablar con Luka. Le evadí cómo pude a cada intentó de interacción conmigo en la video llamada. No podía verlo a la cara, menos después de lo que paso, el viernes por la noche.
No era Damien, era Adrien.
Kim detuvo el auto frente a la empresa. Me despedí de él y descendí para ingresar a Miraculous. Subí por el ascensor para llegar al piso de mi oficina, en el trayecto saludé al resto de empleados. Sacudí el polvo invisible de mi falda de imitación de cuero, preparándome mentalmente para afrontar este día. Salí del ascensor y me dirigí al cubículo de recepción, pero antes de llegar, alguien tiró de mi brazo. Mi dirección se cambió con brusquedad, casi caigo por la fuerza que aplicó en mi brazo.
—¡Ten más cuidado! —protesté. Furiosa, veo a la persona que causó tal atrevimiento. Me sorprendí cuando vi a Kagami con aires condenatorios.
Me contuve de gritarle una grosería, por lo que hizo.
—Tú, vienes conmigo—Sentenció firme. Me dejé arrastrar al no tener otra opción, contradecirla iba ser peor. Cuando llegamos a su oficina, me empujó para que entrara.
Tiene fuerza bruta está mujer.
Kagami le puso la cereza al pastel, azotando la puerta al cerrar ¡Pero que genio se manejaba!
—Explícame con lujo de detalles—La palma de sus manos dieron un golpe seco sobre la base de madera—¿¡Qué demonios está pasando con Damien y tú!?
¿Se dio cuenta de lo que pasó?
Quizás no...debo jugar bien mis cartas. Kagami es una estratega y capta los titubeos. Me aventuraré a sus suposiciones y le sacaré la palabra clave. Para no comete un error.
—No comprendo tú pregunta, Ilústrame—Me di unas palmadas imaginarias a la espalda. Por no responder con otra pregunta, cosa que ella detesta.
—¿Qué te ilustre? —Casi se le marca una vena en la frente, pero no me intimidó, me mantuve seria, cruzada de brazos—¿Por qué Damien estuvo tres días haciendo inventario?
¿Era eso? Que alivio.
—Para que aprendiera sobre los materiales que usamos. Que otra cosa iba a hacer si no—expliqué despreocupada, separando los mechones de mi cabello con mis dedos.
