0. Prologo.

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sin un demonio al que temer, no hay a quien alabar.




Él podía ser un demonio, no un monstruo.

Apenas éramos niños cuando lo vi por primera vez. Santa me encargaba a su hijo, ignorando que Zaith era mayor por seis años. Siendo él quien terminaba cuidándome; al más reconocido de los renos.

Escapando a las afueras de Northcity Pole, en una marea de nieve peor a la de otros años. Las demás tierras podrían tener tormentas eléctricas o ciclones tropicales. Nosotros tenemos heladas que entiesan los huesos y congelan lagrimas. 

Bajo una farola a segundos de fundirse, apegando mis piernas dobladas contra el pecho, sintiendo las astas serme más pesadas por copos cayendo sin cesar. Arrepentido de no hacerle caso a Zaith. 

Entre la brisa, vi la figura de una persona.

Las orejas en punta señalando al cielo, cuernos en curva, neblina oscura bajo el hemisferio de sus ojos —pudiendo ser por varias noches sin dormir—. Sin saber a cuál podrías prestarle atención de las facciones humanas, conociendo que tras esa piel podría sumergir el verdadero terror de la navidad que cuentan. 

Cruzando la calle que parecía una llanura solitaria tan blanca como la punta de mis dedos, a poco de entumecerse. 

En las clases para practicantes de Santa, nos enseñan a tenerle miedo. 

—Estas lejos de la fabrica, ¿lo sabias? —dijo.

No respondí, veía su tatuaje en el cuello; huella canina, terminando en punta cada yema y en cada separación se encontraban corazones.

—Pareces un cachorro perdido —dijo. 

—Soy un reno, no un perro.

Entornó los ojos en blanco, dejando caer a medias los parpados. 

—Estaba jugando. —dijo en una lobuna sonrisa—. Quiero que me digas una cosilla, pequeño Bambi. ¿Cuál es tu nombre?

—No tengo porque responder.

—Debes saber quien soy, pensé que seguían contándoles la misma historia —alzó dos dedos en ambas manos, en una paráfrasis exagerada—. "Krampus, el demonio de Navidad".

—Si me dieras miedo, no querría patearte el trasero.

—Eres especial, ¿Verdad?

—Me llamo Rodolfo Keith.

El infante demonio se carcajeó.

—¿Rodolfo? ¿El Reno de la nariz roja? Que ternura.

A temprana edad hicieron una canción sobre mi nariz, y esa canción no tardó en hacerse viral.

—Para que quede claro, tengo la punta de la nariz roja porque no soporto el frio.

—Ajá, y yo, tengo cuernos y colmillos para hacerte daño —dijo de rodillas frente a mí—. ¿Sabes cómo regresar a tu casa?

—No.

Sin decir ni una palabra, reincorporándose, dio algunos pasos por la acera para mirarme por encima del hombro. Su palma se extendió a mí, y guardando el orgullo, la tome. 

—Tus garras incomodan —dije.

—Tu cola es pequeña.

Gruñí.

—Al menos no me la pisarían. —fanfarronee en el trayecto devuelta a la ciudad. Acepte que me ayudara, no ha estarme ofendiendo.

—¿Te la piso para comprobar?

—Hazlo y te entierro las astas —amenace. 

A los renos les enseñan tenerle miedo, debí temerle pero sentía las agallas para discutir. 

Tomando la mano de la pesadilla de los niños.

Sin saberlo, él me llevaría a la oscuridad y algunos pensaran que yo seria la luz que lo salvaría. 

¿Por qué lo haría? Si puedo adentrarme en la lujuria emanante del demonio.

Krampus Winter.





¿Emocionados por las futuras interacciones entre Rodolfo y Krampus? Porque yo estoy ansioso por verlos discutir continuamente porque el romance, no debe de comenzar como una dulce historia de amor. Solo hace falta un toque de... lujuria :)


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La Lujuria De Krampus  [ C.D.L #1 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora