25. El Reno Y La Bestia.

4 0 0
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


KRAMPUS


Ya será 25 de diciembre y Azaryth, querrá convertir esto en la pesadilla de Santa.

Las pantallas de proyección llevan el conteo regresivo. 

La torre de reloj detrás del gran pino, sigue moviendo las manecillas. Debajo de él, está Azaryth dándole ordenes a Ginger. Hay encapuchados alrededor del parque, otros tienen mascaras de jengibre con armas de fuego.

En el tronco del pino hay dos puertas entre abiertas en par, tienen estrellas cruzadas de seis picos. 

Meto la cabeza dentro la sombra del auto. 

Las fisuras crecen en descendencia de una a otra. Donkey Shopping sucumbió a los temblores de las grietas, y salen demonios por la salida. Tienen los colmillos inferiores sobresalidos de los labios, pelos en los hombros, cuernos en contrapunta, ojos hundidos y arrapos de armaduras oxidadas que dejan entrever parte de la piel de ellos. 

Doblo las piernas en la acera. Apoyo las palmas en una honda exhalación, hasta que se me pierden los dedos en la capa de nieve. 

—Rolf, toma mi pistola —le digo con la cola.

—¿Y con qué pelearás? —él la saca de mi pantalón.

—Ya sabrás, cariño.

Rodolfo toma el cascabel que se guardó. Que lo toque, me da revoltijos en el estomago. Su tintineo le retuerce las orejas.

—Siempre odie cómo Northcity veía a mi gente. Ahora, ¿voy a salvarlos? —ahoga una risilla nerviosa—. Zaith se llevaría el crédito.

—No lo dudo.

Le tiemblan los dedos.

—¿Por qué estamos aquí? —se fija en mí.

Divago.

—Si tú mueres, yo muero —respondo serio—. Si yo muero, tú vives. Si te dejo solo, te matarán. De eso no podemos huir.

—Si es que logramos salvar la ciudad.

—Lo que importa es que podamos detener a Azaryth.

Él asiente.

—Este lugar, siempre nos odio —dice, sacando la mirada por encima del cofre del auto.

—Ya no se trata de lo que es correcto. Por mí pueden joderse, pero sería darles la razón.

Se regresa a mí.

—No les daré el gusto de tenerla —digo—. No quiero pensar en lo que pasará después si logramos cerras las puertas. Ya mate ha demasiada gente, Rodolfo. Al menos, quiero que uno de ellos, sea lo que odio de mí. Y no lo digo en modo retorico, lo digo literal. 

La Lujuria De Krampus  [ C.D.L #1 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora