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L U C A S

—¿Lucas?

—¿Qué?

—Lo estás haciendo al revés.

—¿Y tú que sabrás?

—Te lo estoy diciendo.

Suelto un suspiro de exasperación y dejo de hacer fuerza con la llave inglesa.

—¿Ahora eres experto en arreglar cañerías?

—No, pero cualquier persona con dos dedos de frente sabe que para volver a ponerlo en su sitio tienes que hacer fuerza hacia el lado contrario.

—Lo estoy haciendo bien ¿vale?

Hundo la cabeza en la parte baja del fregadero de la cocina de nuevo. Papá y mamá han salido en busca de nuevas decoraciones para la casa ya que algunos muebles se habían quedado algo viejos así que nos hemos quedado Sam y yo arreglando la cocina. Papá había insistido en que llamásemos a un fontanero para que arreglase y desatascase la cañería del fregadero ya que con los años que ha estado sin usarse se ha ido poniendo cada vez más fea. Pero como los dos somos unos cabezotas, al final hemos dicho que nos las arreglábamos nosotros dos.

Vuelvo a hacer fuerza, pero una vez más, ninguna de las ruecas consigue girar.

—Venga paleto, levántate de ahí.

Sam se agacha para apartarme hacia un lado y yo el tiendo las herramientas sin ganas. Un minuto después, ha conseguido quitar una de las piezas con rotundo éxito y yo no puedo evitar poner una mueca cuando me lanza una sonrisa burlona.

—¿Ves? Lo que yo decía, eres un cabezota.

—Cállate.

Le doy un codazo y mientras él se reincorpora yo me cruzo de brazos y quedo de pie apoyado en la encimera de la cocina.

—Genial, ¿ya hemos terminado?

—¿Tienes planes?  Puedes irte, esto ya está.

No puedo evitar soltar una risa sarcástica. Niego con la cabeza y me acerco a la mesa de la cocina para dejarme caer en una de las sillas.

—Mi único plan este fin de semana es aprovechar que estamos en casa para ponerme hasta arriba de la comida que haga papá y levantarme tarde.

—Así que el hijo malcriado ¿eh? —mi hermano esboza una sonrisa y se sienta en la silla que hay justo en frente de la mía—Suena bien.

—¿Y tú? ¿Algún plan?

—Me voy al centro. El otro día me encontré con una vieja amiga del colegio y estuvimos hablando. Hace tanto tiempo que no nos vemos que hemos quedado para ponernos al día—mi hermano me mira, y al ver que no digo nada esta vez vuelve a preguntarme—¿Quieres venirte?

Me quedo pensando la respuesta durante unos segundos, porque, aunque hace un tiempo habría aceptado cualquier plan que incluyese una terraza y algo de beber, la verdad es que ahora no me apetece nada así que al final termino por sacudir la cabeza negando la oferta.

—Prefiero quedarme aquí.

—¿Estás seguro? —asiento con la cabeza y Sam se levanta de la silla. Cuando pasa por mi lado me da un golpecito en la espalda—Está bien, me voy a dar una ducha antes de irme.

Sigo a mi hermano con la mirada y le veo desaparecer por las escaleras. Me quedo mirando el hueco por el que ha desaparecido un rato más de la cuenta, y cuando vuelvo a la realidad no puedo evitar apoyar los codos en la mesa y esconder mi cara entre mis manos. Doy un largo suspiro y me levanto de mi sitio para dirigirme a mi habitación.

Fine LineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora