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Waking in the dark, Only The Poets

A P R I L

Abro los ojos y me incorporo poco a poco. Estoy en la cama y los ojos todavía me pesan del cansancio. Anoche no podía dormirme y no dejé de dar vueltas por la cama, incluso estuve tentada en ponerme un abrigo a las tres de la mañana y salir a darme un par de vueltas. Pero al final decidí que era más seguro quedarse en casa. Ni siquiera sé por qué me costó tanto dormirme. Bueno, en el fondo me hago una idea, y creo que esa es la principal razón por la que seguí dando vueltas hasta tarde, porque me negaba a seguir dándole vueltas al tema. Pero es que era casi imposible.

Me froto los ojos antes de abrirlos poco a poco y me fijo en el reloj que tengo en la mesita de noche junto a mi cama. Mis ojos terminan de abrirse por completo en cuando veo la hora que marca. Las diez de la mañana. Puede que sea algo tarde, pero para una persona que ha pasado la noche dando vueltas y despertándose continuamente no es mucho.

Quiero seguir durmiendo, pero en el momento en el que escucho un estruendo recuerdo que me he despertado justo por eso. Levanto la cabeza y miro hacia arriba ya que el sonido parece proceder del desván. Salgo de la cama y tas ponerme una sudadera encima del pijama levanto las persianas para dejar que entre el sol y abro un poco la ventana.

Cuando abro la puerta y salgo de mi cuarto veo desplegadas las escaleras de madera que llevan hacia la parte de arriba. Y vuelvo a escuchar otro estruendo.

—¿Papá?

Pero nadie responde, así que me dispongo a subir. La única luz que entra en la estancia son los rayos de sol que atraviesan la pequeña ventana de forma circular que hay en la pared, por lo demás, está algo oscuro. Busco con la mirada y enseguida veo a Robert dándome la espalda y moviendo un par de cajas.

—Son las diez de la mañana ¿Qué estás haciendo?

Se gira, sobresaltado, nada más oír mi voz.

—¡Ey, buenos días! —me muevo hacia él todavía algo dormida—Llevo las últimas semanas pensado que era hora de limpiar este sitio un poco, pero he ido posponiéndolo poco a poco por el trabajo.

Me coloco a su altura y estiro un poco el cuello para ver que hay dentro de una de las cajas. Está llena de carpetas y fundas de plástico llenas de papeles.

—¿Y has pensado que la mejor hora era un sábado por la mañana?

—He pensado que este es buen momento porque no trabajo y así puedo esclavizarte para que me ayudes. —me dice con una sonrisa.

Yo se la devuelvo y me acerco para darle un beso en la mejilla.

—Bueno, pues la limpieza tendrá que esperar hasta que me sirva una buena taza de café.

—Te he dejado la cafetera encima de la encimera. Sírvete lo que quieras.

Asiento y bajo para poder desayunar. Cuando termino voy directa a mi habitación para ponerme ropa cómoda y ayudo a mi padre con la limpieza. Nos pasamos una hora entera abriendo cajas y decidiendo que vale la pena o no guardar. Hay cajas llenas de libros de cuando era más pequeña que metemos en una caja para donarlos a la biblioteca municipal. También encuentro el viejo baúl de los disfraces que también decidimos donar, algunos libros de cuando Robert estudió un curso de contabilidad, viejos zapatos tanto de él como de papá...

—Me sorprende la cantidad de cosas que hemos llegado a guardar aquí arriba —le indico mientras saco de una bolsa un juego de sartenes bastante viejas.

Robert, al verlo, se pone a reír.

—Dios mío, será mejor que tiremos eso.

—¿Por qué guardamos esto? La parte de bajo está quemadísima.

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