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A P R I L

Moon River, Audrey Hepburn

—¿Seguro que no os importa?

—Claro que no.

—Pero, es que...

—Cómo no te calles ya, te juro que te quedas aquí fuera.

Miro una última vez a Ethan con la esperanza de que no vuelva a replicar. Creo que con mi mirada le queda bastante claro, así que le dedico una sonrisa angelical para que no vuelva a decir nada más y abro la puerta de casa.

—¡Papá, ya estamos aquí!

En cuanto cierro la puerta a nuestras espaldas le oigo bajar las escaleras. Nos recibe con una sonrisa de oreja a oreja y los brazos abiertos.

—Os estaba esperando, ¿cómo ha ido el viaje? —pregunta, mientras me envuelve en sus brazos.

—Genial, aunque hace tanto frío que empezaba a costarme pestañear—digo, mientras me quito los guantes y el abrigo. Me coloco al lado de Ethan cuando veo que se acerca a mi padre.

—Tu debes de ser Ethan, encantado de conocerte — ambos se estrechan la mano.

—Igualmente. April no deja de hablar de usted.

—Nada de formalidades, llámame Robert — le da un apretón en el hombro y yo no puedo evitar poner los ojos en blanco — Ya tenía ganas de ponerle cara a quién ha estado cuidando de mi pequeña.

—¡Oye! Yo no...

—Créeme, ella sabe cuidarse muy bien solita. Además, es ella la que cuida de mí.

—Lo sé— Robert me guiña un ojo y se ríe ante mi expresión.

—Bueno, ahora que ya hemos hecho las presentaciones ¿podemos dejar de hacernos la pelota los unos a los otros y ponernos cómodos? Necesito cambiarme los zapatos, tengo los pies encogidos.

—Por supuesto, subid arriba y acomodaros. La comida ya está casi lista.

—Genial.

—Papá es agente inmobiliario— le explico a Ethan mientras cargamos las maletas y subimos arriba — pero su sueño frustrado es no haber sido cocinero.

—¡Te he oído, jovencita!

—¡Lo sé!

Ethan suelta una risotada a mis espaldas. Llegamos al piso de arriba y le conduzco hasta mi habitación.

—Deja la maleta dónde quieras. Esta noche arreglaremos tu cama — le digo mientras señalo el colchón que hay en el suelo, al lado de mi cama.

—Albergaba la esperanza de dormir contigo.

—Bueno, solo tienes que subir a mi cama y ya. No te resultará una tarea muy difícil, ¿no?

—No me pongas a prueba — me mira, subiendo y bajando las cejas un par de veces a lo que yo respondo con un guiño.

Ambos nos reímos. Me encargo de sacar mi ropa de la maleta y guardarla en el armario mientras dejo que Ethan se ponga a cotillear por mi habitación. Mañana es acción de gracias y como Ethan tiene que volver a Wheat Ridge para pasar la noche con su familia, le dije que si quería podía quedarse hoy en casa y salir por la mañana. Me costó convencerlo para que aceptara.

—Pero mira que tenemos aquí, si el equipaje es tres tallas más grandes que tú.

Me acerco hacia él y miro hacia donde está señalando. Es una foto mía, de cuando tendría aproximadamente diez años. Estoy en el jardín trasero y llevo puesto el equipaje del equipo de baloncesto de mi padre de cuando iba al instituto. Era tan grande que la camiseta de tirantes me cubría el cuerpo entero y no podía ni llevar pantalones. Estoy mirando a la cámara con una sonrisa y un diente menos.

Fine LineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora