Estaba muy molesto con ella por ignorarme y dejarme como plato de segunda. Apuesto a que estaba perpleja por haberle colgado el teléfono, pero se lo merecía. Si ella se divertía, ¿por qué yo no? Estaba en mi humor y no iba a dejar que lo arruinaran.
La enferma salió de la piscina sin que me hubiera dado cuenta y miraba para todos lados.
Seguramente está buscando a la persona que le tocó el cabello. Reía de lo preciosa que se veía buscándome.
Su prima fue con ella y hablaron un rato.
Estaba cansado de estar en el domo, aparte de mirar la hora en el celular. Sabía que mi papá se iba y tenía que apurarme si quería despedirme. Me despedí de mis amigos y luego me fui para el baño a bañarme y a cambiarme. En el espejo, ya para acomodarme el cabello, vi que mi barba estaba más crecida que esta mañana pero no se veía mal.
A Marisol no le va a gustar esto cuando me vea.
Me puse la maleta en el hombro y salí del domo a paso firme. Tenía mucho afán de despedirme de mi papá. Para ser honesto, no sabía cuándo volvería, y por eso tenía que desearle un buen viaje.
Entré al apartamento rápido, dejé en la mesa la maleta y fui rápido a la habitación de mis papás.
— Hola, pequeño —me saludó mi papá.
— ¿Ya te vas a ir? —pregunté desilusionado.
— Si, hijo. Nos vamos.
No me había acordado que mi papá se llevaría de viaje a mi mamá.
Por una parte vas a tener la casa para ti solo, con tus amigos o con Marisol.
Pero por otro lado no quería quedarme sin mi mamá. Iba a estar solo y detestaba esa soledad en mi casa.
— ¿Por qué no se quedan más tiempo? —sugerí desesperado.
— ¿Y por qué no vienes con nosotros?
— Porque no me gusta salir de mi ciudad por mucho tiempo.
— Hijo... No nos vamos a demorar más de quince días.
Pero la verdad era que quince días era mucho tiempo por fuera.
— No. Prefiero esperar por ustedes —dije con la cabeza gacha.
Mi mamá me abrazó rodeándome de la cintura.
— Te quiero mucho, mamá. Ten mucho cuidado —le dije abrazándola.
— Lo tendré —lo dijo triste—. Tú ten mucho cuidado. La señora del servicio viene todos los días y ella puede hacerte compañía.
Parecía como un niño pequeño. ¿Iba a tener el apartamento para mí y yo triste? No. Tenía que ser responsable pero saliéndome un poco de las reglas. Solo un poquito.
Mi mamá se acercó al lado de mi papá a decirle algo al oído y él se fue al estudio.
— ¡Sebas! —gritó mi papá.
— ¡Ya voy!
¿Me dejará dinero?
Fui a la habitación del estudio y encontré a mi papá erguido y con una sonrisa de lado a lado.
— Te lo mereces, hijo.
Se apartó a la derecha y me dejó ver.
¡Oh, Dios mío!
Un casco deportivo, unas botas de pista negras con gris, una chaqueta con armadura gris con negro y unas rodilleras que combinaban con la chaqueta. Casi muero al ver tremendo regalo.
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Otra vez tú.
General Fiction¿Te has preguntado lo que hubiese podido pasar si dabas el primer paso? Es la historia de Alexandra y Sebastian. Un par de adolescentes que se conocen en el instituto. Se gustan, pero ninguno se atreve a pronunciar palabra. Pasan unos cuantos años y...