Terminamos de comer y nos fuimos sin antes de despedirnos del muchacho que nos atendió. Cuando fuimos a pagar preguntamos por él pero estaba haciendo un mandado y se demoraba. Valeria le dejó una notita.
Me acordé de hace unos años cuando le envié esa notita al pelirrojo. Como la había leído y como simplemente la metió en su maleta con desdén, dejando de lado mis sentimientos y mi esfuerzo por hablarle. Pensando un poco sobre el otro día cuando él me quería decir algo, se le notaba el arrepentimiento en sus ojos pero luego de pensar que me dijo enferma... claro, de eso se trataba. Quería preguntarme sobre lo delgada que estaba. Podría estar segura de ello, porque la gente me hacia esa pregunta recién salí del hospital cuando pesaba apenas cuarenta kilos. Cosas de "esas" que en ese momento no quería pensar
¡Ugh! Estoy divagando...
Mis sentimientos por él nunca habían cambiado, para nada. Pero seguro él ya tenía una novia y no quería ilusionarme con él. Bastante duro fue esperar su llamada y nunca contestarle porque simplemente no le interesaba. O bueno, por qué no, porque nunca me llamó. Me ignoró como a un perro...
Ya era las siete de la noche y nosotras nos subimos al taxi para alcanzar a llegar a la peluquería y tomar un turno. El taxista llegó en menos de veinte minutos. Nos bajamos en frente del conjunto donde pasamos en frente del apartamento de Valeria a dejar las bolsas de las compras y salimos rápido para alcanzar a tomar mi turno.
Entramos al salón de belleza y gracias a Dios, estaba desocupado en un puesto. La muchacha me hizo sentar y me puso la capa en el cuello.
— Hola, linda —saludó ella.
— Hola.
— ¿Qué quieres hacerte?
Mi prima llegó para ese momento y me ayudó, porque la verdad no sabía qué me hubiera quedado mejor.
— Ella quiere verse como una señorita de su edad y no de cuarenta —bromeó Valeria—. Puedes cortarle el cabello en capas y dejarle un flequillo hasta la nariz. Ah... y conserva el largo.
— Está bien, ¿eso es lo que quieres?
— Sí.
Me hizo sentar en el lava cabezas y lavó súper bien el cabello aplicándome cuatro champús y un poco de acondicionador. ¿El resultado? Mi cabello estaba sedoso y manejable. Me enseñó cómo lavarlo y tratarlo, ya que lo tenía maltratado y con puntas abiertas.
Me hizo sentar de nuevo y me peinó delicadamente. Su delicadeza era profesional. Cortó las puntas de los lados y me las dejó a la altura de los hombros, tal vez más abajo. Despuntó dos centímetros conservando el largo. Era la primera persona que me cortaba el cabello como yo quería. Siguió con el flequillo y lo cortó más largo a la derecha que a la izquierda. Luego me peinó el flequillo. Me pasó la secadora y el cepillo hasta dejarlo lacio pero esponjoso, pasó la plancha para perfeccionar el corte y cuando me mostró al espejo, las lágrimas rebosaban. No podía contener contenerme. Por primera vez me veía bonita.
— Estás regia, Alex —mi prima me abrazó.
Abrazamos a la chica y le pagamos. También le dimos una propina que aceptó sonriente.
— Gracias —le dije a la chica con los ojos aguados.
— A ti.
Nos fuimos del salón de belleza y entramos al conjunto por nuestras bolsas, pero me encontré con una sorpresa. El pelirrojo estaba recostado sobre una camioneta al frente de la entrada del edificio de Valeria. Estaba sonriente y cruzado de brazos. Estaba hablando con uno de sus amigos. Supongo...
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Otra vez tú.
Genel Kurgu¿Te has preguntado lo que hubiese podido pasar si dabas el primer paso? Es la historia de Alexandra y Sebastian. Un par de adolescentes que se conocen en el instituto. Se gustan, pero ninguno se atreve a pronunciar palabra. Pasan unos cuantos años y...