Mi prima me apretó el brazo.
- Pase lo que pase, no dejes de caminar -dijo ella nerviosa.
Escuché una carcajada.
- ¡Oye! Quiero hablar contigo -dijo el tipo a mi prima.
Seguí caminando porque mi prima me lo pidió.
- Vamos. Caminemos un rato -dijo riendo.
Mi prima paró y me soltó la mano violentamente.
- ¿Cuál es tu problema conmigo? -dijo ella a la vez que se paraba a la defensiva.
Me quedé como una estatua. Era el pelirrojo. ¡Y estaba acosando a mi prima! Era mi peor pesadilla. ¡Como era tan idiota!
- ¿Perdón? -el pelirrojo dijo sorprendido.
Mi prima lo empujo con mucha fuerza en el pecho.
- Pero que... -dijo agachándose a centímetros de ella.
- ¡Déjame en paz! -gritó.
- Yo no quiero hablar contigo. ¡Quiero hablar con la enferma! -abrió la boca inconscientemente y negó con la cabeza.
¿Qué? ¡O sea!
Sentí un baldado de agua helada cuando dijo lo último.
¡Me cree enferma! ¿Enferma de qué?
Valeria quedó perpleja y desorientada.
Hizo a un lado a mi prima con cuidado y caminó despacio hasta mí.
Viendo la dirección de mi prima, estaba de espaldas, aun no lo podía creer y se abrazaba los brazos tratando de agarrar seguridad. Solo podía ver que sus pulmones se abrían y cerraban.
Mientras tanto, el pelirrojo caminaba atónito, veía su rostro más pálido que nunca por lo que había dicho. Se le notaba arrepentimiento.
¿Arrepentimiento de qué?
Sus ojos estaban centrados en mí, no podría saber si lo que sentía él era dolor por haber dicho lo que dijo. Su rostro expresaba nada. Casi ni parpadeaba.
Se agachó para tomar mi mano pero instintivamente caminé para atrás para que no me tocara. Mis ojos empezaron a aguarse y sentía que me ahogaba porque no podía respirar. Y él sin ni siquiera tratar de solucionar lo que hizo. Más sin embargo, trataba de tomar mi mano. Yo se la quitaba y seguía caminando para atrás.
Se agachó lo suficiente para estar a mi altura y su nariz casi rosaba con la mía. Como una idiota, no paraba de verlo a los ojos.
Y aunque reconozco que en ese momento casi muero por ver de cerca el color de sus ojos, estaba molesta por lo que había dicho de mí.
Enferma, enferma, enferma, enferma, enferma, enferma, enferma, enferma, enferma...
No paraba de llorar y gritarle por dentro lo imbécil que había sido. Lloraba sin parpadear y las lágrimas caían como cataratas. Lo odiaba en ese momento.
Su rostro estaba firme, asustado y frustrado. Como cuando lo vi por última vez en el instituto. Vi que estaba incomodo de posar sus manos sobre sus muslos. Su boca medio delgada estaba acompañada de una barba que apenas salía de su piel. Roja, como su cabello. Su nariz respingada se tocó un segundo con la mía porque él trataba de tomar mi mano. Todo eso lo hacía sin bajar o quitar la vista sobre mí. Cuando sentí su nariz casi me derrito. Pero fui fuerte y di dos pasos atrás.
Bajé la vista a sus labios y a sus ojos. Y volvía a repetir el ejercicio unas cuantas veces.
Pero en mi mente sólo podía habitar algo. Y era que me había dicho enferma.
Le di la espalda y mi prima, que ya había tomado compostura, me estaba esperando detrás.
- Vamos -le dije a mi prima.
No volteé a mirar atrás ni un momento. Estaba dolida.
De regreso al edificio estábamos caminando rápido, no queríamos más sorpresas. Valeria no se limitó a decir alguna palabra sino hasta llegar al apartamento. Mi prima se sentó en el sofá más pequeño y se tocó las rodillas, se las sobaba una y otra vez.
- ¿Valeria, te encuentras bien? -pregunté impaciente.
Por más que intentara imaginar la situación, nunca podía creer que él se acercara tanto a mí. Quería hablar conmigo, pero, ¿para qué? ¿Sería por mi condición física de delgadez? ¿Se habría acordado de mí cuando estábamos en el instituto?
Sentir su nariz fría con la mía fue casi parecido a tratar de dar mi primer beso. Me sentí segura de mí misma, algo que jamás pensé que pasaría -y menos con el pelirrojo- pero por otro lado, estaba dolida por haberme dicho enferma. No sabía si gritarle a mi prima fue lo correcto, porque él también tenía que defenderse. Gritándola, cosa que me ofendió. Entendía a mi prima porque ella estaba paranoica porque tal vez pensaba que él era un acosador.
Un día de muchos sentimientos, debía reconocer...
- Es... es que... -hizo una pausa con la vista perdida-. ¡Me gritó! Nunca nadie lo había hecho.
- Prima, es que tú también lo empujaste -le recordé con cautela.
- Si, lo sé, pero pensé que me iba a volver a molestar.
- ¿Molestar? -abrí los ojos.
- Sí. Es que él me robó un libro de Romeo y Julieta.
Mi prima estaba abrazada de una almohada del sofá. No quería llorar, pero estaba muy indignada por recordar el hecho.
- ¿Y por qué?
- No lo sé. Recuerdo que fue un día en el que estábamos haciendo una actividad en el conjunto y me pidió que le prestara el libro que estaba leyendo. Yo se lo presté, porque la idea de la actividad era compartir con los demás. Nunca me lo devolvió. Un día que le pedí el libro, estaba con sus amigos y me dijo que no se acordaba de que le hubiera prestado algo. Me hizo quedar en ridículo el desgraciado.
Caminó hasta la ventada donde se podía ver claramente el castillo. Dijo mirando los columpios.
- Me hizo quedar mal delante de todos sus amigos y se burlaron de mí. Como si fuera una rubia insensible y hueca.
Se retiró de la ventana y se cruzó de brazos.
- Y por eso lo odias -concluí abrazándola.
- Si... -lloró en mi hombro.
Mi prima era una persona demasiado sentimental. Era fuerte pero de vez en cuando se le escapaba uno que otro sentimiento. Conmigo era más fluida y natural me contaba sus temores y sus alegrías. Era yo su más íntima amiga. Verla así, triste me hizo pensar qué clase de persona era el pelirrojo, pero como era de las personas que le gustaba escuchar más de una versión quería saber la del chico. Tal vez era una oportunidad de hablar con él sobre el libro perdido de mi prima.
- Pero ya no importa -dijo mi prima limpiándose las lágrimas-. Ya doy por perdido ese maldito libro. Vamos a comer algo y luego hablamos sobre el día de mañana -se compuso suspirando fuertemente.
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Otra vez tú.
Fiksi Umum¿Te has preguntado lo que hubiese podido pasar si dabas el primer paso? Es la historia de Alexandra y Sebastian. Un par de adolescentes que se conocen en el instituto. Se gustan, pero ninguno se atreve a pronunciar palabra. Pasan unos cuantos años y...