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El ojiverde y los niños fueron a la montaña. Bonnard le había proporcionado al joven una cesta con comida suficiente para pasar la tarde.
Cuando llegaron, la pequeña Darcy sonrió. Harry la observó y sonrió con ella.

— ¿Te gusta?
— ¡Si! Nuestra madre nunca nos lleva aquí.
— Vuestra madre no es de monte. Bruno, ayúdame a poner el mantel, vamos.
— Si.

Cogieron cada uno un extremo y lo extendieron sobre el verde prado.

El rizado abrió la cesta y agarró un poco de pan. Miró unos pájaros cerca y lanzó unas cuantas migajas hacia ellos. Las aves comieron el pan y provocaron que se acercaran otros. Tenían unos colores muy vistosos. Los niños miraban a los pájaros.

— ¡Yo quiero darles pan, señor Harry!

La pequeña saltaba de alegría. El ojiverde rió dulce y le dio un trozo más de pan. La niña se acercó a los pájaros y lanzó algunas migas. Éstos comenzaron a comerlo cerca de ella.
La hija mayor miró al rizado, que sonreía observando la escena.

— Señor Harry, ¿puedo ir a coger flores?
— Claro, Wendy. No te alejes mucho.
— ¡Señor Harry, mire! ¡Una mariposa!

El hijo mediano observaba al bello insecto revolotear por la zona. Permaneció quieto para intentar atraerla. Finalmente, ésta se posó sobre el dedo del niño. Bruno se sentía asombrado de tener tan cerca una.

El ojiverde se sentía feliz de ver a los niños felices

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El ojiverde se sentía feliz de ver a los niños felices. Apenas llevaba dos días aquí y ya estaba logrando que se mantuvieran calmados. Principalmente, buscaba enseñarles buenos valores y tenerlos contentos. Estiró sus piernas para más comodidad. Vio a la niña pequeña acercarse.

— Señor Harry.
— ¿Si, Darcy?
— ¿Usted viene mucho a la montaña?
— Cada que puedo. Es un lugar muy especial.

La niña se sentó a su lado y le miró.

— ¿Por qué lo es?
— Verás, pequeña. Venir aquí es alejarte de lo cotidiano. A veces me cansa la ciudad y necesito un poco de aire fresco. El prado, los pájaros, los árboles, todo, me ayudan a relajarme.
— ¿Y qué animales ve?
— De todo. Hay muchos tipos de aves, animales pequeños, insectos.
— ¿Podríamos venir más días?
— Por supuesto que sí, pequeña.
— Me gustaría que nuestra madre viniera con nosotros.
— Descuida, yo lograré que venga algún día. ¿Vuestro padre nunca les ha llevado?

El niño se sentó con ellos y negó, comenzado ha hablar.

— No. Nuestro padre no nos lleva porque a nuestra madre no le gusta. Él siempre dice que nos llevará a conocer Austria algún día. Dice que allí todas las montañas son más grandes y altas.
— Austria...wow...si, lo son...mucho más grandes...y todo es mucho más verde, y hay muchos más animales y tipos de flores.
— ¿De verdad?
—  Si. Me gustaría que lo conocieran pronto.
— ¿Ha estado en Austria, señor Harry?
— No, de ninguna manera. No he salido de Inglaterra nunca, pero, tengo amigos que si la vieron y me dijeron como es.
Estoy seguro de que es hermosa cómo dicen.

~ Una niñera para un corazón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora