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El conde estuvo dos horas fuera. Había podido calmarse un poco. El hecho de imaginar que su joven rizado hubiera muerto ahogado a causa de su esposa, hubiera sido un mazazo para él. No se lo hubiera perdonado nunca. Llegó justo a tiempo para la hora de la cena. Bonnard le saludó y le dio paso al comedor. Al sentarse en la mesa, se dio cuenta de que el niñero no estaba allí. Solo estaba su familia. Movió su pierna algo nervioso, pues Harry siempre era puntual.

— ¿Y el señor Harry?

Nadie respondió. Todos callaban. Su esposa bebió agua y se encogió de hombros. Los niños comían sin alzar la vista de sus platos. No sabían que había sucedido con el joven rizado. Nadie lo sabía, en verdad.

El hombre negó al observar la reacción de su familia y decidió levantarse, al mismo tiempo que fue soltando un gran suspiro. Abandonó el comedor y fue subiendo las escaleras. Una vez en el segundo piso, se acercó a la habitación del menor, con un paso lento. Llegó a la puerta y tocó, pero no obtuvo respuesta. Volvió a tocar y una voz débil respondió desde dentro.

— Adelante...

El ojiazul escuchó aquella voz, que le hizo estremecer. Se le oía bastante mal. Abrió y observó al chico rizado en la cama, tapado y con la mirada perdida. El mayor se acercó lentamente y, con gesto de preocupación, tomó su mano.

— ¿Harry...?

El contrario miró la mano de su jefe y la apartó lentamente. Cerró sus ojos. El ojiazul se percató del rechazo.

— ¿Qué ocurre?
— No debería de seguir en esta casa. Solo causo problemas, señor.
— ¿Qué? ¿De qué hablas?
— Señor Louis, yo lo siento, pero no es apropiado.
— Harry, por favor...
— Su esposa me tiró al lago. ¿No le parece suficiente para salir de aquí? Me duele la cabeza, el agua estaba fría. Me siento mareado aún...
— Lo siento mucho por lo de Marilyn, de verdad.
— No es su culpa, señor.
— Harry...llamame Louis...
— No quiero causar problemas.

El castaño negó y se metió bajo las sábanas junto al joven niñero. Lo atrajo hacia él y le miró a los ojos, mientras acariciaba con delicadeza las mejillas sonrosadas.

— Jamás causas problemas...eres un angelito.
— No lo soy.
— Lo eres, lo eres para mí.

Y, tras aquellas palabras, comenzó a besarle. Al principio, no fue correspondido, pero después, el menor se dejó llevar, iniciando un baile lento de boca y lengua. No podía evitarlo, su jefe le tenía enamorado hasta los huesos, por lo que era imposible no querer seguirle el beso. Se abrazaron más, juntando sus cuerpos mientras hablaban con el corazón. El niñero ya no sentía frío, ya no. El calor que desprendía el castaño fue suficiente como para compartirlo con él.

Según pasaban los minutos, las prendas iban desapareciendo. Estaban a punto de sellar su amor, o eso creían. El rizado paró los besos más íntimos que su amado le dejaba por el cuerpo. Éste le miró con un gesto agitado, producto de la acción.

— ¿Qué ocurre?
— A-ahora es muy arriesgado, Louis.
— Pues si, tienes razón. ¿Te parece si, más en la noche...? Cuando todos duerman, vengo a verte...
— Si, me parece bien.
— Bien. Ahora, descansa un rato, cielo.
— ¿Cielo?
— ¿No te gusta?
— Si, si me gusta.

El castaño sonrió mientras acariciaba el rostro del menor. Depositó varios besos por su cara y salió de la cama. Se vistió y se reunió de nuevo con su familia. Su esposa no dudó en molestarlo.

— Cuánto tardaste, querido.
— Yo tardo lo que quiera.
— No me hables así.
— Entonces déjame tranquilo, no quiero hablar contigo.
— Per-
— Pero nada.
— ¿Cómo está el señor Harry, padre?

La pequeña Darcy les miraba esperando una respuesta.

— Él debió de enfermar, cariño. Se pondrá bien.
— ¿Y por qué enfermó?
—  Porque vuestra madre tiene la mano muy suelta.

La señora frunció el ceño y siguió comiendo enfadada. Los niños parecían preocupados.

— ¿Le podemos cuidar?
— Claro, pero ya mañana. Ahora, déjenlo descansar.
— Si, padre.

Los hijos de los condes terminaron la cena y subieron a lavarse los dientes. El padre iba a levantarse cuando la voz de su esposa le interrumpió.

— Tú has ido a aumentarle el sueldo.
— No sabes y te encanta hablar, querida.
— Él no debe de seguir aquí.
— Él seguirá porque hace bien su trabajo. Y como sigas insistiendo, voy a tener que echarte a ti.
— No serías capaz.
— Oh, querida, no me pongas a prueba.

Con una sonrisa irónica, salió del comedor. Entró a su habitación y se puso el pijama. Salió a fumar al balcón y escuchó la puerta.

— Buenas noches.

La mujer tomó una almohada y su esposo miró aquella acción.

— ¿A dónde vas?
— A dormir en otra habitación.
— Hmm, bien.
— Ja, y ni te importa.
— En efecto, acertaste.

Echa una furia, salió de allí. El castaño soltó el humo y se acostó en la cama. Sonrió aliviado por no tener que escaparse.

Un par de horas después, se acercó a la habitación del niñero. Abrió con cuidado y vio todo oscuro, con una poca luz que entraba por la ventana.

— ¿Estás despierto, Harry?

Susurró esperando una respuesta. Una voz suave se escuchó entre la oscuridad.

— Si.

Cerró la puerta y se acercó a la cama. Se metió con él y buscó sus labios.

— ¿Estás muy cansado, cielo?
— No, estoy bien.
— ¿Seguro? Puedo prepararte algo para que tomes.
— Está bien.
— Bien.

Aquel hombre se fue de allí. Un rato después, la puerta volvió a abrirse. Encendió la lámpara de la mesita y le tendió la taza.

— Tómate esto, te sentirás mejor.

El rizado se acomodó en la cama y tomó la taza. Comenzó a beber y sonrió.

— Gracias, Louis.

Un poquito después, logró terminar de beber.

— ¿Mejor?
— Si, ahora solo quiero que me beses.
— Así será, amado mío.

Con una sonrisa, el conde comenzó a besar al niñero. Esta vez sí que no habría nadie que les molestara aquella madrugada. La habitación fue testigo de cómo dos hombres habían unido su amor de una forma más espiritual. Los suspiros provocados por la pasión y las pequeñas risitas fueron lo que inundaron la estancia.

Quedaron agotados y durmieron juntos esa noche. Sus corazones y sus mentes pudieron descansar al fin...

Holii, yo apareciendo cuando puedo, hasta que logre tener estabilidad con los trabajos. Hasta que no tenga suficiente tiempo, no habrán ilustraciones, pero bueno, se compensa con que siempre teníais dos por capítulo. Os quiero mucho, bonito día :D

~ Una niñera para un corazón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora