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El conde bajó, buscando a su mayordomo, que terminaba su jornada laboral.

— Bonnard, amigo, necesito su ayuda.
— ¿Si, señor?
— Necesito que me lleve a la comisaría.
— ¿A la comisaría? ¿Qué sucedió?
— Tengo un asunto que tratar con él director. Póngase en contacto con él y hágale saber de mi visita.
— De acuerdo. Con permiso.

El anciano despareció un segundo para realizar la llamada a la comisaría de la ciudad. Informó de que el conde Tomlinson debía tratar asuntos con él. Después, salió junto al castaño, para subir al coche.
Minutos más tarde, llegaron a la comisaría. El hombre más mayor aparcó frente a ella, bajando junto al castaño, para entrar al edificio. Un agente recibió a ambos hombres y les llevó con el director, que les esperaba. Se trataba de un hombre robusto, de pelo pobre y ojos miel, llamado Hugo Smith. Él era el encargado de realizar las decisiones más importantes dentro del cuerpo. Fumaba un gran puro, cuando vio al conde entrar, dejando al mayordomo fuera.

— Buenas noches, señor Tomlinson.
— Señor Smith.
— Tome asiento, por favor.

El castaño obedeció. El mayor le ofreció un cigarrillo, que fue aceptado por él.

— ¿A qué se debe esta visita?
— Verá, solo vine por un simple motivo: quiero que despida al agente Zayn Malik.

Tras decir aquello, dio una calada al cigarro. Inhaló por la nariz el tabaco y expulsó el humo por la boca, formando una "o". El otro hombre negó imitando la acción.

— Lo que pide es imposible. Zayn es de mis mejores hombres.
— ¿Mejores hombres? No me haga reír.
— Vamos, hombre. Debe darme buenos motivos para hacer lo que me pide.

El ojiazul negó con una sonrisa algo burlona.

— Simplemente hace mal su trabajo. Eso es todo.
— Señor Tomlinson, me gustaría ayudarle, de verdad, pero...
— Despídalo.
— Señor, sabes que yo no p-
— ¿Cuánto quiere?
— ¿Cómo?
— Ya me ha oído. Sé que lo hará a cambio de dinero.
— Depende de cuánto me ofrezcas.

El conde dio una palmada. Tras la acción, el mayordomo apareció con un pequeño maletín. Se lo dio a su jefe y volvió a abandonar la oficina. El menor, abrió el objeto frente a los ojos ansiosos del director. Había bastantes billetes, toda una fortuna. Lo cerró para soltar una leve risa.

— Todo esto será suyo, solo si cumple lo que yo le diga.
— De acuerdo. Que quede entre nosotros que acepté un soborno.
— Lo que usted diga, pero quiero a Zayn fuera, inmediatamente.

El ojimiel asintió y ambos hombres estrecharon la mano. El conde acomodó su chaqueta y se fue de allí con Bonnard. Volvieron a la mansión para poder descansar.

Pasaron exactamente dos días, y la familia Tomlinson recibió una visita de Zayn. El castaño pidió champán para dos. Se sentó con su amigo en la sala de estar.

— ¿Qué ocurre, Zayn?
— Hermano, me echaron de la comisaría.
— ¡Qué me dice! ¿Por qué?
— ¡No tengo idea! Algún imbécil que me odia, seguro.
— ¿Por qué lo piensas?
— Porque sé que he estado haciendo bien mi trabajo.
— Oh, Zayn, tal vez, no lo hayas estado haciendo tan bien como crees.
— ¿Qué insinúas?
— Nada, me remito a la situación del despido.
— ¡No hay! El viejo simplemente me despidió y punto.

El anciano trajo las bebidas. Estaba escuchando todo. Las dejó sobre la mesita y se alejó de allí. Otro hombre, escuchaba aquella conversación. Un joven de ojos verdes, curioso por saber la procedencia de los gritos que desprendía el moreno.

 Un joven de ojos verdes, curioso por saber la procedencia de los gritos que desprendía el moreno

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— Estoy seguro de que alguien más está detrás de esto.
— Lo que digas, Zayn. Tómate el champán.

El hombre resopló y brindó con su amigo. Bebieron y comenzó a mover su pierna.

— Juro que como encuentre al maldito hijo de...
— Cálmate, hermano. Encontrarás otro lugar donde desempeñar tu labor.
— Ajá, no sé.

El moreno dio otro sorbo al champán, cuando vio en la puerta al niñero. El conde le miró igual.

— Señor Harry, ¿quería algo?
— No, señor, solo quería avisarle de que llevaré a los niños al lago.
— Oh, de acuerdo. Buena idea.

Le dedicó una dulce sonrisa, pero no duró mucho tiempo, ya que el otro hombre se levantó de golpe.

— ¡Ya me acordé de ti! ¡Yo te conozco!
— Señor Malik, creo que se confunde usted.
— ¡Maldito maricon! ¡Finje que no me conoce!

Nota de la autora: que conste que Zayn es homófobo solo en mi novela! Yo lo amo mucho en la vida real y no tengo nada en contra de él! Tan solo es un personaje ficticio el que desempeña en la novela!

El moreno se acercó rápidamente hacia el rizado, que comenzó a temblar. Él sabía defenderse, pero al tratarse de un alto cargo y, más que nada, ex agente de policía, suponía superioridad. Le tomó fuerte del brazo.

— ¡Louis saca a este enfermo de tu casa! ¡Yo le detuve hace muchísimos años! ¡Puede contagiar a tus hij-
— Como le sigas agarrando así, voy a tener que partirte la cara, hermano.

El ojiazul sentenció aquellas palabras, ya de pie a varios metros de ellos. No les miraba, si no que su vista se centraba en el suelo. Con un cigarro en la boca, alzó la mirada a ellos. Su amigo le miró extrañado.

— ¿Qué? ¿Acaso no me has oído? Es un jodido mari-
— No me hagas repetirlo, Zayn. Suéltalo.

El hombre soltó con asco al ojiverde. Se puso frente al conde.

— ¿Y por qué lo defiendes tanto, Louis?
— Porque es el niñero de mis hijos, y no te consiento que le toques ni un puto pelo, ¿he sido lo suficientemente claro?
— ¿Te contagió acaso? Habría que matarlo para evitar una plaga.

El castaño apretó sus puños y le tomó fuerte de la camisa, azotándole contra una pared. Se le veía furioso.

— ¡Cierra la maldita boca, Zayn! ¡Vas a devolverle hasta el último puto centavo que le arrebataste a él y a su familia!
— ¡¿De qué hablas?!
— ¡Sé lo que le hiciste! Te juro por Dios, que como no le devuelvas todo el dinero que le hiciste pagar, acabarás tú en la puta cárcel. ¿Te queda claro?

El moreno estaba realmente asustado. La verdad es que el ojiazul imponía mucho furioso. Asintió tragando saliva. El otro le soltó y tomó la copa de champán.

— Ahora lárgate de mi casa. Vamos.

Zayn tomó sus cosas y salió de allí. Marilyn y los niños ya habían marchado hacia el lago, por lo que solo estaban el conde, el niñero y los empleados de la mansión.
El castaño se acercó rápidamente a su amado. Tomó sus manos con delicadeza y las acarició.

— ¿Te ha hecho daño?
— N-no, no mucho.
— Bien, gracias a Dios.
— Louis...
— ¿Si?
— No tenías por qué...
— Debía hacerlo. No permitiré que nadie te haga daño. Ese imbécil no es mi amigo, ya no. Puedes estar tranquilo, que mientras esté a tu lado, no se acercarán.

El rizado sonrió y susurró un "gracias" para comenzar un dulce beso con el mayor. Le correspondió aquel gesto de amor, permaneciendo así algunos minutos. Después, el conde besó la mano del menor y sonrió con dulzura.

— Ve con los niños y Marilyn, yo necesito descansar un poco.
— Está bien, Louis.

Se despidieron y cada uno se dirigió a su lugar. El ojiverde se sentía feliz de haberse librado de Zayn. No se esperaba la reacción de Louis como la que tuvo hace apenas unos minutos. Sin duda estaba enamorándose perdidamente de su jefe.

Bueno bueno! Pues aquí tenéis el siguiente capítulo. Es la primera vez que tenéis imagen visual del amado Bonnard! Imaginarlo junto a Lou desde que era un bebé, me da demasiada ternura! En fin, os quiero mucho, bonito día :D

~ Una niñera para un corazón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora