Todos llegaron a la mansión en silencio. Parecía que el lugar estaba abandonado, pues nadie decía nada.
Bonnard, al recibirlos, sintió el peso que la familia y el niñero desprendían, por lo que decidió no preguntar por lo sucedido.
Los niños subieron abrumados, deseosos de que aquel día terminara. El joven rizado subió después.
El conde observó a los que subieron y se dirigió a la biblioteca. Su esposa, era la que más feliz se mostraba. Fue la única que se dirigió al mayordomo.— El señor Styles está despedido, por lo que, prepare el coche para llevarlo de vuelta a su casa.
— Si, señora.La mujer dejó solo al anciano, que fue a cumplir con lo que le habían ordenado.
El ojiverde sacaba sus cosas del armario y las ponía en la maleta. Lo que más le dolía en estos momentos, era saber que se había quedado sin trabajo, sin poder ayudar a sus padres con los pagos, la comida y demás. Apretó sus puños y negó. Escuchó una voz en la puerta tras él. Se giró y vio a la pequeña Darcy, con ojos cristalizados, donde sus lágrimas estaban dispuestas a atravesar la barrera, para salir al exterior en cualquier momento.
— Darcy...¿qué ocurre?
— N-no quiero que se vaya.No pudo más, rompió a llorar. El rizado tragó saliva y se agachó a su altura, abriendo los brazos en muestra de que se acercara. La niña se acercó y lo abrazó mientras lloraba y lloraba. El mayor acarició su cabello mientras siseaba.
— Shh, no llores más, cariño.
— N-no se v-vaya.
— Yo no decido eso, pequeña...
— N-no s-se vaya.
— Darcy, por favor...
— L-le quiero, s-señor Harry.Su voz entrecortada y dulce provocó que el niñero comenzara a llorar de igual forma. Abrazó más a Darcy y sollozó.
— Y-yo también t-te quiero pequeña, mucho, pero debo irme...
Se separó del abrazo, aún tomando los hombros de la niña. Retiró las lágrimas de sus ojitos y acarició sus mejillas.
— Voy a seguir recogiendo, ¿de acuerdo?
La menor solo asintió y salió de allí.
Minutos después, el ojiverde bajó con su maleta. La familia se acercó. La condesa habló.— Bien, su coche le espera fuera.
— Si, señora.
— Yo quiero despedirme del señor Harry.El hijo mediano dijo aquello dando un paso. Su madre le tomó del brazo.
— No, se acabó. Dejen que se marche de una vez.
El rizado alzó su rostro y vio al conde en silencio. Tenía la vista en el suelo. Del mismo modo que él, le miró. Cruzaron miradas, sin decir ni una sola palabra. Había dolor en aquellos ojos azules y verdes. Al menor se le fueron formando algunas lágrimas, que rápidamente apartó la mirada para evitar que se vieran.
— H-ha sido un placer servirles, señores. Adiós, les deseo lo mejor.
Y, tras decir aquellas palabras, se dio media vuelta y salió de la mansión. La niña menor lloraba. Subió a su habitación. La condesa sonrió.
— Al fin, paz y armonía en la casa.
Su esposo no decía nada. Se fue a la biblioteca y comenzó a fumar. Observó a través de la ventana como el rizado subía al coche, mientras que Bonnard guardaba su maleta. Soltó el humo en silencio mientras que el coche iba desapareciendo en el horizonte.
Un rato después, llegaron a la ciudad. El mayordomo aparcó en la panadería de la familia Styles. Abrió la puerta del joven y fue sacando su equipaje. Antes de dárselo, le miró a los ojos.
— Usted lo ama ¿cierto?
El ojiverde miró extrañado al anciano, que tenía una mirada compasiva.
— Bonnard, no entiendo...
— Usted lo ama, a él.
— No sé de qué me h-
— Lo sabe, señor Harry.El rizado tragó saliva y asintió mirando el suelo. Una pequeña risa dulce del mayor se escuchó.
— Conozco a Louis desde que era un niño y le puedo asegurar que él lo ama de la misma forma...
Harry le miró con los ojos cristalizados. Le sorprendía que una persona de esa edad no dijera nada negativo al respecto.
— ¿A-ah si?
— Sé que es difícil para usted asimilar toda la situación, señor Harry. Él aún tiene la actitud de un pequeño asustado. Ha sufrido mucho y no sabe cómo afrontar estos casos, quiero que le comprenda.
— Lo comprendo, Bonnard, de verdad, pero...¿a usted no le molesta?
— ¿Molestarme? Señor, mi vida es mi vida y la suya es de usted. El mundo debería preocuparse más de lo que ocurre en su vida que de lo que ocurre en su alrededor. Hacía tiempo que no veía al conde tan feliz...usted le devolvió la felicidad que él tenía, se lo aseguro.Para aquel entonces, el rizado ya lloraba, tapando su cara con ambas manos. Sintió una mano sobre su hombro. Alzó su mirada y observó al anciano.
— B-bonnard, s-se lo agradezco mucho, el...comprenderme... gracias por no juzgarme...
— No debería de agradecerme un valor básico que deberíamos tener todos, señor Harry.El ojiverde abrazó con fuerza al mayordomo que, sorprendentemente, correspondió el gesto de cariño. Permanecieron así unos minutos, hasta que el joven se dio cuenta de que debía dejar ir al anciano.
— Le deseo lo mejor, Bonnard. Es usted una persona increíble.
— Le deseo lo mismo, señor Harry. Le veré cuando venga a comprar pan, ¿le parece bien?
— Si, gracias, Bonnard.Se despidieron y el mayordomo se subió al coche para emprender el viaje de vuelta a la mansión de la familia Tomlinson. El ojiverde limpió sus ojos y entró a su casa. Sus padres le observaron.
— ¿Hijo?
— Hola madre, hola padre...
— ¿Vienes de visita?
— No...me...despidieron...La mujer se levantó lentamente y se acercó al joven.
— Oh, cielo, lo siento mucho...
Lo abrazó y su padre vino para unirse al abrazo. En el fondo, el rizado se sentía bien de estar en su hogar junto a su familia. Iba a salir adelante por él y por ellos, porque eran su vida. Sus hermanitas aparecieron.
— Mis niñas, venid.
Las abrazó con fuerza y sonrió llenándolas de besos y cariños. Sus padres prefirieron no preguntarle los motivos de su despido. Se sentían felices de ver a su hijo de vuelta.
Un rato después le ayudaron a ordenar su ropa de vuelta en su habitación. La mujer acarició el rostro de su hijo.— Te quiero mucho, cariño.
— ¿A pesar de que sea un desastre?
— No lo eres, cielo, claro que no. Tú vales mucho, más de lo que crees.
— Pero me despidieron.
— Eso no importa. Saldremos adelante como hemos hecho siempre, ¿de acuerdo?
— S-si, madre...
— Ahora, descansa un poco. En un rato te traeré algo de comer.
— Si, está bien.La mujer rizada besó su frente y se fue de su habitación. El ojiverde miró el techo en silencio. Las palabras de Bonnard le habían llegado al corazón. Sonrió cerrando sus ojos. Quedó dormido tras unas lágrimas derramadas sobre la cama...
Holi, bueno, al menos, he podido subiros dos capítulos este finde. Eso sí, sin ilustración porque tampoco tengo tanto tiempo JAJAJAJA sorry. En fin, os quiero mucho, bonito día :D
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~ Una niñera para un corazón
FanfictionEl conde Louis William Tomlinson es un hombre de alto cargo, casado y con tres hijos que, cansado de no encontrar a la niñera adecuada para sus rebeldes muchachos, decide dar una oportunidad al joven Harry Edward Styles, un aprendiz de maestro que b...