~ 12 ~

280 40 51
                                    

Ambos hombres se separaron rápidamente al escuchar aquella voz proveniente de la puerta. El simple hecho de ser vistos, les hacía sudar de nervios. Su situación no era conveniente ser descubierta, porque ya sabían cómo acababan esos casos...

— ¡Padre!

La pequeña Darcy tenía ambas manitas sobre sus mejillas, con gesto de sorpresa. El castaño la cargó y cerró la puerta.

— Cielo, espera.
— Padre, ¡le diste un beso en la boca al señor Harry!
— Shhh, shh. Necesito que me hagas un favor, hija.

La sentó en la cama y comenzó a jugar con sus manos algo nervioso. El ojiverde no articulaba palabra. Se sentía mal, al pensar de que había cometido un error.
El padre de la niña tomó sus manos y la miró a los ojos. ¿Cómo explicarle a su hija como se sentía? Quería darle a entender, que un hombre podía amar a otro hombre sin ser algo malo, quería tratar de enseñar de forma correcta a la más joven. Soltó un suspiro. Los nervios le comían por dentro, impidiéndole hablar correctamente. Los balbuceos de duda fue lo que se escuchó.

— Escucha, Darcy...yo...amm...pues...
— ¿Por qué estás nervioso, padre?
— Eso no tiene importancia, cariño...
— ¿Besar a un hombre está bien?
— Amm...hija...si te cuento algo,  ¿prometes no decirle nada a tu madre?
— Si, padre, te lo prometo.

El ojiazul asintió algo más calmado. Acarició las mejillas de su hija, que esperaba que su padre le contara aquel secreto.

— Verás...a veces, nuestros corazones, deciden a quien darle besos...es, algo que aún no entiendes, pequeña...
— Pero tú eres un chico y el señor Harry también.
— Cielo, eso no es nada malo. Mientras tu corazón quiera hacerlo, no es problema.
— ¿Y por qué madre no debe saber?
— Porque tu madre no ve las cosas de esa manera. Asume el tema como, por ejemplo, con la montaña, ¿entiendes?
— Si, padre. ¿No quieres a madre?
— Claro que la quiero, pero...la quiero de una forma distinta al señor Harry.
— Padre, no comprendo.
— No te preocupes. Ya lo entenderás, cuando seas más alta que yo.

Dio un toquecito en su nariz. Ella rió dulce y lo abrazó. Su padre correspondió el abrazo con una sonrisa. El niñero observaba desde la distancia, aquella muestra de cariño.

— ¿Guardarás el secreto?
— Si, padre.
— Bien, pequeña.

La niña se acercó al rizado, que tenía una expresión algo triste. La culpa y el miedo le estaban consumiendo.

— Señor Harry, ¿puedo darle un abrazo?
— Por supuesto, preciosa.

Se agachó a su altura y ella lo abrazó. Sentía tan bonito el tener el apoyo de la pequeña, que de sus ojos salieron algunas lágrimas. Las retiró rápidamente y se separó del abrazo minutos después.

— Hija, ve a jugar con tus hermanos.
— Si, padre. Señor Harry, ¿usted viene a jugar con nosotros?
— Iré en unos minutos, cielo.

La niña salió de la habitación. El niñero cerró la puerta y observó al conde.

— Perdóname
— ¿Qué? ¿De qué hablas?
— Esto puede ir a peor, por mi culpa.
— ¿Por tu culpa? Claro que no, Harry. Yo te besé y fue cuando entró Darcy.
— Lo sé, pero...siento que tarde o temprano, todos descubrirán esto...me aterra la idea de pensar en eso.
— Nadie más lo sabrá. Harry, yo quiero seguir viéndote...
— Y yo, pero va a tener que ser en las noches. A la luz del sol, todo es más difícil.
— Si, tienes razón. Hoy saldré con los niños y con Marilyn. Tú puedes tomarte el día libre.
— La verdad es que me viene bien, para visitar a mi familia.
— Está bien. En la noche, ¿nos podemos ver un rato...?
— Si, un rato largo...

El ojiazul soltó una pequeña risa y besó sus labios. Se despidieron y el rizado sonrió. Se puso algo más cómodo para ir a la panadería de sus padres.

El día transcurrió feliz, por parte de él. Había podido jugar con sus hermanas, ayudar en la tienda y, lo más importante, ver a su familia.
Sin embargo, para el ojiazul, fue distinto. Él sintió que faltaba alguien en aquella salida, para poder sentirse más feliz. Sus hijos, sin Harry, se la pasaban haciendo travesuras. Su madre, Marilyn, buscaba siempre amor por parte de su esposo, como besos, caricias o simplemente halagos. Éste, como de costumbre, le cumplía todos aquellos caprichos amorosos, bien por disimular o bien porque aún sentía cosas por ella, quién sabe. Eso sí, lo que sentía por su niñero, era más especial.

Cuando el ojiverde llegó a la mansión de los Tomlinson, cuando casi era la hora de la cena, se dio cuenta de que había visita aquella noche. La voz le resultaba familiar, pero no de buena forma. Quedó helado al observar a su amado junto con aquel sujeto.

— Señor Harry, que gusto verle de nuevo.
— Buenas noches, señor.
— Acérquese, me gustaría presentarle a un gran amigo, Zayn Malik, alto cargo de la policía de la ciudad.

— Acérquese, me gustaría presentarle a un gran amigo, Zayn Malik, alto cargo de la policía de la ciudad

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

— Zayn, amigo, él es mi niñero, el señor Harry Styles.

El rizado estrechó la mano con el agente, con un gran nudo en la garganta. En la mirada del moreno se sintió cierto desconcierto.

— Mucho gusto, señor Harry. ¿Me lo parece a mí, o usted y yo hemos coincidido en alguna ocasión?
— No lo creo, señor Malik, tal vez usted me confunda con alguien más.
— Si, ha de ser eso.

Aquel joven moreno no pareció muy convencido. El castaño dio una palmada en la espalda de él y rió.

— Bueno, ahora que se conocen, me gustaría que te quedaras a cenar, Zayn.
— No quisiera molestar, amigo.
— Jamás molestas, hermano. Por favor, estás en tu casa. Vamos a sentarnos, la cena está casi lista.

La familia, el niñero y el agente tomaron asiento en la gran mesa de comedor. El ojiverde no volvió a articular palabra en toda la velada. Su amado lo notó, haciéndole preocupar. ¿Por qué desde que vio a uno de sus mejores amigos, él actuaba así? Querría averiguarlo.
Después de la cena, Zayn tuvo que marchar de vuelta a su hogar. Todos fueron a la cama, dispuestos a dormir, excepto un hombre.

La puerta de la habitación del rizado sonó varias veces. Abrió y vio al castaño. Le hizo pasar.

— ¿Qué te ocurre hoy, Harry?
— No entiendo.
— Te veías callado por la presencia de Zayn, ¿pasó algo?
— No, claro que no, Louis.
— Oh, Harry...tu nariz...

El ojiverde resopló molesto por su nariz, que se arrugó en el momento menos indicado.

— Está bien, es...algo que, debes saber.
— Te escucho.
— Yo, conozco a Zayn, pero no de forma amistosa...

Holi holiii, bueno, pues una tremenda disculpa por no haber actualizado estos días. La verdad, ayer iba a subir el capítulo, pero me estaba quedando dormida, así que jamás se pudo. Además, esta parte de la novela me hubiera gustado publicarla el día 12 de enero, por el cumpleaños de Zayn, de ahí que la única ilustración sea de él. Ya 30 años dios, me retiro a llorar. Él es mi favorito después de Harry y Louis. Su música me encanta demasiado. Pero bueno, aquí tenéis nueva parte. Hoy tengo pendientes que hacer, así que no puedo subiros otro (que era mi plan desde el principio). Pero espero, que mañana si pueda subiros al menos uno. En fin, os quiero mucho, bonito día :D

~ Una niñera para un corazón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora