⁶ El refugiado

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"Nunca pensé que
te fuera a perder,
me toca extrañar
lo que no hice contigo"
~Morat.


Zayn

No puedo creer que esto esté pasando. No, esto es imposible. No hay ni un poco de posibilidad de que esto sea real, joder. Ni una pizca de...

-¿Lo han atado bien? -pregunta Samuel, revisando que todo esté en perfectas condiciones.

Mi primer gesto es mirar directo a Grillo con cara de asesino para registrar la respuesta a esa pregunta sin que tenga que decir algo.

-Sí, capitán -me termina de confirmar mi sospecha con la voz temblorosa.

-Demasiado fuerte, diría yo -le sigue la corriente Sushu, por lo que no me queda otra opción que dejar el lado desconfiado y asentir mientras digo:

-Bien.

-Bien.

-Bien.

-Bien.

Vale, no esperaba que estén todos tan cagados como yo.

Lamo mis labios mirando al chico de gafas inconsciente de pelo ruloso y oscuro, preguntándome si volver a abrir la boca es una buena acción en estos momentos. En casos habituales, preferiría decir lo justo y necesario, ni una palabra más ni una menos; pero en esta situación tan diferente, considero que todo tipo de información es más que válida.

-¿Dónde lo han encontrado?

-De camino a buscarlos a ustedes -confiesan Grillo y Mushu al unísono.

-¿Le han hecho mucho daño? -inquiero con la voz más grave que nunca.

Ambos se miran entre ellos, Samuel y yo tenemos el misma respuesta: tragar grueso.

-Pues supongo hecho lo necesario -los defiende Sam por lo bajo.

Suspiro.

No tendrían que haberlo noqueado. Quizás, si estuviera vivo, lo podríamos usar como amenaza hacia la otra tropa. Lo podíamos usar de mil formas para nuestro beneficio. Y ahora por su culpa, realmente dudo que podamos hacerlo.

Tomo del rostro al refugiado y examino todos los detalles de su piel: cada rasguño, cada lunar, cada marca. Todo, excepto su boca, claro. Su boca está cubierta por una cinta adhesiva enorme.

-¿Cómo lo diferenciaron de uno de nosotros? -se atreve a cuestionar Samuel.

-No tenía nuestro uniforme. De hecho, ni lo teníamos de rostro. Aquí nos conocemos todos con todos. Es muy fácil ver si alguien falta o si alguien está de más -le explica Grillo antes de que yo abra la boca.

Le doy una pequeña cachetada al refugiado, pero aún sigue sin reaccionar. Pues segundos después comienzo a pensar que no tendría que haberlo hecho, ahora todos me están mirando como si estuviera loco.

-¿Qué? Si se estaba haciendo el dormido era la única forma de... -salto a la defensiva.

Samuel ríe y me dan ganas de enterrarlo bajo tierra.

-Voy a prepararle su habitación para que pueda dormir, capitán -dice con aceleración Grillo, intentando de quitar la situación incómoda del medio.

Asiento con la cabeza, serio, hasta que vuelvo a oír su risa.

-Le tienen que hacer la camita -le susurra Samuel a su colega creyendo que no lo escucho-, pobrecito.

Frunzo el ceño y voy hacia delante, con la cabeza en alto.

Besos en Guerra ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora