¹⁰ Hola, ¿tú eres...?

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—Deberías apresurarte, ¿sabes? Es peligroso que vengas a estas horas y así.

Le sonrío mientras jugueteo con mi traje.

—Me lo has prometido y aquí estoy, esperándote —le recuerdo—. ¿Por qué me miras así? ¿Tengo algo en la cara?

Voltea los ojos.

—¿Quieres pasar?

—¿Mi cara te dice que no?

Suspira, acercándose a mi a pasos enormes. Siento sus manos por debajo de mi trasero y cuando me da un envión hacia arriba enredo mis piernas en las suyas. Lo tomo del cuello, contenta y él estampa su boca con la mía, lento, delicado y tierno, como siempre.

—Pasamos juntos o nada —dice atravesando el marco de la puerta.

Me suelta en su sofá y se sienta a mi lado, palmando sus piernas con la intención de que apoye mi cabeza allí y eso hago.

—Extrañaba esto —murmuro, sonriéndole.

—Y yo te extrañaba a ti.

Me acaricia el pelo y vuelve a depositar un pequeño beso en mis labios.

—Solo ha pasado una noche.

—Pues para mi se han sentido como ocho noches, y créeme que fue una jodida e inmensa tortura no tenerte cerca por esas largas horas.

Sus ojos conectan con los mios a la perfección. Adoro sus gestos, como se expresa, lo tierno que es, lo transparente que se muestra, todo. Estoy perdida en él, y lo peor es que cada segundo siento que lo estoy aún más.

—¿Crees qué podamos hacerlo todos los días? —pregunto algo ilusionada.

—Lo haremos todos los días que quieras, cariño —susurra como si nada, atrevido—, mientras no te metas en ningún lío más con...

Abro los ojos como platos.

¿Acaba de...?

¿Me dijo....?

—Repite lo que haz dicho. —Me mira, confundido—. Ya.

—Que mientras no te metas en algún lío más con tu...

—No, eso no. Lo otro.

Frunce el ceño como si aquello le provocara algo de perplejidad y vuelve a abrir su boca cuando parece haberlo pillado:

—¿Cariño?

—Maldición.

—Cariño.

—Detente.

—Cariño.

—Cállate, por favor.

—¿Por qué te sonrojas? ¿Te pone que te diga cari...?

—Eres un idiota, ¿lo sabes? Un buen idiota —zanjo mientras me levanto rápido de su regazo e intento ponerme de pie.

Tomo un almohadón.

—Un buen idiota que te encanta como el café, ¿a que sí?

Y se lo estampo en el medio de la cara.

Su risa es contagiosa, me río junto a él cuando comprendo que esto acaba de volverse una guerra de besos mezclada con patadas y cosquillas. Ni si quiera sé cuando dejo de pegarle. Lo miro al mismo tiempo que empiezo a desear que este momento no acabe nunca. No sé qué haría sin él, simplemente no... no sé sí podría hacerlo. El campamento sería muy complicado sin su presencia.

Él lo hace todo mucho más divertido y fácil.

Por ende, estoy jodida. Pero lo quiero mucho. Y sé que mucho más de lo que debería. Y de lo correcto, claro.

Maldita sea.

Esto es una putada.

Odio tener que escondernos.

***
Nota de la autora:
¡Holi! Capítulo corto pero que es superimportante para el avance de la trama.

Sé que están confundidos.

Hasta yo lo estoy.

Pero ya verán que todo cobrará sentido en unos capítulos💋🔥

Van a ver conversaciones de mensaje y mucho más 💌

Besos en Guerra ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora