Twelve

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Persefone abrió sus ojos al sentir como era sacudida levemente, algo desorbitada se sentó en el colchón y miro a su alrededor, frunció el ceño al ver solamente a Karube arrodillado al borde de este.

-Los demás me están esperando abajo pequeña- contó este con una sonrisa triste en su rostro.

-Aun puedo ir con ustedes- intento de convencer a su amigo. 

Este solo rió y negó con  la cabeza.

-Es mejor que te quedes y descances- Karube tomo la mano de su amiga, comenzando a jugar con los dedos de esta- Tengo algo que confesarte antes de irme- revelo el.

Ahora era ella quien lo miraba seria y dispuesta a escucharlo.

-Dime- pidió ella ante el silencio de su amigo.

-Tengo un presentimiento feo pequeña- confeso el con su vista fija en sus manos ahora entrelazadas- Y temo que se haga realidad-

-Karube...-empezó ella pero la mirada del chico hizo que se callara.

Este estaba con sus ojos húmedos a punto de llorar, pero sus labios poseían una hermosa sonrisa dedicada solamente a ella.

-Creeme que no se lo que me has hecho pequeña, pero tengo algo para ti- de su bolsillo Karube saco una pequeña caja de terciopelo negro- Jamas en mi vida he logrado querer a una mujer tanto como te quiero a ti- Karube miro a su amiga a los ojos, mientras soltaba la mano que tenia entrelazada junto a la de ella, para darle pequeñas caricias a la mejilla de la rubia- Pero quiero que sepas una cosa Persefone. Mi Persefone. Estoy totalmente enamorado de tus bellos ojos hipnotizadores-

Persefone abrió sus ojos ante la confesión de su amigo, sin saber que decir exactamente, estaba realmente conmovida ante las palabras de Karube.

-Quiero que te quedes con esto. Por si llego a morir, quiero que siempre sepas lo mucho que te quiero- y ante eso Karube saco el anillo de compromiso de aquella caja, colocándoselo a la rubia en su dedo anular izquierdo.

-No lo hagas parecer como si fuera una despedida- pidió la rubia con sus ojos humedecidos.

-Tengo miedo de no volver pequeña- confeso su amigo mirando como las lagrimas brotaban de los ojos de ella.

-Si lo harás- aseguro Persefone antes de envolver sus brazos en los hombros de el.

Sintiendo como de esa manera un vacío se apoderaba del pecho de esta. El solo pensamiento de perder a Karube le aterraba, le aterraba seguir perdiendo a personas que amaba. Temía quedarse sola.

Una vez ambos se recompusieron, bajaron hacia donde Chota, Shibuki y Arisu se encontraban.

-¿Seguros que no quieren que vaya?- insistió una vez más la rubia.

-Ya has hecho mucho por nosotros Persefone, mejor ve a descansar y al abrir tus ojos nos veras aquí de nuevo- aseguro Chota antes de abrazar a su amiga.

-Por favor, cuidensen- pidió esta mientras abrazaba a Arisu.

-Lo haremos- aseguro Karube antes de recibir a la pequeña rubia en sus brazos. Dejando un delicado pero sonoro beso en su mejilla.

-Los estaré esperando- y ante eso la rubia observo como sus amigos junto a Shibuki desaparecian de su campo de vista.

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Tal y como había dicho Chota su amiga volvió a la cama, con un cigarro encendido en sus labios y un libro dispuesta a despejar la mente y no preocuparse tanto por sus amigos.

Ellos estarán bien.

Se repetía ella una y otra vez. Y así luego de terminar su cigarro sin pensarlo la rubia se quedo dormida en un sueño profundo o más bien una pesadilla para ella.

Con un grito Persefone se reincorporo en la cama, su cuerpo temblaba y sentía que su corazón se saldría de su pecho en cualquier comento. Había soñado con su pequeño hermano, las lagrimas no tardaron en hacer precensia en su rostro, angustiada se levanto de la cama dispuesta a encender un cigarro para tratar de pensar con claridad y calmarse unos momentos.

Pero rápidamente otro pensamiento ocupo su mente. Sus amigos no se encontraban en el lugar.

Preocupada la rubia se coloco las zapatillas negras y salio a correr por todo el centro comercial gritando los nombres de sus amigos.

-¡Karube!, ¡Chota!, ¡Arisu!- más no recibía otra respuesta que no fuera el silencio.

-Bien Persefone, cálmate, de seguro fueron por más suministros para la pierna de Chota- se repetía ella.

Pero eso no era suficiente para quitar la angustia que recorría todo su cuerpo. Decidida de esperar a sus amigos lo más tranquila posible, se puso a cocinar. Pues de seguro ellos volverían hambrientos y en especial Chota y Arisu.

Y una vez la mesa puesta con la comida caliente, ella se sentó en esta con un cigarro encendido sobre sus labios. 

-¿Donde estarán?- se pregunto ella sintiendo como las ansias volvían a invadirla.

Persefone suspiro. No estaba segura de nada, ni de sus propios pensamientos y más cuando la luz del atardecer iluminaba todo el lugar donde ella se encontraba.

Y así fue, cuando la noche cayo, dejando todo el lugar desolado. Ahí se encontraba ella, en uno de los sofás llorando. Sola, sin saber de sus amigos, consumida por la angustia y ansias en todo su cuerpo.

Por segunda vez Persefone se encontraba sola....


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𝓟𝓻𝓲𝓷𝓬𝓮𝓼𝓼 𝓞𝓯 𝓗𝓮𝓪𝓻𝓽𝓼  ♤𝐀𝐥𝐢𝐜𝐞 𝐈𝐧 𝐁𝐨𝐫𝐝𝐞𝐫𝐥𝐚𝐧𝐝♤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora