Thirty Four

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El silencio permanecía entre los cinco chicos ahí, ninguno decía una palabra. Simplemente estaban a la espera de la segunda etapa sentados en el suelo. Persefone se encontraba en medio de las piernas de Arisu, su espalda chocaba contra el pecho de este, sus ojos se mantenían cerrados, tratando de olvidar la presencia de Chishiya y Kuina. Arisu acariciaba la larga melena de la rubia, desenredando sus cabellos con su mano.

Usagi mantenía su cabeza abajo tratando de evitar mirar a los dos chicos. Kuina simplemete no hablaba y Chishiya, pues, este no apartaba su mirada de los dos jóvenes, no apartaba la mirada de la rubia y no podía evitar pensar que ella debería de encontrarse entre sus piernas, no en las de Arisu.

-Muero de sueño- susurro la chica.

-Trata de descansar- propuso su amigo ahora abrazandola por los hombros.

Arisu no sabía el por que estaba en ese estado con la rubia, era relajante estar así con ella. Incluso le gustaba, le gustaba estar así con ella, con Persefone entre sus brazos. El le había hecho una promesa a Karube antes de que este muriera, le contó todo lo que pudo de la rubia, ahora el sabía la situación de su hermano y sus padres. Como había pasado con Karube al saber la verdad, ahora era el quien tenía ese sentimiento, sentía que debía de cuidar de la chica como si de un tesoro se tratase.

-Creo que sera mejor que me cambie esta ropa para los siguientes juegos- Persefone suspiro antes de ponerse de pie- vuelvo enseguida, iré a la tienda que esta aquí a la vuelta-

-¿Quieres que te acompañe?- le pregunto Arisu.

-Tranquilo, puedo sola- la rubia levanto el arma que aun tenía en su mano.

-No demores- ella solo asintió con su cabeza.

Sus tacones hacían eco por el camino, por las calles desoladas de Tokyo.

-Desde aquí se notan tus celos- susurro Kuina a su amigo.

-No estoy celoso- Chishiya aparto la mirada de la rubia, una vez esta doblo la esquina.

-Yo creo que si lo estas, se nota Chishiya-

Este prefirió no responder, no le importaba que la rubia le allá dado con una bala. Se lo merecía y el lo sabía.

Pero verla ahí, ignorando su presencia como si no existiera, le molestaba. El estaba ahí frente a ella y vivo. No culpaba a la rubia, se culpaba a el, por primera vez algo había fallado en su plan y Persefone había pagado las consecuencias de eso.

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La rubia entro en la desolada tienda, la campana sobre la puerta sonó apenas esta entro. Para su mala suerte no se encontraban muchas prendas de su talla en esta, no busco mucho. Solo quería algo más comodo para poder jugar en los próximos juegos. Tomo un short deportivo negro, este le quedaba un poco más arriba de sus rodillas, incluso un poco grande. Pero gracias a los dos cordones que este traía lo ajusto para que le quedara pegado a su cintura. También tomo un top deportivo blanco, este poseía un pequeño escote en V y era una talla menos a lo que ella le quedaba. Logrando que sus pechos se apretaran y resaltaran. 

Pero para cubrirlo tomo una sudadera negra de cierre, unas dos tallas más grandes. Se deshizo de las sandalias para colocarse unos zapatos deportivos grises.

-¿Pero que es eso?- susurro la rubia al ver las cartas de figuras en el cielo.

La carta del rey de picas era la más cercana a ella. No paso mucho tiempo cuando los disparos empezaron a hacer presencia y Persefone juro jamas haber visto tantas personas en Bordeland, todas corrían de un lado para el otro sin parar.

La chica salio de la tienda con su rostro sorprendido al ver como un hombre con capucha cruzaba la calle, este estaba vestido completamente de negro, sin posibilidad de que su rostro fuera visto, llevaba un arma en su mano disparandole a toda la gente que se metía en su camino sin piedad alguna.

-Arisu- susurro la rubia al acordarse de su amigo.

La rubia corría por las calles en busca de su amigo, tratando de no toparse con el Rey de Picas, las calles de Tokyo se habían vuelto un matadero, los cuerpos a su alrededor sin vida alguna, los gritos de agonía de aquellos que habían sido heridos, incluso los gritos de la gente que corría en todas direcciones.

Pero a Persefone eso ya no le causaba nada, no le interesaba la gente que se estuviera desangrando o la que le pedía ayuda cuando esta pasaba por su lado.

-¡Persefone!- el grito de su amigo llamo su atención.

Este se encontraba detrás de un auto, la rubia se acerco lo más rápido hacia ese lugar, escondiendose detrás del auto junto a el y Usagi.

-¡Tenemos que salir de aquí!- 

-¡Si nos movemos, nos van a disparar!- contesto Usagi nerviosa.

-No podemos quedarnos aquí Usagi- la rubia miro a la chica.

Esta estuvo a punto de contestar, si no fuera por el ruido de un claxon. La rubia dio un pequeño brinco del susto, la había tomado por sorpresa.

-¡Son Tatta y Ann!- aviso Kuina al asomarse.

La rubia rodó sus ojos al ver que ella y Chishiya estaban en el auto de al lado, no se libraba de ellos dos ni en tiroteo.

-¡Suban!- les grito Tatta al abrir la puerta trasera del coche.

Pero su suerte no fue mucha cuando unos disparos dieron a parar cerca de Tatta, logrando que este se volviera a meter al auto.

-¡Rápido Suban!- grito Ann.

Arisu tomo la mano de Usagi antes de correr hacía este, luego fue Kuina que antes de salir de su escondite miro a los lados.

-¡Persefone!- grito Arisu.

La rubia se levanto de su escondite lista para entrar en este. Si no hubiera sido unas manos en su cintura, jalaron con fuerza de ella apenas estuvo a la mitad del camino. Persefone miro a Chishiya, ahora ella se encontraba arriba de este y con las manos de el sobre sus oídos. 

Una fuerte explosion retumbo el auto que los cubría.

-¡Persefone!- grito Arisu desde el auto, el cuál había comenzado a acelerar.

-¿Que diablos te pasa?- le pregunto la rubia aun sin salir de arriba del chico.

-Te acabo de salvar la vida, ¿no te das cuenta?- pregunto.

-No necesito ser salvada por ti- escupió ella.

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𝓟𝓻𝓲𝓷𝓬𝓮𝓼𝓼 𝓞𝓯 𝓗𝓮𝓪𝓻𝓽𝓼  ♤𝐀𝐥𝐢𝐜𝐞 𝐈𝐧 𝐁𝐨𝐫𝐝𝐞𝐫𝐥𝐚𝐧𝐝♤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora