XCI

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Los cuatro dormían a gusto, finalmente habían podido conciliar algo el sueño tras atender a las menores durante la madrugada. Rusia se encontraba sujetando al chileno por la cintura en un intento de mantener la cercanía entre ambos mientras la cola de este se mantenía enrollada en la pierna del ruso.

Como era habitual Rusia despertó primero, pese a las pocas horas de sueño se sentía afortunado, de poder abrir los ojos y encontrarse con el rostro del chileno durmiendo a su lado y a sus pequeñas en medio de ellos durmiendo plácidamente -como quisiera despertar así todos los días- apenas roso su brazo, pero fue suficiente para despertar al chileno -mgh buenos días~-

-Buenos días- se movía en su lugar mientras se estiraba teniendo cuidado de no despertar a las menores -¿pudiste descansar?-

-Si, aunque no mucho ¿y tú? -

-Si igual... Bienvenido a la paternidad-

-¿Cómo te encuentras?-

-Con dolor de cabeza y más seco que camello, hace rato no tomaba-

-Creo que fue poco para lo que solíamos beber-

-Entonces estoy viejo-

-No lo creo- acaricio nuevamente su mejilla, pero esta vez no quito su mano, Chile lo miraba fijamente especialmente en el collar que colgaba del cuello del ruso, se había percatado que no se lo quitaba ni él se atrevía a pedírselo, su voz interior le repetía que ni se atreviera hacerlo.

De pronto el silencio entre ellos fue interrumpido por unos quejidos, bajaron sus miradas encontrando ambas menores despertando, haciendo ambos adultos sonreír -buenos días mis princesas- cada uno tomo a una de las menores quedando sentados en la cama entregándoles todo el cariño.

Era una escena tierna de ver, ambos padres con sus hijas tranquilos y sonriendo y más a gusto con la presencia del otro algo que tanto Rusia como Chile estaban comenzando a desear que perdurara.

El día continuaba sin inconvenientes, aunque a ambos les dificultaba hacer sus labores ya que las menores exigían toda la atención de ambos progenitores.

-Chile ¿puedes sostener a Sayen? debo responder este llamado –

-Claro, venga pa ca mi guagüita bella-

Con la ayuda del ruso la dejo en su brazo libre ya que en el otro tenía a su hermana-bueno la pega tendra que esperar- miro su computador para luego ver al ruso quien se alejaba hablando golpeado en su idioma- bay este que le dio ¿ahora es bipolar o qué?-

Con cuidado se puso de pie y dejó ambas en su coche- sorry guaguas, pero todavía me duele la muñeca y ustedes están cada día más gorditas- acaricio sus mejillas para luego irse a la sala donde se sentó en uno de los sofás dejando a su lado el coche haciendo un movimiento hacia delante y atrás al a ves que les cantaba para hacerlas dormir. De fondo aún se escuchaban los reclamos del ruso, pero no se lograba comprender con claridad -debe ser muy malo...-

Rusia termino encerrándose en la habitación que usaba, no quería molestar al chileno o asustar a sus hijas con sus gritos.

-¡¿Pero están locos o qué? ¡no me vengas con eso! ¡no puedes...!-

-¡¿Saben algo?! ¡pueden irse a la misma mierda! - colgó frustrado y luego lanzo el móvil a la cama, no podía creer que estuvieran jodiéndolo a tal nivel- mierda, mierda... esta vez no tengo elección- se apresuró tomando su bolso, metió su computador y documentos, tiro el teléfono en el bolsillo, tomo una chaqueta y salió de prisa de la habitación.

Bajaba las escaleras escuchando la voz del chileno, bajaba intentando no hacer ruido, se ganó en la entrada de la sala disfrutando de la voz del latino. Estaba consiguiendo bajar su ira, pero otro sentimiento comenzó a florear dentro de el -me encanta como cantas y creo que a ellas también- volteo a verlo esbozando una leve sonrisa avergonzado y con las menores entre sus brazos.

Imposible volver amar ¿Verdad?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora