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Lanzó una roca al río logrando tres saltos, suspiro rendida, se sentó en la tierra y abrazo sus piernas. No vería a su hermano en unos días, él y Jiraiya había ido a buscar a la nueva Hokage.

Nueva Hokage.

Aun no podía asimilar que la Aldea tendría a alguien nuevo a cargo de todo, el tiempo había pasado rápido, extrañaba al Tercero. Pero no podían no tener Hokage, la Aldea podría ser atacada de nuevo y alguien debía dar las órdenes.

–Aquí estas, Miso.

–Hm.

–Te estuve buscando por todos lados. No fuiste a mi casa hoy.

–Lo siento.

Konohamaru se sentó a su lado lanzado las rocas al agua.

–¿Que haces aquí?.

–Solo vine a entrenar un poco.

–¿Lanzando rocas?.

–Si. A veces lo hago para lograr llegar al otro lado del río, ahora solo logré tres piques.

–Ya veo. ¿Y que harás si llegas al otro lado?.

–Iré a comer ramen como premio.

–Eso ya lo haces todos los días– una gota bajo por su sien.

–¿Y?. Me sentiré mejor si como sabiendo que logré eso.

–Entiendo.

Ambos quedaron en un silencio incómodo.

–Konohamaru.

–¿Que?.

–¿Que pensarías si llega otro Hokage?.

–¿Otro Hokage?. Hm... Supongo que me esconderia en el despacho del viejo, así nadie entrara. Pondría trampas por todos lados.

–¿Por qué?.

–Porque no aceptare a alguien para tomar el puesto de mi abuelo. Yo tomaré este lugar cuando menos te des cuenta. Y claro, puedes ayudarme.

–¿Ayudarte?– frunció el ceño.

–Tomaras nota de todo lo que necesite. Tendrás el honor de ser mi asistente.

Una vena resalto en la frente de la Uzumaki, el Sarutobi se asusto al ser tomado de su bufanda y lanzando al agua.
Empezó a gritar cuando rebotó sobre el agua hasta llegar al otro lado del río, su cuerpo choco contra el árbol y cayó al suelo.

–¡Eso por que fue!– grito adolorido.

–¡Jamás seré tu asistente, tonto!. Es más, tu tomaras nota porque seré Hokage antes que tu.

–¿S-Si?. Pues, pues tu... cocinaras para mi.

–¿Que dijiste?. No te escucho desde allí.

–¡Que me miraras desde abajo como todos!.

–¡Ya veremos quien mira a quien desde el suelo!.

(...)

–Entonces el borrador cayó sobre su cabeza. Lo hubieras visto, fue muy gracioso. Pero luego se enojo y me castigo haciéndome limpiar solo.

–Hubieras pensado mejor. Iruka-sensei no es tan tonto, debiste huir cuando el borrador cayó.

–Hm. Tienes razón. La próxima.

–¡Miso!.

Ambos detuvieron su caminar para levantar la cabeza. El Uchiha compañero de su hermano aterrizo frente a ambos.

–Oye, te recuerdo. Eres el Uchiha de mi hermano.

–¿Donde esta?.

–¿Quien?.

–¡Tu hermano!– el Sarutobi se piso alerta cuando su amiga fue sujeta del brazo.

–Si no me sueltas le diré a mi Onii-chan que me pegaste.

–Dime donde esta. Ahora.

–Se fue con Ero-sennin.

–¿Donde?.

–Veamos... Él y mi Onii-chan fueron a una pueblo turístico aquí cerca. ¿Iras a verlo?. Si lo ves dile que me traiga un recuerdo. ¡Lo que- ¡Oye!.

Sasuke la libero y corrió lo más rápido que podía.

–¿Que le pasa a ese sujeto?. ¿Estas bien?. ¿Te lastimo?.

–Estoy bien. Descuida, Konohamaru.

Miso volteo viendo el camino por donde Sasuke se fue. Verlo de esa forma le parió muy raro. Las únicas veces que lo vio él los ignoraba a todos o se iba.

Frunció el ceño confundida.

–¿Que haces?– volteo hacia el Sarutobi que había tomado su brazo.

–Solo me aseguraba que no hubiera alguna marca.

–Dije que estoy bien. Vamos a comer algo tengo hambre.

(...)

–¡Onii... chan!.

–¡¿Miso?!. ¿Que haces aquí?.

–Konohamaru me aburrió. La Aldea es aburrida sin ti y quise venir a verte. ¿Donde esta Ero-sennin?.

–¿Como llegaste tan rapido?. Hasta yo me canse de caminar.

–Todo es fácil con mi hermosa cara y un hombre con un carruaje. Pero luego me aburrió y decidí correr. ¿Y Ero-sennin?.

–Se fue con una mujer. Me dejó aquí solo de nuevo con la tarea de moldear chackra. Ese tonto.

Sujeto a su hermana quitandola de la ventana y dejarla sobre su cama.

–Hmp. Siempre es lo mismo.

–¡Cierto!. El chico de-

Fue interrumpida por golpes en la puerta, ambos alzaron una ceja confundidos.

–¿Que?. ¿Ya se han desecho de él y ha decidido volver?.

–¿Es Ero-sennin?. ¡Quiero saludarlo!.

–Si, si– Miso se trepó a su espalda. Los golpes se escucharon más fuerte –¡Voy!.

–¿Habrá traído a su amiga?.

–Ya abro, ya abro.

–¡Ero-sennin!.

Quito el pestillo y Miso abrió la puerta sonriente. Hasta que lo vio.
Su mirada oscura y sus ojos brillantes de un color rubí. Su cuerpo se paralizó al darse cuenta de quien era.

–T-Tu...

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Uzumaki y SarutobiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora