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¿Que si esto era normal?

Por supuesto que no. Al menos no para ellos.

Los tres escuchaban los gritos de los demás pidiendo ayuda, piedad o perdón. Pero era inevitable lo que estaba pasando. Ninguno sabía lo que sucedió, excepto Masashi.

《-¿Todo bien, Hokage?

-Si. Bueno, es sobre Miso.

-¡Oh! Mi mejor estudiante, si, si. Ella es adorable. Gracias a ella tuve dos citas la semana pasada. Además, se lleva genial con los chicos.

-Escucha. Ambos sabemos que en esta misión corren riesgo de ser atacados.

-Por supuesto.

-Seré clara. -Tsunade entrelazo sus dedos- Quiero que tengas vigilada a Miso durante la misión.

-¿Eh? ¿Por que?

-Porque Miso es igual a su hermano. Posee una bestia dentro de ella y podría salir en un descuido. Se que no paso nada desde que en Gennin, pero no quiero correr el riego.

-Entendido.

-No puedo prometer que no pasara, pero quiero advertirte. Si eso pasa pon a salvo a tu equipo y aléjate de Miso. Cuando sea controlada por la bestia dudo que pueda reconocerlos. -explicó la rubia- Envía una invocación a nosotros y yo personalmente me encargaré de enviar a expertos para detenerla.

-¿De verdad es tan peligrosa?

-Las apariencias engañan, Masashi. Cuida de tu equipo.》

-Cuida a ti equipo. -El Jounnin repitió sus palabras- Miso es de mi equipo.

-¿Masashi-sensei?

-Hermano.

-Escuchen. Quiero que se queden aquí y no salgan. Regresen a la Aldea.

-¡¿Que?! Claro que no. Olvida que te dejare aquí.

-Daichi. -Su hermano lo sujeto de sus hombros- Debo ayudar a Miso, pero te quiero a salvo.

-Juntos ayudaremos a Miso. Es mi compañera.

-Si. No dejaremos a una amiga atrás. -Kaito se puso en pie- La misión no se completa a menos que todos crucemos las puertas de Konoha.

Ambos miraron con determinación a su sensei. Este suspiro, observo a su estudiante despedazar el cuerpo de un hombre y salpicar su rostro con sangre.

Solo quedaban otros cuatro.

-Ustedes encarguense de ellos. Yo iré por Miso. Si mi plan no resulta quiero que se larguen de aquí. ¿Entendido?

-Si.

-Daichi. ¿Entendiste?

-Entiendo, hermano.

-Bien.

(...)

El felino dejó caer el cuerpo sin vida del hombre. Giro su cuerpo al escuchar pisadas atrás suya. Su sensei estaba allí parado, tenía su ceño fruncido y ambos brazos extendidos.

-¡Miso!

No era ella. Su cuerpo era cubierto por un aura azulada, dos colas se movían con agresividad y estaba en cuatro patas observándolo.

Uzumaki y SarutobiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora