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Se adentro a la carpa, luego de reportar su llegada al pueblo. Dejó al felino que subió en su hombro en el suelo y se puso al lado del hombre.

Quito un mechon de cabello de su frente dejando libre su rostro. Observo cada venda cubriendo su cuerpo de pies a cabeza, y su mirada se detuvo en su pecho.

—¿Como esta?

—Muy grave. Gasto una gran cantidad de chakra, tiene heridas que dañaron algunos órganos y su brazo...

—¿Cuanto tiempo podría durar así?

El felino de pelaje blanco suspiro, con su pata rasco el pelaje de su cabeza— No tengo idea, quizá días, meses o quizá años. Pero estoy seguro que empeorará con el tiempo.

—¿Hay una solución para ello? Lo que sea, lo haré.

—Miso...

—Por favor, Hoshi. —el animal vio la preocupación en el rostro de la Uzumaki— Es mi abuelo, podría ser lo último que me queda. Necesito ayudarlo, si debo dar mi vida lo haré.

—Buscaré algo. Quizá necesite de tu chakra y sangre tipo A, mucho de ambos.

—Puedo hacerlo. Gracias. —la castaña volvió a ponerse en pie. Miro el cuerpo de mayor sobre la cama hecha de hojas— Debo hablar con él, deseame suerte.

—Rompete una pierna, ¿es correcto?

—Sigue practicando tus frases.

La joven salió de la carpa. Suspiro, paso ambas manos por su rostro. Debería estar durmiendo ahora, pero no podía rendirse ahora. Había mucho que pensar, planear y hacer.
Se dirigió a su siguiente destino, mientras camina observaba su alrededor.

El mundo de los gatos seguía siendo impresionante. No había casas, ni cabañas o castillos. Todos tenían sus propias tiendan como hogar, aunque tenía sentido. Los gatos no podían abrir puertas con sus patas, les era muy difícil.

Y lo que llamaba castillo donde estaba el rey, solo era otra tienda más grande. Hasta ver a los gatos era interesante, tenían diversos colores de pelaje, poseían rayas, manchas o un simple color.

Todos tenían un gran tamaño. Incluso había gatos guardaespaldas, estos poseían un casto en sus cabezas que dejaba libre sus orejas. Nadie usaba armas, sólo sus garras. Pero algunos tenían ciertas habilidades que otros no.

Era como otra Aldea.

—¿Iras a ver a mi padre?

—Kuro. —le sonrío a su amigo. Aún no se acostumbraba a su tamaño, había crecido demasiado. Incluso era más alto que ella, y ahora poseía un collar rojo en su cuello con un cascabel en el.

Según él, era una señal que pronto asumiría el cargo de rey.

—Tengo que decirle lo que hice afuera, recuerda que ese fue el trato. —le explico al felino.

—¿Aún respetas a ese viejo? Ya casi nadie le toma en serio, ¿viste su barba? Ayer cayo al suelo por pisarla con una de sus patas, y eso sucedió apenas saliendo del castillo.

—¿Aún le llamas castillo a la tienda?

—Solo sigamos con el plan, dime que sigue ahora. ¿Debemos acabar con él resto de Akatsuki? Podría darle unos arañazos. —se paro en sus patas traseras y lanzó zarpazos al aire— Así, ¿lo ves? Lo dejaría como un queso.

—¿A quien dejaras como un queso?

—¡Padre! —Kuro cayó de espaldas al escuchar la voz.

—¿Como esta Kiko-sama?

Uzumaki y SarutobiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora